El debate de la cadena perpetua

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Creo que fue Juan Armas quien lo apuntó. En efecto, era perfectamente consciente de que someter a debate una cuestión como la que apuntaba implicaba asumir un riesgo. Sobre todo teniendo en cuenta que carecía de internet. Para ser mas preciso, no disponía de una conexión fluyente de modo que tenía que validar los comentarios a ciegas porque la duración de la débil conexión no daba para examinar uno a uno con detenimiento. Pensaba que asumía ese riesgo que apunto, pero si en un blog como el nuestro no podemos debatir sobre cualquier materia con unas dosis mínimas de serenidad, entonces mejor apagar e irse, como se decía antiguamente. La cuestión es: ¿creéis que el blog ha estado a la altura de las circunstancias?.

Es claro que algunos escriben con dosis de violencia interior que se consideraría por ciertos psicólogos casi como una patología. Pero eso sucede escriban de lo que escriban, sea sobre la pena de muerte o la recolección de la remolacha azucarera en el norte del Nepal. Deatribarían a los empresarios o a los trabajadores nepaleses, expondrían la necesidad de encerrarles a unos o a otros, les anatematizarían por ser explotadores o explotados, pedirían su ejecución inmediata, restaurar la pena coránica de cortar la mano…..y solo después de semejante discurso, únicamente tras desplegar palabrería preñada de violencia propia de alguna parte del género humano, se darían cuenta de que en Nepal no se cultiva ninguna clase de remolacha azucarera. Así que no es excesivamente lastimoso asumiendo que resulta extremadamente minoritario. Por otro lado vuelvo a insistir que creo poco sólido que alguien se sienta dolido por el comentario de otro efectuado de nikc a nick. No es agradable, pero…¿Dignidad de un nick?. Seguramente vendrá bien reflexionar desde ese plano. Mas que dignidad de un nick es equilibro personal de quien escribe. Cuando traspasamos determinados limites verbales es que algo no va demasiado bien en nuestro interior. Entiendo que es molesto pero a continuación reflexionemos sobre el fondo y seguramente seguiremos caminando. Y si eso es una dificultad insalvable, pues será una pérdida lamentable.

El debate en sí produce el resultado abrumadoramente contrario a la pena de muerte, salvo en contadas individualidades. Debatir sobre la cadena perpetua mas complejo. Evidentemente en cualquier caso se necesitaría una posibilidad de revisión. Ciertamente repugna establecer un precio en términos de años para la privación de una vida, o para las agresiones sexuales, o para la pederastia incontrolada. En prisión vivi un caso de un individuo condenado a 1.500 años. Se establecía el limite de treinta año como máximo de cumplimiento. ¿Diferencia entre una condena a cincuenta años y otra a 1500?. En la práctica ninguna. Así que en el plano técnico penal/penitenciario funcionan dos instituciones: la pena máxima a imponer por un delito y el juego de las acumulaciones en caso de varios delitos. Si existe la posibilidad de revisar la cadena perpetua en base a consideraciones de reeducación el asunto de la cadena perpetua es de menor trascendencia, porque sobre el papel ya hay condenas perpetuas (1500, por ejemplo) que se transforman en temporales por el límite establecido para la acumulación de condenas. Así que tocar ese limite o disponer que su funcionamiento no resulte automático sería suficiente. ¿Cabría para un solo delito una cadena perpetua?. Bastaría con elevar el máximo de la pena mas allá de los límites normales de la vida humana. Una condena, pro ejemplo a sesenta años es cadena perpetua en la inmensa mayoría de los casos. ¿Es constitucional?. Puede entenderse que lo es. Tambien lo contrario. Depende de lo que se quiera. Cuando entre en juego la política el derecho se estira y moldea como plastina de venta en comercios minoristas.

La finalidad de la pena no es el castigo exclusivamente. Posiblemente ni siquiera deba serlo preferentemente. Pero la reeducación depende mucho no solo del sujeto penado sino del modo de organizarse el Centro Penitenciario. Y en esto hay mucho que mejorar.

Para mi la clave reside en dos ideas básicas: en demasiadas ocasiones el delincuente es una persona enferma. Mentalmente enferma. No es solo un fracaso del proceso de creación humana. Es también en ocasiones un fracaso del modelo educativo. Y es una consecuencia, en ocasiones, del cinismo social. Por tanto, para reformar el sistema penitenciario es necesario asumir estas dos premisas. Los trastornos mentales de muchos delincuentes son obvios de toda obviedad. Y mientras ese trastorno no se elimine, la persona será un delincuente en potencia. Pero debe ser tratado desde esa perspectiva. Una patología grave impide de facto la reinserción mientras siga viva. Y la sociedad debe dejar de ser cínica e hipócrita. Sobre todo con una tipología delictiva que inunda las prisiones: la droga.Los delincuentes profesionales dedicados mayormente a este mundo de la droga deben ser tratados como lo que son: personas que en modo alguno sienten arrepentimiento, ni quieren reinsertarse, ni nada parecido. El tiempo en prisión es un coste. Nada mas. Conviene saberlo.

Bien. Como dice Alex, este debate es largo, duro, dificil. Pero esos calificativos no eximen de ser abordado. Este es solo un primer paso. Volveremos. Siento que algunos se hayan enzarzado en cuestiones personales cuando se debate sobre estas cuestiones. Pero todos tenemos a veces puntos de inflexión en nuestro ánimo y en nuestra conducta. Lo que cuenta es volver a darse cuenta de que nada conseguimos insultando a un nick y nada profundo sucede al sentirnos dañados en la dignidad de un nick.

Mis consideraciones nacen de la experiencia. No hablo desde fuera. Lo hago desde dentro. Conozco lo que sucede en la sociedad (dentro) y en el centro penitenciario (dentro) y trato de meterme dentro del ser humano…

Cuando se debate sobre cualquier asunto y se sitúa la emoción por encima de la razón, mal asunto. Por encima de la razón hay que situar algo mucho más excelso, pero eso no es, precisamente, el campo emocional del bajo vientre espiritual.