Y en silencio sigo

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Nunca pertenecí al grupo de adictos a internet, entendiendo por tal aquellos que, tal vez atestados de soledad interna, con sin ruido exterior, deambulan por las páginas que buscan en su navegador con la no siempre honesta finalidad de dar rienda suelta a los pedazos de su personalidad mas espoleados por esa emoción que domina sus vidas. Siempre me ha resultado extraño relacionarme con sujetos de rostro desconocido. Me ocurría cuando recibía cartas en prisión y debía contestar. No podía visualizar una imagen de aquella persona a la que dirigía mis palabras, mis comentarios, mis juicios y mis agradecimientos. Y esa sensación, lo confieso, no me resultaba lo mas agradable del mundo. Pero la superé. O mejor dicho, la doblegué, como se doblega un junco sin arrancarlo de su tierra, porque fueron cientos, quizás miles, las cartas que envié a personas total y absolutamente anónimas para mi. Curioso: yo que profeso un íntimo y sincero convencimiento acerca de las futilidad de los aspectos mas llamativos de la personalidad, percibía la extrañeza de dirigirme a un sin-rostro. Cuando, en puridad y sobre todo en coherencia con mi pensamiento, debería resultar lo mas estimulante. Pues no. Lo confieso humildemente. No consigo identificar su verdadero fundamento. Tal vez es que el motor del pensamiento, el modelo que preside su producción en el cerebro, sea sencillamente así de simple y ese puñetero lenguaje proposicional al que tantas veces me refiero, no siempre con acierto y menos con cabal comprensión ajena de lo que digo, ese lenguaje que por suerte o desgracia supera el propio “del instante”, reclame no sólo un yo con nombres y apellidos, sino, además, con eso que vulgarmente se decía, con “cara y ojos”. Pues quizás sea así.

Nunca fui asiduo de blog alguno. Ni siquiera conocía instrumentos comunicativos -serán eso, supongo- a los que se apunta la gente con sus fotografías, selecciona “amigos”, publica sus fotos…Expulsa fuera de su propio círculo a sus esferas de intimidad, por decirlo de manera gráfica y tal vez exagerada, al menos en ciertos casos. Por ello cuando me propusieron desde diversos frentes que tenía cierta obligación -vaya palabra- de crear un blog para expresar ideas en momentos en los que se necesitaban catalizadores destinados a aportar sugerencias y experiencias para mejorar -otra vez un palabro peligroso- nuestra convivencia, lo que me costó mas esfuerzo no residía en emplear una parte sustancial de mi tiempo que, por cierto, hube de robar a menesteres para mí muy queridos, sino esa extraña sensación de los sin-rostro que, para mas inri, se transformaban en un sin-rostro-nombre-apellidos, es decir en un producto virtual. No consistía el invento en que no supiera quien era el interlocutor sino que, además, algunos podrían dedicarse a jugar al escondite consigo mismos y fabricarse tantas personalidades -por atribuirles un significante- como les viniera en gana, lo que, lamentablemente, podría ser debido a la necesidad de dar rienda suelta a frustraciones personales que, al menos en ciertos casos, rozaban o incluso caían de lleno en el estanque de las psicopatías mas elementales.

-Te cuidado con tu blog. No imaginas la cantidad de raros que pueblan internet. ¿No has oído halar de la vida virtual?.
-Pues no, sinceramente.
-Pues existen sitios en los que uno se inventa un sujeto, un tipo de persona que le habría gustado ser, y en ese espacio se dedica a vivir vestido con esas ropas y desarrolla su mundo, como si de un mundo real se tratara.
-¿Y hay mucha gente que se dedica a eso?.
-Mas de la que te imaginas. En eso consisten los llamados nicks: personalidades virtuales en las que ocultar y sobre todo desplegar un mundo virtual, en ocasiones meras paranoias personales.
-Bueno, pues lo tendré en cuenta.

¿Podría ocurrir algo así en nuestro blog?. Pensé que no resultaría fácil debido a los temas que tratamos. Un poco de locura se necesita, desde luego, para dedicarse a materias como las propias del camino en sus diversas manifestaciones, incluido, por supuesto, razonar sobre algo tan esotérico como nuestra enferma sociedad civil, o, si se prefiere elevar el tono, la decadencia del modelo occidental de vida aplastado por las emociones mas alicortas del ser humano. La codicia, por ejemplo, que contamina Fundaciones sin ánimo de lucro y que sublima el lucro enfermizo y ruborizante de los ya gigantescamente enriquecidos. Eso de dedicarse a tratar de mejorar la convivencia reclama en una sociedad como la nuestra dosis nada despreciables de locura. Pero una locura que huele a cordura, que sabe a buena fe, que tiene tacto de sinceridad, porque de otro modo se ahogaría a si misma en las primeras brazadas en nuestro estanque.

Con esa esperanza, que suele ser pariente consanguíneo de la inexperiencia, lo puse en marcha, Cierto es que en algunos momentos se confundió el blog con un chat -¿se dice así?- y en lugar de comentar lo situado en el post con esa finalidad, se entablaba un diálogo repleto de banalidades y hasta de intimidades que uno sentía una especie de incipiente rubor al leerlas, quizás por la sangre galaica que corre por mis venas, que, al menos en este aspecto, no se diferencia de muchas otras de las que pueblan el circuito sanguíneo de la península ibérica. Pero en el fondo es comprensible. El ser humano siente necesidad de comunicarse y a la mínima practica el deporte. Protegido por la nocturnidad del nick, que liofiliza parte de la riqueza propia de ser un humano real, pero con el que se gana en sinceridad derivada anonimato, que es sinceridad de tono mucho menor, pero, en fin, nada de eso era intrínsecamente malo, ni perverso, ni destrozaba finalidades del blog, del que, aún con esos contenidos en trozos de sus páginas, sentía, percibía su utilidad. Entre otras razones porque el programa me indicaba miles de entradas diarias, algo insólito por los temas tratados y la deliberada, consciente ausencia de publicidad para alguien que, le guste o no, resulta tan extremadamente conocido de nombre y apellido como yo. No quise que se masificara debido a la facilidad que tendría para provocar ese resultado. Deseaba que se fueran agregando, entrando y saliendo, aquellos a los que interesaran los temas que tratamos, no el morbo de un nombre y un apellido pegado al terreno propio de nuestra historia de los últimos veintitantos años, una historia plagada de sombras disfrazadas de luces, y de luces vestidas de sombras, que ahora, precisamente ahora, tenemos que situar en su lugar merecido arrebatándoles a golpe de sufrimiento en carne viva los disfraces de su tragicomedia antes de poner en orden nuestra propia casa, es decir, eso que llamamos nuestra convivencia.

Un día, sin embargo, comenzaron los insultos. No entro a juzgar razones. Me atengo al hecho puro. Me pareció infantil. Insultar desde un nick no es insultar porque falta la precisión del sujeto real. En un insulto virtual. Pero se recibe por otro nick, lo que aumenta en progresión geométrica la virtualidad, la carencia de sustancia real del suceso. Por eso sonreía. Quizás porque he recibido en mi nombre y apellidos tantos insultos carentes del menor fundamento que eso del insulto virtual, con autor desconocido y receptor virtual, no conseguía provocarme mas que sonrisa. Pero a otros no. Otros se tomaban en serio lo del nick, y, a fuer de sincero, yo pensaba cuando veía escritos ofendidos que ni siquiera tenía la menor idea de insultante/insultado, no sabía si, por ejemplo el nick de hombre puede esconder una realidad de mujer, o al contrario, si el nick de un supuesto monje puede ser en realidad el dueño de un burdel de carretera transitada por vehículos y humanos atiborrados de instintos en circuito de compraventa. Todo era o debería ser virtual y, por tanto, carente de consistencia alguna. Los insultos y las protestas. Por eso no me preocupaba. Pensaba que tal vez algunos no eran capaces de percibir con nitidez lo sarcástico de ciertos escritos, y, si se me permite, hasta la tragedia de ciertas almas que supuraban sus escritos dolientes con apariencia de festivos. Y eso que el dudoso gusto en ocasiones inundaba escritos de calidad nada despreciable. Pero en fin, casi sierpe sucedía en un fin de semana y todo resultaba mas humano, mas comprensible, aunque no por eso lo de la virtualidad dejara de ser para mi de lo mas llamativo que se despacha.

Nunca he sentido miedo de que apareciera por aquí alguien dado a insultarme. Al contrario, lo asumo, porque está en el guión de lo sucedido y por suceder. Incluso os digo mas: la forma de insultar evidenciaría la carencia de argumentos, y eso alertaría, si es que se necesita, de la verdadera motivación del procedimiento. El insulto suele ser un sustitutivo de la razón, porque cuando la lógica preside nuestro argumentario, los exabruptos mas que adornar estorban, pero cuando nuestra lógica la monopoliza el insulto, entonces lo yermo de nuestro razonamiento evidencia lo miserable de nuestro propósito. Quizás a la vista de que yo uso nombre y apellido el insulto debiera corresponder con identidad real, pero me da exactamente igual. No me ofendo, porque esa es la cuestión: nadie me ofende. Yo soy quien provoca el resultado al interiorizar, al convertir en sentimiento una frase ajena. Y no a todos les concedo semejante privilegio de inundar de malos sentimientos la calma de mis adentros. Menos a un nick…Mucho menos.

El control que establecí y que, por cierto, he usado en una sola ocasión sobre cientos, muchos cientos de “comentarios”, se debió no a que algo fuera referido a mí, sino a una falta de respeto para con uno/una de los asistentes, y no porque sus constantes rupturas de su intimidad, su exposición en plaza pública de sentimientos íntimos no justificaran en cierta medida ese comentario censurado, sino porque este no es lugar para esas habilidades, ni justificadas ni sin justificar. Allá cada cual con sus manejos de lo intimo, allá cada uno con sus conceptos de eso que llaman pudor. Y allá yo con mi deseo de que ese producto no se despache en este centro. Pero, claro, sin convertirme en vigilante de esta playa, que no tengo ni edad, ni, mucho menos, textura moral para ejercer de inquisidor tardío en un modelo de convivencia atestado de ortodoxos de una dogmática que ha conducido a la pobreza de espíritus y ahora parece que, además, de muchos cuerpos físicos, que ha provocado que convivan la codicia mas abrupta con la miseria mas lacerante. Y que ahora, encima y para mas sarcasmo, los autores, cómplices y encubridores, no solo quieran llamarse a andanas, como se decía antes, sino que pongan sus mejores esfuerzos en ver a quien consiguen presentar como culpable ante una sociedad aficionada a la sangre vertida en plaza pública, de males que solo a ellos y a su estupidez mental y bajeza moral son atribuibles.

Pero lo sucedido el día pasado resulto excesivo. Es notorio que la muerte me golpeó con fiereza en un momento decisivo de mi vida, porque cuando murió mi mujer, algo profundo de mi murió con ella, y el dolor de sentir ese quebrantamiento pertenece al plano en el que las palabras resultan instrumentos carentes de utilidad. Por virtual que fuera el medio, por paranoicas las personalidades que de vez en cuando lo ensucian, ni siquiera podía imaginar que alguien se dedicara en esta casa nuestra a bromear con tal mal gusto sobre algo tan serio como es la vida/muerte. Os confieso que cuando leí la confesión de una supuesta viuda acerca del fallecimiento de su marido, me sentí mal. Inevitablemente vinieron a mí imágenes que guardo en mis urnas interiores. Pensé en otros asistentes a este blog que han visto como un accidente arrancaba de sus vidas a seres queridos dejándolas repletas de una soledad tan inconcebiblemente intensa como imposible de comprender en la razón de su presencia. El dolor de la muerte de un ser así quizás no sea siempre llama viva, pero permanece ad eternum como brasa de olivo viejo y cualquier soplo de aire, aun con la delicadeza de un suspiro doliente de un ser humano, es capaz de avivarla, aunque ya he aprendido a sentirme confortado por el calor que desprende ese nuevo nacer de la hoguera del dolor, porque el dolor como tal no vive en el hecho sino en las emociones que fabricamos en nuestro interior repleto de egos insatisfechos y atiborrados de personalidades fatuas, consumidores embrutecidos de pasado/futuro, categorías para criados del intelecto puro.

Incomprensible el juego, porque todo parece indicar que es un juego y plagado de aspectos mórbidos, paranoias de personalidades dignas de mejores reclusiones forzadas.

Y apareció Julia Bruguera, doliente viuda de Fernando BC, el monje amable y atento. Su profesión, además de haber consumido vida en monasterios, era la Administración de empresas y las finanzas, carrera en la que se había licenciado, según propia confesión, a los 23 años, antes de entrar al convento ( post de FBC 21/11 a las 12:51). De hecho, ya había dicho algo parecido en  su post  del 20/11/2008: “Hace exactamente 2 meses di una charla a los empleados de mi empresa,y curiosamente uno de ellos me preguntó: 
-¿cómo que usted tras haber sido monje,hoy día se dedica a llevar la dirección de esta empresa y a centrarse en asuntos económicos y financieros?” Es decir, hace un par de meses parecía gozar de buena salud hasta el punto de poder dirigir  una empresa y dar conferencias a los empleados. De esa misma buena salud gozaba asimismo el 31/12/2008, puesto que ese día tengo registrados cuatro o cinco post en los que en modo alguno se vislumbra una muerte inminente y menos una larga enfermedad. Y menos una edad tan avanzada como los ochenta y muchos años

Pero confieso que me alarmé cuando con un nick conocido JJ Calaza cuestionó la verdad del relato de Julia Bruguera, si es que es nombre existe. Y no porque sea inteligente o desconfiado, que no es el caso, sino porque, reafirmando lo que él mismo ha contado, ha vivido/sufrido la muerte de su mujer y de su hijo, en ambos casos en circunstancias tan especiales que bajo ningún concepto, en ninguna circunstancia, ningún impulso le llevaría a bromear con la muerte de nadie, y menos de una compañía de vida o de un hijo. Si lo decía es porque sospechaba que algo así estaba sucediendo en este blog y eso le soliviantaba exponencialmente, por la seriedad de una muerte, por el recuerdo, por la bajeza moral que significaba y el último término, pero solo en último término, por el blog. En ningún caso por el deseo de originalidad y menos por alimentar una vanidad que hace mucho tiempo que acabó harta de primer, segundo plato y postre.

Aún así, envié al correo que figura en el comentario interno en la intranet un telegrama de pésame a la viuda, quiero decir, a la que todo parece indicar que es solo una virtual viuda. Hasta hoy no he tenido respuesta…

No tengo una idea precisa de si Julia Bruguera es el propio FBC o alguien muy próximo a él con quien coopera en binomio. Quizás incluso, como  dijo de sí misma, sea una escritora frustrada que quiere aprovechar el blog creando una ficción literaria. Pero ante la insistencia de Calaza, reclamando pruebas, nombre, apellidos, donde salió la esquela, en qué día….la historia parecía complicarse.

El primer escollo que, según parece, encontró Julia/FBC fue una esquela que correspondiera a las iniciales Fernando BC del 1/1. Parece que buscaron en internet en una página especializada en difuntos. Como Julia  no la encontró dijo que en realidad se llamaba Fernando SS y que aparecía la esquela en una dirección digital que suministró. En efecto, aparecía en internet una persona que correspondía a las iniciales Fernando SS, si bien fallecida el 31/12 y no el 1/1, pero sin más datos. El problema es que esa página tenía el acceso restringido a todos los que no estuvieran registrados. Calaza solicitó ayuda técnica y logró acceder a la información. Y resulta que Fernando SS, el supuesto, marido de Julia Bruguera, tenía 87 años, no dirigía ninguna empresa  y su viuda no se llamaba Julia Bruguera. En fin, a este dato hay que añadir que, según me dicen, y tengo la prueba remitida, el correo que le envió Julia a Calaza, y que este investigó a fondo, saltó el nombre: Julia es un hombre.

Y FBC, que “fallecería el día uno de Enero después de una larga enfermedad”, escribía en nuestro blog el día 31 de diciembre lo siguiente:

Escrito por FBC(el monje) el 31/12/2008 a las 17:23. Para Consuelo e Isabel
Hola a las dos. Entre otras cosas le he dicho a Mario que si al final se va ha publicar el libro del blog. En él -y esto es una sugerencia-podrían aparecer las fotos de todos los que participamos-estilo anuario-o del que quiera. Creo que sería un bonito libro y recuerdo,eso unido a los comentarios que Mario hace día a día,ya que publicar todos los post sería difícil,¿qué os parece?

Un hombre sometido a una larga enfermedad que le causaría la muerte al día siguiente pidiendo un libro en que el apareciera su fotografía ….

Sinceramente no entiendo. Estoy especialmente dolido por una frase que recibí en un correo que me remitió Rosa María, a quien la historia ha causado un daño exponencial. Espero que entienda que no podemos sacrificar nuestra vida a personalidades paranoicas que ni siquiera vislumbran el daño moral que sus genialidades con capaces de producir en almas de buena fe. Hay personas grandes, Rosa María, merecedoras de nuestro afecto y admiración. Lo digo por experiencia. Detenerse día en lo perverso es perderse lo grande de la humanidad.

Con la historia lo he pasado mal. Sinceramente muy mal.
Espero que ahora entendáis un poco mejor mi silencio.

Y en silencio sigo.
Gracias