El G20, la banca, la sociedad y …nosotros

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75PICASOMENDIGOS

Ayer la reunión del G 20 fue el asunto principal que dominaba los medios escritos y audiovisuales de España y supongo que de buena parte del mundo. Una reunión en la que teóricamente los líderes de los países líderes del mundo decidirían una estrategia común para salir, sortear o salir o cuando menos paliar la crisis que sufrimos. Un objetivo pretencioso porque si consiguiéramos salir de ésta solo con una reunión de un día y unas cuantas palabras de políticos en ejercicio, la cosa no sería tan grave como parece. Pero, claro, no es así. Y precisamente por ello un diario señalaba que las cadenas de TV americanas trataron la reunión casi como otra cualquiera -o menos- de la reserva Federal de EEUU. La sensación de que la ciudadanía americana vive al margen de ese encuentro es tan cierta como preocupante.

Y es que a la pérdida de credibilidad de los políticos se une la sensación de que la crisis no va de palabras. Los que gobernaban mientras se desató el terremoto difícilmente pueden ser los mismos que lo solucionen. Posiblemente sea así pero el propio Sistema se encarga de que la sustitución personal no sea fácil, y la propia sociedad civil se siente inerte (aunque sea de su responsabilidad el encontrarse en semejante estado) de modo que el espectáculo de unas personas que detentan el poder mientras el mundo económico se derrumba, reuniéndose para decidir qué es lo que otros han hecho mal y ver como arreglamos un desperfecto de tamaño gigantesco pero que, curiosamente, no fueron capaces de detentar a tiempo a pesar de todos los instrumentos de poder de que disponían, ese espectáculo es capaz de herir la sensibilidad de muchas personas corrientes, no solo de músicos y poetas. Sobre todo si al final no localizan medidas concretas que les proporcionen un mínimo de esperanza de salida a corto plazo de la angustia que les toca vivir.

Antes que nada no exagero. En muchos lugares de España se vive angustia por asfixia financiera, impotencia enrabietada ante la imposibilidad de obtener créditos para seguir financiando la marcha de sus empresas, desesperanza sin consuelo porque no se ve la salida, y miedo, con tendencia a mutar al pánico, ante la percepción de que esto va a peor y que los tiempos que nos quedan por vivir serán mas dramáticos que los ya vividos. Lo vivo mas o menos a diario cuando me muevo un poco por ahí, cuando charlo con empresarios relacionados con nuestras actividades, cuando compruebas qué pasa con el mercado del aceite, de la avellana, las promociones inmobiliarias, las ventas de pisos, los productos de gran consumo…No sigo porque es obvio y relatarlo tan cansado como innecesario. No es literatura. Es la descripción de lo que para muchos, demasiados, es lo real.

Y ante ello, ¿qué se puede hacer?. ¿Qué cabe esperar de una reunión de políticos?. Poco. Al menos muy poco para que esta semana, o la que viene, o en el mes de Diciembre se perciba un cambio real, o, incluso, un no empeoramiento. Los políticos, quizás es que no pueda ser de otro modo, se acostumbran y nos acostumbran a gestos, cada vez mas grandilocuentes, cada día mas mediáticos, como si sus palabras, sus gestos, y sus imágenes fueran capaces de transmitir una serenidad a quienes viven carentes de ella por el día-a-día de sus vidas, como si la información cuidadosamente elaborada con fines mediáticos de inducción fuera equivalente a la propia realidad. Quizás en otros tiempos. Ya no. Si uno presta atención a la Red y sus contenidos tal vez perciba que nunca como ahora se produjo una distancia tan brutal entre las declaraciones políticas y sus terminales en medios de comunicación tradicionales, y las percepciones de la gente que se canalizan a través de espacios mas libres. Pero eso es bueno. O me lo parece. Para construir, no para destruir. Claro que en muchos ambientes se siente impotencia porque no son conscientes ni saben como organizar su potencia.

Por lo menos el diagnóstico de la crisis parece que suscita consenso: los malos son unos banqueros americanos desaprensivos, regidos por la codicia que se ampararon en la falta de regulación de sus actividades para embolsarse sueldos gigantescos con productos financieros carentes de rigor y que se situaban en eso que llaman fuera de balance. ¿Y ya está?. Pues parece que si. O sea que ¿lo que vive el mundo lo han provocado unos pocos banqueros sin escrúpulos, codiciosos, ambiciosos y que cobraban sueldos monstruosos?. No se, pero me parece que es una visión corta, demasiado corta, porque si esas pocas personas son capaces de organizar algo tan serio que tiene pinta de poder convertirse en una depresión mundial es que habíamos diseñado un sistema de locos, nos autodotamos un modelo de convivencia de riesgo superlativo. Ahora descubrimos que a pesar del enorme poder de los políticos de todo el mundo, de sus superestructuras, de sus CNI, CIAS y demás, el verdadero poder, al menos el verdadero poder destructivo lo tienen unos cuantos financieros avariciosos de W.S. No se, me sabe a poco.

¿Como es posible que los políticos aplaudieran los crecimientos económicos que ahora se presentan como virtuales, carentes de fundamento?. ¿Cómo es posible que los bancos centrales no se dieran cuenta de que se estaban gestando cantidades ingentes de dinero virtual que nunca existió?. ¿Cómo es posible que en las normas reguladoras de las actividades financieras existiera un agujero capaz de permitir semejante desastre?. No se, pero eso es lo que han concluido los reunidos en el G 20 y en consecuencia sus recetas consisten, en este aspectos, en mejorar la normativa reguladora de las entidades financieras para evitar nuevas crisis…Y ya está. ¿Ya está?

Que el sistema financiero se estaba alejando de la economía real es una obviedad. Que la separación radical entre lo financiero y el mundo económico real era tan cierto como estimulado desde los propios supervisores bancarios, es un hecho. No se donde dijo F. González que era necesario devolver al sistema financiero a su verdadera función: la financiación de la economía real. Me alegro que haya cambiado porque cuando ejercía como Presidente del Gobierno disponía de un Ministro de Economía (C. Solchaga) y de un Gobernador (M.Rubio/L.Rojo) que no pensaban así, al menos eso viví en mis carnes cuando creamos la Corporación industrial que era eso, precisamente eso, separar banca/industria en balances pero garantizar a las industrias el acceso a la necesaria financiación por encima de las genialidades de productos financieros llamados derivados fuera de balance y otras maravillas financieras.

E. Phelps,premio Nobel de Economía de 2006, decía ayer que “un problema que debe resolverse es qué función debe ejercer el sector de la banca en la sociedad”. Totalmente cierto, tanto como descorazonador. Así que después del tiempo transcurrido desde los Medicis hasta nuestros días hoy tenemos que comenzar a descubrir que hace la banca, para qué sirve, que función cumple respecto de la sociedad…..¡Donde estamos!. Lo malo es que tiene razón cuando sostiene que “la mayoría de los bancos parece haber perdido su pericia para los créditos a empresa o sus inversiones”. ¡Pero si ese es teóricamente su objetivo!. Entonces, ¿a qué se han dedicado?. Pues a lo que decía yo, a despreciar en gran medida la economía real y a diseñar productos de laboratorios financieros que han conducido a la realidad de hoy. Y eso, digan lo que digan, era el modo de pensar de políticos y reguladores durante años. Que ahora, a la vista de la magnitud del desastre digan que ellos no pensaban así es normal. Forma parte del comportamiento habitual. Otra cosa es que tengamos que creerlo. Por eso concluye el premio Nobel: “hace falta una nueva forma de pensar”. Es exactamente lo que escribí en este blog días atrás. ¡Y tanto que hace falta una nueva forma de pensar porque de otro modo nunca cambiaremos nuestros modos de comportamiento!.

Claro que hay que proteger el sistema financiero, como decía J. Tamames en uno de sus comentarios en este blog, porque de otro modo se derrumba toda la actividad económica. Pero hay que ser conscientes de que el sistema financiero puede causar daños irreversibles a la economía real mediante la destrucción de su acceso al crédito. Y esto es lo que sucede. Así que las soluciones deben seguir a la magnitud de los problemas. Ahora para evitar los daños proponen políticas fiscales (impuestos, subvenciones, políticas monetarias (suministro e dinero…) y poco mas, porque poco mas pueden hacer si somos sinceros. Pero creo que quedarse en que algo tan monstruosamente gordo tiene unas causas tan delicadamente finas, me parece, una vez mas, ver las cosas desde el prisma de los intereses cortoplacistas de quienes detentan el poder. No lo se. Quizás esté equivocado. Me gustaría. Se ha utilizado el dinero de todos en cantidades tan masivas que tendremos que pagarlo en términos de bienestar, como mínimo, para salvar al sistema financiero de sus propios errores, errores derivados de un modo de pensar propio de la clase dirigente, errores que se proyectan de manera directa e inmediata sobre la destrucción de focos de economía real llamados empresas. Y.. ¿ya está? ¿No reclama eso una atención al verdadero fondo del problema?

Ayer leía algunos comentarios aparecidos en prensa para ver si me aportaban algo de luz. No mucha. Hay un fervor nada disimulado en decir que aquí no ha pasado nada en términos de sistema aunque haya sucedido mucho en términos de vidas de personas que sufren el colapso. Todos proclaman que el sistema capitalista no está en juego, ni siquiera para modificarse un milímetro. Mejores regulaciones, limitaciones de sueldos…No se, presiento que esto no es. Nadie dice que el sistema capitalista vaya a morir. Es, a la vista de la historia, el modo mas eficiente de crear riqueza real. Pero creo que un modo de entender el sistema sí va a cambiar. La confianza en que el mercado es la panacea y que por si solo es capaz de resolver todos los problemas, también. A la vista está. O debería. Que los fallos del mercado se arreglan con mas mercado me parece mas que una tautología: un axioma peligroso, muy peligroso, pero no para el orden de los conceptos, sino para el vivir de cada día.

R. Selten, premio Nobel de Economía 1994, un hombre de 74 años, aseguró: “la teoría económica debe avanzar hacia una imagen mas realista del comportamiento humano”. Exacto. No podemos diseñar un modelo abstracto que funcionaría teóricamente en manos de unos individuos teóricos, virtuales, que nada tienen que ver con los humanos reales, los que controlan el poder, los que deciden, los que se mueven por intereses, los que aplican el principio de la conveniencia, los que no tienen el menor inconveniente en entender que la dignidad tiene su sitio en las mentes de los poetas y de la literatura fantástica. Debemos diseñar un modelo que tome en consideración como somos, a qué estímulos obedecemos, qué somos capaces de provocar cuando la codicia, el miedo, la avaricia y demás maravillas emocionales se instalan en nuestras vidas.

Por eso el asunto sigue siendo el hombre. El producto humano. Diseñar en abstracto es ridículo. Por fuertes que sean los controles, por ingentes las medidas que se impongan, detrás y delante, en la gestión financiera y en la gestión política, nos encontraremos con humanos, y si siguen siendo como somos, pues todo volverá a suceder. Inevitablemente. Por eso a la vista de que llevamos dos mil años rezando para que haya paz el mundo y cada día las guerras son mas abundantes y sobre todo mas sofisticadas, la pregunta es: ¿falla Dios o nosotros?. Yo creo que nosotros. ¿Fallan las normas reguladoras o nosotros?. Yo creo que nosotros. Así que mientras no reconozcamos que el fondo es un asunto de valores, de arquitectura del individuo, de modo de pensar, de estructura del Sistema, estaremos poniendo parches. Eso implica revisar a fondo la estructura valorativa y operativa del Sistema. Comprendo que es incómodo, pero….

Hemos creado un modelo global mediante la libre circulación de capitales. Cada uno se financia donde puede al coste que sea, sobre todo si quiere financiar alegrías nacidas de estereotipados productos financieros. Nos guste o no a la libertad mundial de capitales le corresponde una organismo mundial de control. Me parece impensable que algo así vaya a aparecer. No estoy diciendo ahora que una autoridad mundial en materia financiera no traiga consigo costes en términos de convivencia. De eso no hablo. Digo que si existe libertad de circulación de capitales en el plano mundial, la regionalización en unidades estatales del control de entidades financieras es sencillamente inservible. Como dice J. Stiglitz, Premio Nobel de economía 2001, “un sistema financiero global requiere un sistema de reserva monetaria global”. ¿Es pensable que los Estados, los políticos que los ocupan, cedan soberanía en beneficio de una estructura que ellos no controlan?. ¿Caminamos hacia una moneda única mundial, un control financiero mundial y un gobierno mundial?…….

Al final me quedo con esta su frase: “en realidad los mercados financieros no deberían ser mas que un medio para facilitar una economía prospera y estable y desarrollando una mejor gestión de los riesgos…la estructura financiera global actual no es sólo insuficiente, sino también injusta”. Palabras como justicia, solidaridad, reparto…han perdido su valor durante los años pasados. Es difícil que lo recobren. Sobre todo si la sociedad es cada día mas consumidora de soledad, de individualismo mal entendido. Todos sentimos que el crédito es un bien social indispensable para el funcionamiento adecuado de la economía real. Todos sentimos que el fracaso de su misión es estruendoso. Ahora resulta que eso se debe solo a unos pocos desaprensivos codicioso y de pensar, de volver a pensar el modelo, de analizar críticamente el sistema, de intentar ver la mejor manera de organizar el control social del riesgo, de eso apenas nada mas que un poco de literatura. “Nada gusta mas al español que buscar un culpable para todos sus males”, decía Ortega. Se ve que eso no es exclusivo de los españoles y que la epidemia se ha extendido, quizás por eso de la globalización.

El hombre, al final, como siempre, el hombre…..