La chispa del alma

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Viernes, 16 de Marzo de 2007

Ayer repase mis anotaciones sobre las palabras de M. Eckhart a propósito de “La experiencia mística”. Además de recuperar su distinción entre hombre interior y hombre exterior, algo que nunca debe olvidar el caminante, volví a agitarme por dentro al retomar su noción de la chispa del alma. Son palabras que, como reconoce el propio maestro, pueden resultar de difícil inteligibilidad para algunos, pero para mi son de una claridad abrumadora en lo que a la noción de Absoluto se refiere: “Por esto afirmo: cuando el hombre se aparta de sí mismo y de todas las cosas creadas, en la medida en que haces esto, te trasladas en unidad y beatitud en la chispa del alma que nunca ha tenido contacto aún con el tiempo ni con el espacio. Esta chispa se contrapone a todas las criaturas y no quiere nada sino Dios, como es en sí mismo. No le basta con el Padre, ni con el Hijo ni con el Espíritu Santo, ni en general con las tres personas, en cuanto cada una permanece en su propio ser. Sí, afirmo que esa luz no encuentra tampoco satisfacción en la unidad de la naturaleza divina creadora, que unifica las tres personas. Quiero afirmar aún mas, lo que suena de un modo todavía mas extraño: digo con plena seriedad que esta luz ni siquiera se contenta con la simple esencia divina, que permanece en total reposo, que nada da ni recibe, sino que quiere saber de donde viene esa esencia, quiere entrar en el fondo simple, en el tranquilo desierto, en el que nunca asomó nada distinto, ni Padre, ni Hijo, ni Espíritu Santo. Sólo en los más íntimo, donde nadie reside se contenta esta luz, y en ello está mas íntimamente en su casa que en sí misma, pues este fondo es pura quietud, que permanece inmóvil en sí misma, y todas las cosas son movidas por esta inmovilidad. De ella recibirán la vida todas las que vivan bajo la dirección de la razón y se han recogido en sí misma. Que también nosotros vivamos racionalmente de este modo, ¡Que Dios nos ayude!.”

Ese “fondo” , esa pura quietud…. Seiscientos años mas tarde leí a D. Bhom, el científico, conversar con Krishnamurti. Ambos apelan a la noción de “base”. En nada se diferencia del fondo de Eckhart, ese fondo de “pura quietud, que permanece inmóvil en si mismo”, es decir, lugar en el que no habita vibración alguna y, por tanto, ajeno a la luz. Es así como el Absoluto es en su pureza la pura Oscuridad.