Algunas respuestas a lo de ayer por eso de ser domingo el dia de hoy

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Estoy trabajando ya en el libro relato de las vivencias interiores y exteriores de los tres recorridos de prisionero del Estado efectuados en 1994/1995, 1998/1999 y 2002/2006. Vuelvo la mente atrás, a los recuerdos. Mucho del material del libro se confeccionó en la propia prisión de Alcalá Meco y se encontraba archivado en uno de esos discos duros que tenemos por si acaso. En cierta medida es un test, porque podría notar cierta agitación interior al volver mentalmente a ese pasado. Pues no. Al menos de momento. Voy por el primer capítulo, en el que se contienen algunas conversaciones familiares en los días previos al 23 de Diciembre de 1.994, fecha de mi primer ingreso carcelario, conversaciones que -lo admito- contenían una carga emocional de sustancia densa. En fin, que en ese camino andamos y eso cuesta, si no exceso de emoción, si trozos de un tiempo escaso.

Pregunta inevitable: ¿es malo mirar hacia atrás, vivir el pasado?. Recuerdo que alguien efectuó algunas consideraciones al respecto a propósito de la ruina a manos de Madoff de las fundaciones hebreas relacionadas con el holocausto, alegrándose, primero, de la propia ruina y señalando, después, que la alegría provenía de que prefería mirar hacia el futuro dejando en el olvido los hechos luctuosos del pasado. Creo que fue Serena, pero pido perdón si me equivoco, porque la verdad es que el archivo de comentarios se encuentra tan repleto que es casi imposible buscar sin una base de datos organizada, de la que, de momento, carezco.

¿Fue JF Kennedy quien dijo aquello de que los pueblos que olvidan su historia se verán obligados a vivirla de nuevo?. Pues tal vez,pero cuenta el aserto y menos el autor. Por cierto, no recuerdo si os comenté que en verano pasado me prestaron por tres días un barco histórico, el Royono, un precioso yawl de 22 metros, diseño de Alden, totalmente reconstruido por G. Kiss en astilleros franceses en 2005. Su valor histórico, aparte de estos datos, lo proporciona Kennedy, porque lo consideró -según dicen- “su barco”, antes de llegar a ser Presidente y después de su nombramiento, y cuenta la leyenda que M. Monroe ocupó plaza en cubierta y bajo cubierta mientras el barco se movía impulsado por un velamen nada despreciable. Creo que sí, que ya hemos comentado este tema, pero por si acaso he puesto un link abajo con algunas, pocas, fotografías por si os apetece ver al Presidente Kennedy en el timón del barco, salvo que ya las haya publicado en el blog, que no me acuerdo.
Creo que es así. Conviene no olvidarnos de nuestra propia historia. Reproducirla. Recordarla. No para viajar mentalmente a ningún pasado, no para retornar a un lugar que ya no existe, sino para tratar de extraer enseñanzas. Cierto es que nuestra maestría vital se concentra obstinadamente en ignorar nuestros errores, y, a consecuencia de ello, en reproducirlos impenitentemente, pero eso, que parece no tener remedio, reclama con más fuerza todavía ese saber contemplar nuestros actos, es surco a través de la historia de que habla Cioran, de nuestra historia colectiva, como humanidad, como pueblo, como nación, como familia y como individuo aislado, porque al fin y al cabo nuestra historia individual es el surco que trazamos sobre nuestra propia existencia. Fernando ha escrito en el blog de ayer una frase importante: “Un arquetipo siempre hace el mismo movimiento en distintos instantes espacio temporales” En apariencia es un determinismo ahistórico. No quiere decir eso. Para entenderlo hay que saber qué es un arquetipo. Y por qué opera a través de “distintos espacio temporales”. Pero es así. Exactamente así.

Por ello, si ese recordar lo que sucedió, si la reedición, ahora con libertad, de las aberraciones que se cometieron (es mi opinión, claro) tuviera como objetivo un refocilar en el fango, volver a contemplar lo que he calificado de primaveras de carroña, sería ridículamente estúpido, además de mentalmente nocivo, consumir energías en semejante tarea. Ni lo necesito para seguir caminando ni es conveniente añadir mas lastre emocional al que de por sí implica el trazado del sendero. Pero no es eso. Antes que nada, con absoluta sinceridad, el juego de las emociones derivadas de esa historia se apagó hace tiempo. No quedan brasas, ni siquiera cenizas. Así que la predisposición interior es adecuada para el trabajo.

Y es que el trabajo implica autoreconocernos. Porque todos estuvimos ahí, de una u otra manera, como actores, cómplices, encubridores, mediopensionistas o, sencillamente, individuos aterrados, asustados por la dureza del espectáculo y la exhibición morbosa de la potencia de un poder sin límites que nosotros, al menos eso creemos, con nuestro votos contribuimos a instalar y que con nuestra ”prudencia” aprendemos a soportar. La historia de las grandes decisiones nacionales, en cualesquiera de sus ámbitos, es nuestra historia, porque nada sucede a otro sin que de alguna manera nos suceda a nosotros, y lo que es algo mas irritante: nada sucede sin nuestro concurso, por activa o por pasiva, como decían los antiguos. Por eso todos los horrores de la humanidad son horrores de nosotros mismos. Pensemos que el próximo en sufrir horrores podemos ser nosotros, o alguien cercano, querido por nosotros. Quizás así le demos mayor interés al estudio de esos surcos….

Bueno, y dejando esas cosas tan densas, contesto algunas de las preguntas que se formularon a propósito del comentario de ayer. Alejandro me pregunta sobre Alfredo Sáenz. No le conozco personalmente. Creo que hablé una vez por teléfono nada mas. Pedro de Toledo, a quien conocí bien, le nombró consejero delegado del Banco de Vizcaya después de enviarlo a una dura labor con banca Catalana, un episodio financiero/político del que en mas de una ocasión conversé con Jordi Pujol, a quienes los socialistas -creo- quisieron encarcelar a consecuencia de ese asunto, porque si la memoria no me falla Jordi Pujol fue algo así como Presidente o Consejero Delegado de Banca Catalana. Pedro Toledo ha fallecido, así que no quiero poner en su boca juicios que no pueden ser contrastados. Hubo un momento, diciembre de 1.988, en el que Pedro acarició la idea de una fusión Banesto/Vizcaya. La comentamos brevemente. La desechó por consideraciones personales, entre las que figuraba su concepto de Alfredo Sáenz….y se encontró con un Banco de Bilbao herido de gravedad después del tremendo fracaso que supuso embarcarse en la decisión político de absorber Banesto. Y se fue a por ese Banco. Alfredo Sáenz, cuando murió Pedro Toledo, intentó ser Presidente del BBV. No lo consiguió. Parece que algunos o muchos a ningún precio lo querían en ese banco en tal puesto. Ignoro bien por qué. Allí quedó hasta que le nombraron interventor de Banesto. Posteriormente negoció con Botín y actualmente es consejero delegado del Banco de Santander. Yo creo que es el hombre que tiene mejor información de la verdadera situación de Banesto en el momento de ser intervenido. Es muy posible que el disponer de esa información sea su principal fortaleza.

Agradezco a Jaime de Génova el rigor de sus intervenciones, citando literal y textualmente las fuentes, es decir, las actas de la Comisión Banesto. No especula. Sencillamente cita. Y deduce de los hechos. Es verdad que me dijeron que una de las alternativas consistía en ceder mis derechos políticos al Fondo de Garantía de Depósitos. Debería constar en el acta de la sesión que celebramos ese día 28 de diciembre. No tengo la menor idea de lo que pretendían porque es una estúpida memez, pero en aquellos instantes, como lo que les sucedía es que mi negativa a vender no formaba parte de su esquema mental, del diseño teórico efectuado presumiendo mi comportamiento, improvisaban sobre la marcha y algunas mentes, acostumbradas a obedecer como norma, no solo no piensan bien sino que improvisan peor.

Caluco tiene razón porque si el dinero lo pagaba el BBV no existiría propiamente malversación de fondos públicos, pero sí de fondos privados, porque si se compra algo que no vale el dinero que se paga a impulsos de terceros, eso tiene encaje en las figuras más perfiladas de apropiaciones indebidas impropias o delitos societarios. Nadie pagaría semejante suma por algo que supuestamente valía cero. Salvo que se lo ordenara el poder, claro. Y en tal caso existiría eso que los penalistas llaman concurso de delitos. Yo no soy experto, ni quiero.

Diana Z se pregunta: “pero, de verdad, ¿mereció la pena?¿ Ha servido para algo? Porque ni siquiera ha servido para cambiar un milímetro la estructura del poder. Tal vez tu interior lo agradezca pero todo sigue igual. ¿Esto ha de ser así siempre? “ Te respondo: si nosotros seguimos así, por supuesto. Y en el seguir así el papel que cubre preguntarse si merece la pena respetar nuestra dignidad, no es escaso, desde luego. Juanarmas advierte: “¿”Inmaduros” por valorar los “valores humanos “? Bien sé, aun sin conocerte, que la elección es deliberada. ¿Sin valores humanos, no nos convertiríamos entonces en lo que somos a ojos del Sistema social: poco más que un bien tasable y un número?”. Así es. No nos convertiríamos como hipótesis sino que en eso nos hemos convertido en gran medida como hecho cierto. René Guenon ha escrito “El reino de la cantidad y el signo de los tiempos”. Es un análisis de la cultura de lo cuantitativo. Números… La mitad mas uno es lo cierto….

La pregunta de Consuelo parece querer encontrar una síntesis (para mi imposible) entre dignidad e intencionalidad de otra textura. “Quisieron comprarte, pero no te vendiste. Pensaste que eso te hacía mucho más peligroso para todos? Supongo que sí.”. Pues no. No pensé en eso. Para nada. No quería ser peligro. Sencillamente quería ser yo mismo. Me di cuenta de que la propuesta era inmoral. Eso es todo. Mejor dicho, eso fue todo. Comprendo que muchos no actuarían nunca así. Ya, pero….

Dice JS “El 30 de enero de 1.995 volvió por donde solía, en materia de dignidad. Porque hubo que sacarle entonces de la cárcel poco menos que con fórceps, según cuentan los que saben de eso. Por dignidad se negaba a pagar o prestar la fianza acordada por la Sala de la Audiencia Nacional y prefería seguir en el talego hasta que llegase el juicio en su caso, porque consideraba que bastaba con su palabra –como así fue- para garantizar su disposición ante los Tribunales. Parece que hubo que presionarle mucho para que dejase la dignidad por un momento a un lado y se acordase de la familia y de sí mismo. Eso podría justificar otra reflexión sobre el coste y el precio de la libertad.”. Conoce el asunto, a lo que se ve. Así fue, pero de eso hablaré en el libro que me voy a seguir escribiendo. ¿Quien fijó aquella fianza absurda de 2.000 millones? ¿Por qué? ¿Quien trasladó a Matías Cortés la información? ¿Por qué le concedieron a Lourdes el aval bancario sin que yo firmara un solo documento hasta no encontrarme en libertad? ¿Por qué sacarme de prisión con aquella celeridad rodeado de nocturnidad? Preguntas interesantes. Hablaremos de ellas. Porque no se trata de mi. Se trata de nosotros.

Buen domingo a todos

Fotografías de Kennedy en el Royono