Ha muerto Jose María Cuevas. Fue un buen hombre, al menos eso creo.

En España en cuanto te mueres pasas a ser bueno, aunque durante la vida te hayan atiborrado a insultos y descalificaciones. El ejemplo de Jesus Gil me resultó particularmente doloroso. Cosas del ser humano que se acentúan en determinadas latitudes como la nuestra.

No era empresario, pero presidía la CEOE. En mis conversaciones con él nunca le encontré preñado de sectarismo mas allá de convicciones que, aunque no fueran las mías, no resultaban aborrecibles. En mi recuerdo un almuerzo en un lugar escondido de la CEOE. Tres comensales: Jose María Aznar, Jose María Cuevas y yo. El almuerzo no concluyó demasiado confortablemente… Creo que Cuevas tenía ideas acerca de la verdadera dimensión interior de los comensales. En fin, es historia. Ahora solo un recuerdo afectuoso para el hombre que se va, con sus virtudes y sus defectos. Como todos.