Mi experiencia con la Justicia como institución y con los jueces como personas y como profesionales no es satisfactoria, salvo honrosas y extraordinarias excepciones. Lo que sucede con la huelga está lejos de ser entendido. No tengo la menor idea de si existen intromisiones del Ejecutivo en el Judicial. Mejor dicho, me parecen evidentes y constantes. No son de ahora. No tengo idea de si los medios con los que cuentan los juzgados son suficientes o no y si la dedicación profesional de todos sus componentes y cuerpos es la mínima necesaria o por el contrario abundan los casos de abstinencia laboral activa. Supongo que depende de las personas. Pero ese no es el asunto. Se trata de la primera convocatoria al margen de los mecanismos establecidos.

Todo empezó por unos correos que unos jueces comenzaron a dirigirse a otros usando, por cierto, el correo oficial. La cosa fue creciendo y llegaron a cientos de correos diarios. Se dieron cuenta de su fuerza. Comenzaron a percatarse de que tenían en sus manos un instrumento incontrolado. EL Estado podría privarles de ese correo oficial, pero con ello solo empeoraría la situación. Se creó una red entre ellos. Nunca mejor dicho. Y la conexión directa funcionó. El poder se sintió impotente para abortarla. Convocó a responsables, quiso impedir juntas de jueces…Inútil. Los jueces utilizaban los medios que la sociedad civil ponía a su alcance. Es toda una novedad. Para el poder, el que pueda cundir su ejemplo entiendo que es motivo de preocupación. Para otros tal vez sea esperanza de que algo ha cambiado. Y es posible que haya quien diga que sea bienvenido este cambio.