Ayer di cuenta de la dimisión/cese del ministro Bermejo en un comentario al tema central del día. Juanarmas me insinuó que el asunto merecía un post especial. No quise hacerlo de esa guisa porque Bermejo tuvo un comportamiento incalificable conmigo en su día y alguien podía pensar que escribía movido por esos impulsos. Pero ante la insistencia os comento.
En el año 1998 me encarcelaron por Argentia Trust, el pago de 600 millones de pesetas a los intermediarios Navalón y Selva, onmipresentes y conocidos de todo el empresariado español que mantenía relaciones con el poder, aunque solo fueran de negocios. En la condena por ese asunto de Argentia Trust fue decisiva una persona nombrada juez por el PSOE y mas tarde dimisionario de diputado para regresar a la Audiencia Nacional y para ser ponente en el Tribunal que me “juzgó”: Pérez Mariño, del que ya he hablado en este blog. Mas tarde, en el Tribunal Supremo, con la ayuda inestimable del Magistrado nombrado por el PSOE Enrique Bacigalupo se ratificó la sentencia rompiendo una línea argumental del Tribunal Supremo que, curiosamente, volvería a restaurarse poco después para absolver a ciertas personas en otros casos sonados. Pues bien, el 26 de Febrero de 1.998 inicié mi segunda entrada en Alcalá Meco.
Seis meses después, ajustados todos los requisitos legales, Jaime Mayor Oreja, Ministro del Interior de Aznar, me concedió el tercer grado. Previamente se habló con el Juez de Vigilancia que manifestó su conformidad. Al conocerse la noticia Bermejo, que era Fiscal jefe de Madrid, montó un circo mediático. Salí de permiso un fin de semana como legalmente procedía, pero inmediatamente recurrió la decisión del Juez. El Director de la prisión, Jesús Calvo, me ratificó en que no me preocupara del recurso porque el Juez insistía en que el tercer grado me correspondía. Bermejo visitó en su despacho al Juez de Vigilancia, que también había sido nombrado juez por el PSOE. Algo le dijo, alguna presión ejerció, pero, en todo caso, lo cierto es que el hombre decidió estimar el recurso contra sus propias convicciones y manifestaciones. Aquello nos cogió a todos por sorpresa. Nos causó dolor y estupor. Lourdes, mi mujer, estaba en Mallorca, porque transcurría el mes de Agosto. Tuve que darle la noticia. Al oirla su voz tembló por un instante. No puedo olvidar su frase:
-Si esto que es de Ley y a sabiendas de lo injusto de la condena nos lo niegan ¿qué esperanza tenemos?.
No quisiera dramatizar pero aquello provocó un campo emocional muy fuerte en Lourdes. Imaginó que no teníamos horizonte ante semejante actitud. En aquellos días, por si fuera poco, el juicio Banesto se celebraba en la Audiencia Nacional. Se trataba de mantenerme en prisión por Argentia para empalmar con Banesto. Es lógico el desazón emocional de Lourdes. Negado el tercer grado de Argentia ¿qué esperanza teníamos en el caso Banesto? Bermejo fue el impulsor de ese brutal desazón emocional de mi mujer.
Una juez, sin embargo, al resolver el recurso que planteamos, estimó mi petición y me concedió el tercer grado. El Juez que me lo quitó decidió irse de vacaciones a Brasil sin resolver el recurso. Bermejo montó en cólera y recurrió el auto de la Juez. Lo perdió porque la Audiencia Nacional decidió que tenía derecho a ese tercer grado en Noviembre de 1998. Pero Bermejo se la juró a la Juez y consiguió dañarla unos años mas tarde en una venganza brutal en la que fueron copartícipes dolosos ciertos representantes de la derecha española.
Hoy me pregunto que importancia tienen los choques emocionales en la aparición de tumores cerebrales. Supongo que alguna. Lourdes murió de un tumor cerebral.
Pérez Mariño perdió la alcaldía de Vigo. No se a que se dedica en la actualidad.
El Juez de Vigilancia que aceptó la tesis de Bermejo, montaba a caballo, sufrió un infarto y falleció. Poco antes la prensa publicó que al tiempo que me negaba el recurso concedió el tercer grado a un interno por delitos de sangre. Ese interno apuñaló y mató a una víctima inocente mientras se encontraba en esa situación concedida por el Juez.
Bermejo acaba de dimitir cuando en realidad es un cese en toda regla. Hasta El País lo señala con claridad: “Zapatero aceptó la dimisión, pero no por su cacería con Baltasar Garzón, esgrimida por el PP como una muestra de falta de independencia del poder judicial. Ni por haber cazado en Andalucía sin licencia. Lo que decidió al presidente a aceptar la renuncia fue el argumento de Bermejo de que se había quemado como interlocutor con jueces, funcionarios y el PP para desarrollar la reforma de la Justicia.”
Ha sido, como os pronostiqué en este blog, la huelga de jueces la causante de su desaparición como Ministro y su deterioro como persona. No me extrañaría que la Juez que el cesó violentamente en un acto de inconcebible injusticia hubiera sido organizadora destacada de ese huelga, no con el propósito de conseguir su cese, sino de obtener los medios imprescindibles para ejercer justicia.
Hoy es inevitable acordarme de la frase de Lourdes al escribir esto. Me causa dolor el recuerdo. Ella, desde otra dimensión, es inerte a este tipo de emociones humanas. No me alegro por el cese. Pero como español creo que se ha librado a la Justicia de una persona capaz de llegar hasta extremos increíbles en la utilización de su poder jurídico para persecuciones sectarias de corte ideológico o movidas por eso que digo siempre: las emociones del bajo vientre espiritual. Cualquiera que sea su sustituto será indudablemente mejor. España no merecía ese Ministro en un puesto que usa la palabra Justicia, por muy deteriorada, manipulada, ofendida y violada que se encuentre esa diosa.