En lo alto del cielo vive una estrella encendida….

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nueva-foto-blogAnoche, aquí, en Chaguazoso, hicimos mangosto frente a una chimenea en la que la leña ardía y una sartén especial, de esas que contienen agujeros en su parte superior, agitaba las castañas, las primeras del año. Me comí unas cuantas, seguramente demasiadas. Saben a tiempos de niñez, aquellos en los que las adquiría de un puesto callejero y me las entregaban envueltas en un cucurucho confeccionado con papel de periódico. Tiempos aquellos. …

El sábado por la mañana reflexionaba sobre este fruto. Esta zona dicen que es la mayor y mejor reserva de castaños de Europa. Desde donde escribo contemplo después del alba uno gigantesco que aseguran los técnicos de la Universidad que lo visitan a a menudo que tiene alrededor de mil años. Está repleto de castañas. Curioso, como digo, el producto. Por fuera su estructura plagada de espinas parecen protegerlo de un manoseo inadecuado. Las espinas son guardas implacables del interior. Superada la envoltura, aparece la cáscara lisa, de color marrón oscuro. No es fácil de desprender. El fruto, una vez superados los dos primeros obstáculos, sigue recubierto por una tercera capa protectora. Una piel que se puede masticar, pero resulta áspera y agria.

Tanta protección me hizo pensar si la castaña, con semejante estructura, no es buen ejemplo de nuestro propio camino existencial. Nos protegemos hacia el exterior con una personalidad agresiva, compuesta de espinas. Una vez superada todavía nos queda mucho hasta llegar a la esencia del fruto interior. Hay que superar la cáscara marrón y la piel agria. Mas allá de todo eso nos encontramos nosotros mismos.

Esta madrugada me disponía a escribir sobre el aniversario del blog después de prepararme un café de los que habitualmente consumo a estas horas. Ayer se fue el frío. Cuentan que vuelve el fin de semana próximo y aventuran tres grados de mínima por aquí. Lo cierto es que en esta madrugada la temperatura interior permitía templanza. Conecté el correo y me encontré con algo raro: Manolo Franco me relataba la historia de una estrella. No tenía la menor idea del asunto, así que por un correo fechado a las 5.29 le decía: “¿que es esto, Manolo?. No tengo ni idea de qué se trata. ¿La Estrella?.”

Mientras esperaba la contestación y antes de comenzar a redactar sobre este año, entré en el blog y me encontré con la sorpresa del día. Allí estaba la respuesta a lo que me comentaba Manolo y a mi pregunta.

Ayer, al concluir el mangosto, miré por un segundo al cielo, a este cielo tan particular que se contempla en este lugar rodeado de fronteras artificiales.  La ausencia de luces urbanas provoca una oscuridad cargada de limpieza, mi concepto favorito de oscuridad brillante, y con ella el cielo que se contempla aparece repleto de estrellas. Es abrumador. Envuelto en ese espectáculo y rodeado silencio se percibe con mas claridad un esbozo del sentido de nuestra existencia. No imaginaba ayer que en constelación de Orion bautizasteis algunos a una de sus estrellas con los atributos de nuestro blog. Por lo visto, mejor dicho, por lo que me acaba de relatar Manolo, las estrellas tienen un precio en el registro. Gracias por haberlo sufragado. Aunque el precio material ni mide ni dimensiona el gesto que va mucho mas allá.

Me habéis cortado, como vulgarmente se dice. Pensaba, como es natural, confeccionar algunas líneas sobre este año, como os relato mas arriba. No tenía idea de por donde saldría la inquietud interior de estos días de forzado y voluntario silencio en nuestro espacio. Miro hacia atrás y los datos cuantitativos que reflejáis en el escrito sorpresa abruman, provocan responsabilidad. Somos muchos. Muchos en un lugar muy especial. Muchos sin que publicitara el blog con fines de expansión cuantitativa, sin buscar su crecimiento por percusión sino atendiendo paciente a que se expandiera por ósmosis. Muchos que se sienten cómodos en un lugar que a veces, a la vista de ciertas lecturas, puede ser incómodo porque agita conciencias. Muchos en un espacio que vive de consumir libertad, aún a costa de sus aristas, porque la libertad, como las castañas, también tiene su corteza de pinchos que no siempre sabemos superar, y al sentir el pinchazo gritamos con tonos fuertes. Muchos son los que aseguran sentirse agarrados a nuestras páginas. Muchos que sienten a diario el agridulce sabor de la búsqueda de la verdad.

Mis posibles reflexiones se quedarán sin ver el exterior de un comentario o de una entrada. Después de la estrella ya solo queda un camino: contemplarla. Cuenta una sevillana de La Puebla del Río algo mas o menos así: asegura que en lo alto del cielo hay una estrella encendida, y en esa estrella vive un rociero que fue Hermano Mayor un día.

Pues seguiremos escribiendo, consumiendo libertades, trabajando verdades, ayudando en lo que podamos, sufriendo de vez en cuando, alterándonos en ocasiones, emocionándonos en otras, percibiendo pequeñeces en ciertos instantes, sintiendo que nos abrimos, que crecemos, que nos expandimos en ciertos días, que sentimos a otros como parte de nosotros, que entendemos en un plano diferente del entendimiento ordinario la noción de Unidad, y, curiosamente, aún a pesar de todo eso, en ocasiones rendimos tributos a la falsa personalidad, enfatizamos el lenguaje fragmentario, subimos a los altares a la diosa de la división..En fin que en unas y otras ocasiones seguimos siendo humanos.

Quizás dentro de unos años alguien componga una muñeira, o una sevillana, o una jota o una sardana cantando que en esa estrella recién bautizada viven algunos que en otras existencias rondaron por ciertas páginas de una cosa rara a la que los humanos de aquellos días llamaron blog.

Tengo un libro escrito. No verá la luz pronto. Lo llamé acariciando al sinsentido. Porque la vis atractiva, que dicen los juristas, del sinsentido existencial es mas poderosa de lo que imaginamos. Como el falso dolor, el artificial sufrimiento, la droga del banal recuerdo….Lo difícil es vivir cada día, cada hora, cada instante siendo consciente de que ese instante es lo único que verdaderamente nos pertenece.

En Cosas del Camino escribo que no cabe fragmentar la existencia en instantes porque cuando contemplamos uno de ellos y queremos aprehenderlo, ya se ha ido. Por eso la idea del gerundio, lo carente de interrupción, lo imposible de fragmentar. El gerundio rechaza el lenguaje fragmentario. Por esencia. Por definición.

Así que si el gerundio es lo nuestro, pues en eso andamos: gerundiando, es decir, siguiendo.

Me habéis fastidiado el discurso reflexivo. El manifiesto escrito por vosotros es mejor que lo que yo diga.

Así que solo digo esto: siguiendo, eso es todo. Como podamos. Quizás no siempre como antes, tal vez con mas espacios intermedios, pero no existe ya el antes, nos queda solo el ahora. Todo vacío en el cosmos se rellena. En el blog seguro que también.

Un sincero abrazo y muchas gracias