No quiero ningún líder, ni Mario Conde ni ninguno otro

Como participante (ahora ocasional, el trabajo manda) en este foro, he notado que existe una tendencia recurrente, a veces soterrada y a veces proclamada a gritos, que me provoca casi siempre una sonrisa, no maliciosa. Y no es la tendencia al insulto o a la descalificación, ya que esa no sólo se da en esta casa.

Me refiero al constante reclamar a Mario Conde que asuma el liderazgo, o mejor dicho “un” liderazgo. Y entrecomillo el “un”, porque no me ha quedado claro aún del todo, si el liderazgo que debe asumir es político, vía adhesión a partido o creación de uno nuevo, si es social, vía fundación sin ánimo de lucro, si es espiritual, si es económico o mediático o si por el contrario es una fusión de todos ellos, cosa que daría como resultado que el ser humano denominado Mario Conde Conde, acrisola en sus huesos , carne y nervios la perfección absoluta y universal, infalible en asuntos de fe, economía, justicia, política, ungido por el fuego de Pentecostés y bendecido por el cariño de la plebe. Semejante dechado de virtudes, casi debería fundar una religión y zanjar así el tema del liderazgo humano, trascendiéndolo hacia lo divino.

Exagero sin duda. Pero permitidme que plantee la siguiente reflexión.

Llevamos unos cuantos siglos de historia escrita y no sé cuántos de historia no escrita. No me sorprende que el primer testimonio gráfico hallado fuera un código de leyes. Dictar leyes se nos da de cine. Hoy hay más leyes de las que se pueden infringir. Pero eso es otro tema. Decía que llevamos un buen puñado de siglos caminando sobre esta tierra. Lo del surco y Cioran, vamos. Hemos probado todas las formas de gobierno posible. Matriarcado y patriarcado. Hemos tenido teocracia, talasocracia, hemos tenido aristócratas al mando y también hemos tenido y tenemos democracia o algo parecido a la democracia. Hemos seguido a jefes tribales, a emperadores, reyes, líderes religiosos de todo pelaje y también a presidentes del gobierno o a algo parecido. ¿Nos queda alguna forma de liderazgo que seguir? Probablemente sí, y no me las imagino, aunque llegarán. Pero ¿será una forma nueva o será la de siempre con otros ropajes? Así que repito la pregunta: ¿nos queda alguna forma de liderazgo que seguir? Creo que no. Llevamos miles de años siguiendo a líderes, llevamos miles años tomando la figura del líder como guía. Y por todas partes ha habido siempre lo mismo: hambre, ignorancia, conflicto político, conflicto armado, desencuentro entre los hombres, mentira, odio y violencia.

Y pese a todo esto, ¿aún queremos ser guiados?

A tenor de los resultados, como verdad evidente, deberíamos reflexionar que el modelo de organización social basado en “seguir al guía”, debe ser superado y erradicado. Intuyo que el resorte que nos mueve a hacerlo es más animal que racional. Intuyo que tendrá sus raíces (básicamente) en la admiración. Admirar a alguien es decir con otras palabras, “yo debería ser así” o “me gustaría ser él”. Los dos entrecomillados se adivinan habitualmente en gran parte de los comentarios del foro. Admirar, en sí, no tiene nada malo. Admirar un coche hermoso (si tal cosa existe), admirar un Goya o cualquier otra cosa, o incluso a un ser humano, no supone a priori nada malo. El problema llega cuando ese impulso muda en deseo y la satisfacción de tal deseo me obliga a robar ése Goya si no me lo venden o en ponerme gomina para “parecerme a”, en lugar de “ser yo”. Una de las bases de la sociedad de consumo es esa, la satisfacción inmediata de los deseos y creación incesante de nuevos deseos. Lo cual, dicho sea de paso, retroalimenta un grupo humano constantemente insatisfecho y preso de todo tipo de afecciones psiquiátricas. Y esa creación incesante de deseos, de expectativas no cumplidas, pero siempre prometidas, dicho sea también de paso, es    la política. La política de los líderes. Uno también desea que gobiernen “los suyos”, “el suyo”. Así pues, admirar a un líder ¿implicaría querer ser el líder? Pienso que sí. Expresiones que todos hemos oído cientos de veces, tales como “me cambiaba por él ahora mismo”, indican un importante grado de fractura con la realidad. Por lo general esos deseos surgen cuando vemos a alguien con más dinero, mejor posición social o simplemente cuando imaginamos que “su” vida es mejor que “nuestra” vida.

El humano es el único ser vivo que quiere cambiarse por otra cosa. Un pino no desea otra cosa que ser un pino. Un perro sólo quiere ser un perro. Nosotros no. Nosotros siempre estamos en “otro sitio”, donde sea, pero no aquí, ni en este lugar, ni en este cuerpo, ni en esta mente. Curioso.

Pero hablábamos del liderazgo. Del deseo de ocuparlo vía “nuestro líder”. En el momento en el que ése deseo toma las riendas nacen los partidos y partidarios, las opiniones diversas y los diversos medios de comunicación, las formas de gobierno, las religiones y todo el extenso y variado panorama social que actualmente sufrimos. Por supuesto, todo ello aderezado con “mi partido es mejor que el tuyo”, “mi Dios es el único verdadero” y demás lindezas. Más fragmentación, más división, más conflicto.

¿Se puede vivir sin líderes? Tal y como está organizada la sociedad hoy, no lo sé. Estoy absolutamente convencido de que al menos hay que intentarlo. ¿Cómo? Una buena medida sería empezar asumiendo completamente la responsabilidad de los actos de nuestras vidas. Pedir responsabilidad en este mundo habitado por millones de hombres y mujeres de plástico, es cómo pedir peras al olmo. Pero la forma más efectiva de cesar a todos los guías, faros y gurús sería hacer nosotros mismos todas las cosas que confiamos al líder que haga por nosotros. Elegimos a un líder para que nos gobierne (supuestamente) bien. Elegimos a un líder para que nos enseñe el camino espiritualmente (en teoría) correcto. Elegimos a un líder para que nos indique el sendero económico (al parecer) idóneo. Es decir, delegamos las decisiones más importantes de nuestra vida en sociedad en la figura del líder. Lo más lógico sería que todo eso lo decidiera yo mismo ¿no? Aunque claro, la primera condición para ello, sería la forja de una generación de individuos imbuidos en valores éticos y morales y con un extenso bagaje cultural. Tal generación actualmente, no aparecería ni en los más delirantes libros de ciencia ficción. Así que tranquilos. Los amantes del liderazgo individual, sea del tipo que sea, tienen asegurados otros cuantos siglos de preponderancia absoluta y otros siglos más de guerras, hambres y miseria.

Así y todo, ¿debe ser Mario Conde Conde el timonel que reclama España? Pues tampoco lo sé. Me encantaría ser como algunos compañeros que tienen tan claro este extremo. Me encantaría. Soy incapaz de mantener una discusión en este sentido, ya que lo que me desespera soberanamente es el modelo. He dicho alguna vez en esta casa y lo repito ahora, que yo no soy seguidor de Mario Conde, que si Mario Conde hubiera querido un club de fans o una corte al estilo de Luis XIV, seguramente hubiera hecho otras cosas. No soy seguidor de Mario Conde, comulgo con gran parte de las ideas de Mario Conde, y me lo imagino a veces (es una presunción por mi parte, pero en fin) meneando la cabeza mientras mira su blog (perdón, foro) y dice en un susurro “no es esto, no es esto”. El asunto es que la estructura social tiene que empezar a cambiar. Y no habrá cambio con otro líder, porque el liderazgo de uno sobre la mayoría es lo viejo. Aunque se cambie el líder, cambiamos lo viejo por lo viejo. Con los viejos esquemas no se puede hacer nada nuevo. Pero eso es otro vicio de hoy día. No queremos que la sociedad cambie realmente, sólo queremos reformarla un poquito. Nuevas caras para el marco de fotos de siempre y que todo siga como ya sabemos. Bueno. Si eso es lo que queremos. Si eso es todo lo que podemos conseguir. SI este es el mejor de los mundos que el ser humano como especie puede conseguir. Si realmente no damos para más que para esto… si esto es así, seguid al líder. A Mario Conde o al que queráis. Vosotros mismos. Por mi parte, me quedaré aquí en mi pueblito, esperando por si alguno queréis venir a casa a charlar sobre estas cosas y otra, detrás de un café.

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334 pensamiento sobre “No quiero ningún líder, ni Mario Conde ni ninguno otro

  1. alf-iris

    Vaya! Parece que tenemos cerca un caso que pone de manifiesto la necesidad de tener líder e incluso el nombre el mismo:
    Fuente BBC: “Luis Urzúa, de 54 años y el jefe de turno del grupo que quedó atrapado hace 69 días en una mina del norte de Chile, será el último trabajador en salir del yacimiento de San José.
    El corresponsal de la BBC en Copiapó, Gideon Long, explicó que esa decisión se tomó por el liderazgo que mostró Urzúa que, se cree que permitió a los mineros sobrevivir los primeros 17 días en los que no tuvieron ningún contacto con el exterior.

  2. Westmoreland

    La verdad para mesías mejor Jesucristo, digamos que es más lo suyo, y aún así, tremendo y cruel pago el que le dieron sus coetáneos! Aunque todo estaba escrito y dramáticamente se cumplió.

    De todas formas, viendo el mal pago que se le dió a un inocente por predicar el amor fraterno y hacer el bien (incluso milagros de curación), el aviso a navegantes del mesianismo y la mitomanía, de toda clase, tipo y color, aunque sea en el plano de la política nacional o internacional, está dado, de modo que mejor andarse con pies de plomo y pensárselo mucho antes de eregirse en líder, caudillo sin la gracia de Dios o de simple mesías casero para el ruedo hispano, porque hay muchos tipos de sofisticadas crucifixiones en el mundo actual y en la cainita España, además de la dolorosísima que padeció Cristo, que felizmente es improcedente, se supone, al estar abolida la pena de muerte en nuestro ordenamiento jurídico atolondrado, lo cual facilita algo el camino a la propuesta del nuevo líder con tufillo mesiánico que algunos, de más o menos buena fe, verían con ojitos de pitiminí.

    Modestamente, creo que no es tanto un problema de lider o «lideresa» (que diría esa ministra sin ilustración, a la que discutir sobre el ser humano le parece una pérdida de tiempo, como dijo ayer en el Congreso), y el actual es un desastre rotundo, sino de país, de sociedad, de empezar por uno mismo.
    Si cada individuo se torna autoexigente y cumple con su parte, por contagio y por inercia, tal vez la sociedad se volverá mucho mejor, empezará a saber de dónde viene, dónde está y hacia dónde se quiere ir. Pero primero es preciso que cada español sepa saber su propio diagnóstico, sus virtudes, sus posibilidades reales y las carencias propias a solventar.
    Mientras tanto, tenemos el tipo de líder que, desgraciadamente, mejor refleja a gran parte de España, a un líder adormilado, autocomplaciente, prepotente con los débiles, temeroso de los fuertes, sin visión de futuro,sin palabra, nada fiable, voluble, separador y separatista, dividiendo para vencer, sin muchas luces, sectario, confiado en la suerte, holgazán, trepa, posibilista, inepto, ególatra, liberticida,…. y ojalá no fuera así, por el daño que está haciendo un individuo así y su facción al colectivo, dada la posición privilegiada y poderosa que ocupa por el juego democrático, pero es.

    También es cierto que una parte sustancial de nuestra sociedad no esté reflejada en el mismo, porque posee otras virtudes esenciales, tiene otros valores más sólidos, respeta el peso de las tradiciones y tiene otro tipo de alma, felizmente, y porque no comulga ni podría hacerlo nunca con un líder como el actual, es esa sociedad que suele superarse a sí misma en la adversidad y sabe que todo lo conseguido siempre es fruto del esfuerzo individual y colectivo, que nada es gratis y que todo se logra trabajando duro,… pero el caso es que la mayoría social ofuscada ha dado poder a un pusilánime sectario y a su grupo político, porque así es el juego de las urnas, y de momento manda quien manda, aunque esto lo esté mangoneando fatal.

    Esperemos no tanto un líder o un mesías, que no es factible, sino que muchos se miren realmente al espejo y decidan que lo que ven es perfeccionable o que es hora de estar en España de otra manera, entonces no hará falta ese líder sino que la sociedad vuelva a trabajar en pos de un horizonte común,integrador, con ilusión, conscientes de que habrá que trabajar duro y mejor que nuestros competidores, pero que sabemos hacerlo y podemos hacerlo, que nos esperan jornadas de sacrificios silentes y continuados, pero que o estamos bajo el mismo proyecto o nos vamos al garete históricamente hablando.

    De una crisis sí se sale, porque ya hemos salido antes, sin negar que ésta es complicadísima, y en la vida todo suele tener remedio.
    Ahora bien, estamos perdiendo mucho tiempo y el tiempo siempre es oro, sobre todo porque no tenemos mucho, y la vida es un sueño de duración corta, y cada día más es un día menos.
    Lo dicho, más que líder (o lideresa) hace falta mirarse al espejo y que cada uno sepa cambiar, volver a las sendas que nunca se debe abandonar y perseverar, sobre todo con decisión, en lo que la experiencia como país y sociedad nos ha demostrado que funciona, que sobre todo es la unidad como pueblo, ya hemos visto a dónde nos lleva históricamente la división y las taifas en las que nos pretenden confinar por el simple dato de la vecindad administrativa. Es hora de ser españoles en el mejor sentido de la palabra, haciendo bueno, paradójicamente, aquello que Nelson les dijo a los suyos en Trafalgar: «Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber». En este caso, pongamos España en el texto.

    Saludos a todas, todos y demás colectivos que se tengan por tales.

    1. felix de valois

      ¡Jesus! He leido su proclama y me lo he imaginado citando el texto subido a una atalaya en plena plaza de Pontevedra reflejo de un tal Robespierre coruñes.
      Bueno,hoy no le falta razón en lo que dice y,sin que sirva de precedente,tendré que tomar buena nota y aplicarme un poco mas. Prometo hacerlo este fin de semana por tierras cistercienses. Es un buen lugar para pagar ciertas deudas,¿no cree?
      Saludos cordiales

      1. Westmoreland

        Bueno, aplíquese Ud a lo que tenga que hacer y si es pagar deudas, ya sabe: el que paga, descansa, pero el que cobra mucho más.
        De todas formas, lo de Robespierre, ese sanguinario o «sanguinista» ajeno, que no sandinista, por jacobino y por sátrapa despótico, mejor me lo saca Ud. de mi presencia y recuerdo, déjelo en la Historia, que ésta lo juzgue, pues su Revolución incívica también lo hizo y no demasiado bien para su cuello, y la verdad, el tipo se me hace incómodo de digerir, sobre todo porque por sus obras les conoceréis y a éste mejor no haberle conocido. Puestos a preferir, mejor la Revolución industrial o la americana de 1776, que la francesa, con demasiada sangre vertida por obra y gracia de déspotas de taberna con aspiraciones de ilustrados, a los que les sobraba avidez por el poder más que preocupación por un pueblo al que detestaban y despreciaban mucho más que la propia Maria Antonieta. Si eso fue un triunfo de la razón, que baje Dios y lo vea, sobre todo sobre el reguero de cráneos separados del cuerpo que dejó esa chauvinista revuelta donde al final el reino degeneró en imperio, ahí es nada la cosa. Eso sí todo en nombre del pueblo y de la razón, aunque el pueblo eran unos más que la gran mayoría y las razones simplemente fueron vagas proclamas altisonantes que camuflaron el capricho y las ganas desaforadas de poder de los listos de siempre. Lo mío no iba por proclama sino a guisa de simple reflexión al hilo de un sugestivo tema, que por lo demás el culto al líder no es para nada mi fuerte sino una acusada carencia propia, si bien, no hago nada por remediarla.

        Buen viaje por esas tierras del Císter, supongo que galaicas. Saludos caballero
        Le ruego no me nombre a Robespierre ni en pintura, que me abro a arcadas con el sujeto y sus fechorías.

    2. Pau Llanes

      Como siempre, Westmoreland, lo bordaste… Hay que empezar por uno/a mismo/a. Ahí está la solución y el problema… Ganas parece que hay, pero ¿hay tiempo? ¿Se puede alterar la tormenta perfecta? ¿Hasta cuándo esa pandilla que nos representa? ¿Y después qué, quienes? Ay, Westmoreland, todo sería más fácil si en vez de invocar un líder, un estadista-Mesias, reclamáramos la reinstauración del Chivo expiatorio…

      René Girard señala que la ciudad de Atenas mantenía a sus expensas un cierto número de desdichados para ciertos sacrificios expiatorios. “En caso necesario, esto es, cuando una calamidad se abatía o amenazaba con abatirse sobre la ciudad, epidemia, carestía, invasión extranjera, disensiones externas, siempre había un ‘pharmakos’ a disposición de la colectividad”… Girard interpreta el objetivo de los sacrificadores con este mecanismo de la víctima propiciatoria: quieren reproducir con la mayor fidelidad posible el modelo de una crisis anterior que fue resuelta con este mismo mecanismo. “El rito es la representación de un primer linchamiento espontáneo que ha devuelto el orden a la comunidad porque ha rehecho en contra de la víctima propiciatoria, y alrededor de ella, la unidad perdida en la violencia recíproca. Al igual que Edipo, la víctima aparece como una mancha que contamina todas las cosas de su entorno y cuya muerte purga efectivamente a la comunidad puesto que le devuelve la tranquilidad”.

      Tras pasear al “pharmakos” por toda la ciudad y “drenar” todas las impurezas concentrándolas sobre su cabeza, se le expulsaba de la misma o se le mataba en una ceremonia en la que participaba todo el pueblo… La Tesis de René Girard es que el pharmakos tenía una doble connotación: “por una parte, se le ve un personaje lamentable, despreciable, y hasta culpable; aparece condenado a todo tipo de chanzas, de insultos y, claro está, de violencias; se le rodea, por otra parte, de una veneración casi religiosa; desempeña el papel principal de una especie de culto. Esta dualidad refleja la metamorfosis de la que la víctima ritual, a continuación de la víctima originaria, debiera ser el instrumento; debe atraer sobre su cabeza toda la violencia maléfica para transformarla, mediante su muerte, en violencia benéfica, en paz y fecundidad”…

      Así sea…

      Saludos más que cordiales…
      Pau Llanes

      1. Westmoreland

        Estimado Mr. Llanes, ante todo, agradezco tu amabilidad, pero hablando de bordados y bordadores, me conformaría con estar unos doscientos y pico puestos más abajo en una hipotética clasificación, donde tú estarías en las posiciones de medalla olímpica.
        Por lo demás, en lo tocante a cambio de gobernante, tan apremiante en nuestro caso, tiempo hay, si bien nuestra mala realidad económica y la falta de confianza evidente en nuestro «patrón», hacen urgente el relevo democrático a la caña de esta nave a la deriva y sin rumbo. No hace muchos días hasta el tal Barreda, desde la taifa manchega, sucumbió a la tentación o a la necesidad de poner distancias con el sujeto monclovita y admitió lo de cambiar la deriva de la nave hispana.
        Es más, te diría que hay algunas ratas aduladoras del gobernante patrio que empiezan a abandonar sibilinamente (un tal Sor Iñaki y otros por ejemplo) este barco, el de la poltrona actual, que parece estar haciendo aguas por sus costados o por la popa, sin perjuicio de que el vigente capitán, se aferrará al timón hasta lo indecible, y difícil será arrancarle por la fuerza de las urnas un mando que no es suyo en propiedad, a pesar de que lo se lo parezca, como tampoco lo será del siguiente ni lo fue de los antecesores en el cargo.
        Lo del cambio propio, personal, ya es harina de otro costal.Hay quien siempre estará encantado de haberse conocido. De este tipo de sujetos nunca esperemos gran cosa, salvo milagro. Sí, te lo confirmo el inquilino monclovita es de esta ralea y sus próximos, te diría que también, en un altísimo porcentaje. Sus dichos y maneras no dejan lugar a dudas.

        No es fácil que aquellos que se asemejen más al actual mandamás quieran verse en el perfil de escasas o nulas virtudes que antes tracé, no creo que muy equivocadamente, para el presidente ejerciente. La realidad personal es, como sabemos, la más dura de afrontar. Siempre resultará más cómodo ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, los humanos somos así: así de necios y así de soberbios, con las afortunadas excepciones de rigor.
        En España, particularmente y desde tiempo inmemorial, nos falta humildad para admitir nuestras miserias, por lo general y con las excepciones de rigor, y nos falta capacidad más que de autocrítica, de autoexploración, de introspección, de reflexión personal, tal vez porque el clima suele ser bueno, y la tendencia a vivir de puertas para afuera, sobre todo cuando llega la primavera, provoca que tengamos poco tiempo para examinarnos en conciencia, sin tapujos ni concesiones, sin trampas a nosotros mismos, que, por lo demás, carecerían de sentido como no lo tiene hacer trampas jugando al solitario.

        Pau si existiese el chivo expiatorio al que aludes recordando una curiosa teoría, no me cabe duda, alguno que yo me se, lo explotaría en beneficio propio y le cargaría con todos sus desaciertos y desatinos, y al final, terminaría convenciendo al común de que el chivo de marras era el culpable de todo el desaguisado nacional del momento, prevaliéndose para su engaño masivo de su potente maquinaria propagandística, que controla, hay que admitirlo, como maestría, como es tradicional en su facción.

        De momento y para que nuestra nación siga tirando, no sería malo conformarse con que la mayoría social coincida, al menos, en la idea de la necesidad urgente de cambiar al capitán de la nave, que ha salido, como era previsible desde su llegada, un completo fiasco, tan vacío de hechos positivos como lo era su propio discurso habitual plagado de tópicos, simplezas y de obviedades.
        Al que venga, tampoco se le extenderá ningún cheque el blanco, porque a los ciudadanos nunca se nos debe olvidar que cuando un gobernante nos sale rana, en democracia, no tenemos que estar atados a nuestra equivocación, ni acochinarnos en el lodo de nuestra terquedad o ceguera política, y en nuestra mano está la facultad cada cierto tiempo de intentar cambiar, mediante el sufragio, al comisionado para ejercer el mando del cuerpo social, que es un mandado, aunque una vez aupado al timón, el mando se le puede subir a la cabeza como un vino espumoso peleón.

        Si además del ejercicio de la alternancia democrática, a cada español, o a la mayoría se le da por pensar, aunque sólo sea un poco, que es una pieza de un complicado engranaje que ha de funcionar lo mejor posible, explotando los talentos y el ingenio que cada uno posea para su propio beneficio y el de los suyos, que al final son los propios y los ajenos, si a cada uno le da por recuperar, un poquito, la voluntad de superse y el ansia de perfección que al final es lo que permite sortear cualquier obstáculo de la vida, sea en el plano económico, en el laboral o en cualquier otro, sin esperar a que nadie salve nuestra papeleta en el día a día desde el poder o desde otro sitio mediante el subsidio del paniaguado o la subvención permanente, pudiera ser que ganásemos mucho cara al futuro con este cambio de mentalidad que nos haga superar el amodorramiento, la desesperanza y el conformismo creciente (cuando no la pasmosa pasividad de muchos españoles, especialmente en los jóvenes teóricamente mejor formados de nuestras historia, que es muy decepcionante para quienes ya sobrepasamos esas edades)que se advierte en la sociedad española, que se ha acostumbrado estúpidamente a que las cosas fuesen algo mejor que hace veinte años, y aque llegue el fin de semana para hacer compras y tomar copas o ir de parranda (lo peor del modelo sajón y nórdico que adoptamos como papanatas gregarios), una sociedad que cayó en error colectivo de pensar que, en términos históricos, no es posible una regresión dado que llegamos a ser la octava potencia relativa a nivel económico con lo que no nos creímos que hubiese «campo atrás» como en el baloncesto, y que el mal llamado estado de bienestar lo puede todo, cuando el estado sencillamente es lo que la sociedad con su esfuerzo sustenta, pues no es posible un estado de bienestar si la sociedad a la que se debe está en la ruina o en franca regresión económica.

        En definitiva, no creo que fuese nada malo que cada individuo vuelva a tratar de creer en sí mismo, en lugar de entregarnos al lamento estéril y al victimismo de las plañideras, en sacar el máximo provecho a sus facultades y a su propia libertad de pensar, crear, analizar, rectificar y trabajar, sin esperar que las cosas vengan desde arriba, desde el poder, al que enérgicamente se le debe exigir, que ya que no va a ser la solución, al menos, no en la mayor parte de los casos, deje de estorbar, se apriete el cinturón como los españolitos de a pie, administre con eficacia los recursos que en época de carestía siguen saliendo, como siempre, de la sociedad que los sustenta a duras penas y haga todo cuanto pueda y algo más por aquellos que no pueden nada por su situación de edad, o por sus impedimentos personales de todo tipo, garantizando las libertades personales y colectivas pero de verdad, vigilando que las reglas de juego sean justas y para todos.

        Es también, una buena ocasión de superar las falacias y mitos del llamado y presunto «estado de bienestar» que no es tal si la sociedad está en quiebra o en franca depresión, pues sin una sociedad vigorosa sencillamente, hasta es difícil la existencia misma de una entidad llamada «estado», que en definitiva es la res publica ´desde Roma hasta nuestros días. Es hora más que nunca del individuo, sólo y agrupado, de esa sociedad civil y de la libertad de pensar y hacer, que es una idea que creo que nos reune a todos en esta casa, aunque cada uno por nuestro lado, como es normal y saludable. Papaito estado no existe sin los individuos que le sostenemos la poltrona ¿o se nos había olvidado con tanta propaganda y tanta teorética barata?

        Recibe otro saludo muy cordial, donde quiera que te encuentres. Un abrazo

    3. Elena Enriquez Alcina

      Westmoreland,

      Me parece que en eso estamos todos de acuerdo, cada uno tiene que cumplir con su deber.
      A día de hoy seguimos articulando nuestro Sociedad a través de un representante mediante las urnas, ese instrumento “Estado” bajo su representante planifica y materializa la forma en la que nos regimos los demás. Esa es nuestra realidad.
      Tan importante es en este momento que cada español cumpla con su deber, como que la persona que nos represente (líder etimológicamente viene de leader, guía; Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora) sepa materializar con hechos (políticas adecuadas) los intereses de aquellos que representa.
      Las medidas que necesitamos son urgentes, dada la situación, a corto plazo. Para llevarlas a cabo se necesitan nuevas propuestas, personas con capacidad de representarlas y conformarlas. No todo el mundo puede hacer ese trabajo, eso es una utopía. El capitán de un barco para navegar entre tempestades tiene que ser buen conocedor en el oficio de navegar. Quien entienda la palabra líder como aquella que representa la figura de la edad mesiánica creo confunde la definición de esa palabra, el concepto es otro. Un representante elegido como catalizador, elegido de forma democrática con obligaciones, al servicio de….
      Quien nos representa es la imagen de los que lo han votado. Las cosas cambiaran cuando la sociedad española quiera que cambien.

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