Mas sobre el sufrimiento y la alegria de vivir

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225mar

Vuelvo un rato mas sobre el asunto del sufrimiento y el dolor, porque si algo nos resulta común a la especie, es precisamente el sufrimiento. No se trata solo de que las Cuatro Nobles verdades del budismo giren, precisamente, en torno al sufrimiento. Se trata de una evidencia. Basta con mirar a nuestro alrededor. Todo el mundo sufre. En cuanto profundizas en la vida de una persona descubres un hecho: su sufrimiento. Si continúas, tal vez encuentres las razones, por así decir, para ese sufrimiento, pero no siempre es fácil porque los vericuetos a través de los cuales circula la mente humana son extraños y en demasiadas ocasiones extremadamente difíciles para ser nítidamente comprendidos.

Humano, “eso es lo que nos convierte en Humanos”, decía ayer Mabusse. Y lo comentaba a propósito de esta frase mía: “El dolor deriva de las proyecciones mentales que nosotros, quienes lo sentimos, proyectamos sobre el hecho. Nos dolemos ante la muerte del ser querido. No nos duele la muerte. Nos dolemos nosotros en las consecuencias de la muerte proyectadas por nuestro pensamiento”. Quizás, en este contexto, hubiera sido preferible diferenciar entre dolor y sufrimiento, porque en realidad es el sufrimiento el que deriva de una proyección mental, porque el dolor físico es otra cosa. Pero, en fin, a estos efectos es suficiente con la aclaración. Parece, por tanto, que para Mabuse es el sufrimiento lo que nos convierte en humanos, hasta el punto de que a continuación señala: ”Por ello, ese razonamiento, típicamente oriental no es válido, pues “castra” la propia esencia de lo Humano, su “profundidad espiritual”, por llamarle de alguna manera. Es algo similar a: “niega tu capacidad de “sentir”, (alegría, dolor, esperanza…), y evitarás el sufrimiento. Anestésiate…”

¿Es eso lo que estamos diciendo? Tratar de descubrir en el sufrimiento los factores puramente mentales que lo conforman ¿es equivalente a “anestesiarte”? ¿Se encuentran en el mismo plano la verdadera alegría con el sufrimiento derivado de imágenes mentales fabricadas por el sujeto en cuestión? ¿Tiene algo que ver el gozo ante la Presencia con el sufrimiento ante la ausencia de un elemento material? ¿Deberíamos concluir que el ser humano está encerrado en el sufrimiento y tratar de entender su funcionamiento es equivalente a ingerir una dosis alta de analgésicos? Fernando aclara: “ Yo no estoy interesado en que la gente se funda la cabeza y quede en la vida viviendo como un zombi, como mi amigo Urbano, sino que alcance ese estado y retorne para vivir alegremente. Eso es el cielo en la Tierra, como los místicos, los santos, o los bodis, en acción”. “Alcance ese estado y retorne para vivir alegremente”. Cierto, pero ahí es nada….

A propósito. Creo que ayer no se formuló de modo expreso esta pregunta. ¿Quien sufre? La respuesta elemental: nosotros, el individuo, la mujer, el hombre. Ya, pero ¿todo el hombre? Seguramente no se entiende la pregunta. Recordemos la diferenciación de M. Eckhart entre hombre exterior y hombre interior. El primero se mueve en el plano de las externalidades. Si fuéramos budistas diríamos en el plano de Maya. El Hombre interior es el que se descubre a sí mismo en las conexiones con la absolutidad.El hombre del Reencuentro con Dios.

Quien sufre en mi opinión es el hombre exterior. ¿Le llamamos “personalidad”? No estaría mal, desde luego, sería buen sendero. Entonces ¿se puede decir que quien sufre es la personalidad? Creo que sí.

En el proceso de relación humana cada uno aparecemos dotados de una personalidad que es un conjunto de artificios. Entiéndase que quiero decir de atributos carentes de sustancia real y que adornan el primer paso metafísicamente incorrecto: el nacimiento del yo en el proceso divisivo, fragmentador de la realidad. Si siguiéramos este camino, entenderíamos quizás que el sufrimiento, tal y como aquí lo vemos ahora, es un derivado de esa personalidad, y como es personalidad se edifica a base de fragmentar la realidad y en esa fragmentación ocupa papel decisivo el lenguaje proposicional -recuerdo lo escrito hace tiempo- ¿qué papel juega el lenguaje en el proceso del sufrimiento propio del hombre exterior?

Lenguaje-imagen-pensamiento. El esquema “humano”. ¿Recordáis la distinción de Jesús el Cristo entre pensar como hombre y pensar como Dios? ¿Es el sufrimiento exclusivo de quienes piensan como hombre? ¿Cabría ese sufrimiento en quiénes han aperndido a pensar como Dios?

Tiene razón Serena: “Siempre he pensado que el dolor nace cuando hay resistencia a que suceda un hecho que inevitablemente va a generar cambios en nuestra vida”. Así es. Krishnamurti sostiene este tesis impenitentemente. Precisamente para evitar resistencias, conociendo el papel del lenguaje,desarrolla su propuesta del “no nombrar”. La atención alejada del acto de nombrar. En efecto, así lo creo. El sufrimiento deriva de la resistencia al hecho. Ahi es donde conecta con lo que decía ayer “El hecho en si, en su absolutidad -si se me permite- no puede doler porque el hecho es esencialmente neutro”. La resistencia a aceptar la muerte del ser querido, la resistencia a admitir el cambio en nuestras vidas derivado de ello es la fuente de la que mana la esencia del dolor. No tengo demasiadas dudas al respecto.

Por ello, la creencia, en cuanto método que elimina o reduce la resistencia, puede contribuir a disminuir el sufrimiento. A ello se refiere Juanarmas.”Si nos hubieran enseñado una visión de la vida más ligera, donde la muerte dejara de ser el luctuoso fin y una extirpación profunda en el alma del que aquí queda, y la sintiéramos y viviéramos como una metamorfosis, un tránsito de ese ser que –como decía Séneca a Lucilio- creemos haber perdido pero sólo se nos ha adelantado, entonces la vivencia de la muerte de un ser querido sería, como ocurre en algunas culturas, un motivo de alegría”.

Se trata de que ese concepto de la vida, esa proyección mental acerca de quienes somos, donde venimos y hacia donde vamos, actúa como adormecedor de angustias y en consecuencia como reductor del sufrimiento. Pero eso solo demuestra el verdadero plano en el que el sufrimiento opera.

Y aquí es donde se produce el dolor en la resistencia, en el escape frente al hecho. Por ello añade George Bor “Si me duele algo, escapo de ello. Si me duele el cuerpo, el sentido es claro. Si me duele un reproche, el ego entra en acción. Si me duele una desgracia ajena o una muerte de otro cuerpo, interviene el sentido de lo UNO, que se manifiesta por medio de la compasión. Pero, el gran tema es ¿por qué duelen unos hechos mas que otros? ¿Interviene el ego en esa selección del dolor? ¿Sufrimos por un golpe a nuestra identidad? “.

El sufrimiento así entendido deriva de la personalidad. ¿Unos hechos duelen más que otros? Claro. Depende en que áreas de la personalidad operen, o, dicho de otra manera, a qué elementos de la fabricación del ego afecten. Para alguien que-es-su-dinero, el sufrimiento derivado de perder una parte es considerable. Pero el sufrimiento de perderlo todo es excesivo. Diluye la personalidad. El sujeto que era eso, muere. Preciasamente por ello se quita la vida. Porque la esencializó en la personalidad exterior y mató al hombre interior. Por eso dice Fernando “el sufrimiento es una creación de la mente condicionada perteneciente al ámbito de la ilusión, no así el dolor”.

Alaya aclara y con mucha visión a mi juicio: “¿porqué sufres? por el aferramiento, el apego. No es el amor lo que te produce ese dolor, sino el tener que prescindir de aquello a lo que tu mente se apega. El amor no cambia ni un ápice.” Esto ultimo es capital. “el amor no cambia ni un ápice”. Esta frase merece un nuevo tratamiento independiente y profundo”.

Así entendido, entonces, el sufrimiento, como profundo mental, es algo que puede ser consumido por determinadas personas como instrumento al servicio de afirmación de su personalidad. No tengo la menor duda. Lo he comprobado. Por ello Tajo nos deja una terrible pregunta:

¿El dolor no se podrá considerar en el límite como un proceso eminentemente egoísta? ¿Habrá dolor altruista?

Hace años me la formulé cuando transitaba por mi libro Cosas del Camino