Monos, batatas, campo unitario de conciencia

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Ayer a las 9.45 de la mañana Caluco escribió: “Tal vez, como yo no me siento partícipe, de UNO, creo que cada cual debe responder individualmente de sus propios actos.” Mas tarde volvió a escribir: “Seamos serios. Nunca la humanidad, tuvo tantos principios morales, como en la actualidad. Hoy no se actúa por temor a Dios, a la excomunión…. Se actúa por solidaridad entre los humanos. Se repudia la violencia y el crimen, como nunca antes se había hecho.” Creo que algunos que no nos autoconsideramos adoradores de la frivolidad respetamos ese convencimiento, aunque no creemos, al menos no creo, ni que los principios morales sean el verdadero patrón de conducta de la humanidad actual, ni que se repudie la violencia y el crimen, ni que se actúe por solidaridad entre los humanos”. Me encantaría que tuviera razón. Entre otras cosas porque nos ahorraríamos muchos esfuerzos para mejorar la convivencia, porque ello indicaría que en cierta medida ya “habríamos llegado”. Pero presiento que los hechos, no las emociones, esos hechos a cuya “dictadura” apelo en muchas ocasiones, no evidencian una posición tan generosa. Mas bien, lamentablemente, parece que nos conducen por un sendero algo diferente. En todo caso me siento tomando estas cosas en serio.

Pero lo interesante se encuentra en la primera frase. Asegura que no se siente partícipe de UNO. Es decir, no asume la dimensión unitaria de lo real sino que parece concebirla como un proceso de fragmentación inconexo. Es perfectamente legítimo pensar así, como es natural, aunque algunos sintamos ese sentido unitario de la creación, que parece estar en la base de la dimensión cuántica de la realidad y, con independencia de ello, en la percepción mística. Casualmente, ayer por la mañana, mientras circulábamos hacia Ciudad Real en donde debíamos resolver unas cuestiones técnicas relacionadas con el funcionamiento de un repolarizador magnético, comentaba con Fermín Moriano acerca de la masa crítica de conciencia. Me preguntó si conocía el relato de los monos y las batatas. Respondí negativamente. Fermín me la relató como una experiencia científica real.

Unos científicos llegaron a una isla en la que habitaba una colonia de monos. Llevaban consigo unas batatas, algo que los monos no habían visto en su vida. Desembarcaron con la batatas, y en una distancia no excesivamente lejana del agua, depositaron las batatas en la playa y las cubrieron con arena. Volvieron al barco a observar. Al cabo de un rato un primer mono descendió cansino del árbol, se acercó al lugar en el que los científicos depositaron su carga, hurgó un poco, localizó una batata, la observó girándola en su mano en todas direcciones, sacudió ligeramente la arena, la llevó a la boca, mordió, masticó, probó, comprobó que aquello no estaba mal, limpió meticulosamente de arena la batata y se la comió. Otros monos, por el principio de mimética, descendieron de los árboles o abandonaron sus lugares de reposo, se acercaron a la playa y repitieron la ceremonia. Todo ellos empleaban cierto tiempo en limpiar las batatas de arena, lo que retrasaba el proceso de ingestión del producto.

Uno de los monos, quizás algo más espabilado, tomó una batata y se acercó con ella al agua. La observó, miró el agua del mar, introdujo la batata en ella y se dio cuenta de que la arena desaparecía de la superficie del producto, de modo que podía comérsela sin necesidad del engorro de la ceremonia de limpieza anterior. Ello le permitió comer mas batatas mas rápido. Otros monos, a la vista de ese nuevo espectáculo, vinieron a toda velocidad y miméticamente reprodujeron el nuevo rito de limpieza con agua de mar. Y se comieron las batatas.

Anotada la experiencia se dirigieron a otra isla, distante unas millas considerables de la anterior, de forma que la comunicación animal entre ambas no existía, al menos en la evidencia de los sentidos humanos. Volvieron a reproducir el experimento depositando las batatas en la playa y cubriéndolas con arena. De nuevo a situarse en el plano de observador. La escena se reprodujo: un mono se acercó a la playa, hurgó en el lugar, tomo una batata y ante la sorpresa de los científicos se dirigió sin pestañear a las aguas del mar, introdujo la batata, la agitó, la observó, comprobó que no tenía arena y se la comió. A continuación unos cuantos miembros mas de la especie acudieron al lugar y sin rechistar reprodujeron la ceremonia y, claro, se comieron las batatas.

La cuestión es de dónde sacaron los monos de la segunda isla la información del lavado directo de las batatas en el agua del mar, o, dicho de otro modo, por qué no reprodujeron el proceso de los habitantes de su especie de la isla anterior y asumieron como conocimiento adquirido una experiencia que había costado cierto tiempo/esfuerzo otros individuos. ¿Son mas listos los monos de la segunda isla que los de la primera?. Que no es un problema de inteligencia inmediata podría parecer claro. Da la sensación de que se trata de una experiencia, esto es, el conocimiento adquirido (lavado en agua) a través de una experiencia compuesta de una secuencia:batata/arena/limpieza manual/agua/limpieza rápida/comer mas batatas en menos tiempo. ¿Por qué asumen como propia la conclusión de limpieza rápida sin atravesar el camino de la experiencia previa?. La respuesta se encuentra, al parecer, en la “masa crítica de conciencia”.

Cuando una experiencia, o, mejor dicho, el conocimiento de ella derivado, como cualquier otro conocimiento compartido, alcanza entre los individuos de una especie un nivel denominado de masa critica, algo dependiente del número (cuantitativo) y de la intensidad, (cualitativo) ese conocimiento revierte directamente al plano de la conciencia colectiva y es aplicable directamente a todos lo individuos de esa especie. Algo así como una sustancia depositada en un estanque del que todos beben, de modo que todos, incluyendo los que no depositaron allí la sustancia, van a participar de ella, con independencia de que lo sepan o no, de que conozcan o no como funciona. Beben y por tanto ingieren la sustancia. Algo así, parece ser, funciona en los planos de la conciencia. Algo así, parece ser, es evidenciable en la dimensión cuántica de la realidad. Y eso parece ser que opera con independencia de que lo sepamos o no, de que lo sintamos o no. Incluso de que voluntaria y conscientemente decidamos rechazarlo.

Desde antiguo las células iniciáticas tenían como misión crear una masa critica cuantitativa y cualitativa. Se decía que desde ellas se lanza una información al acervo común. Alcanzada una determinada dimensión se irradia, esto es, produce efectos para todos. Incluso la propia composición de la célula iniciática admitía diferencias cualitativas entre sus componentes, a condición de que todos fueran iniciados. La iniciación tenía como objetivo situar a los miembros en planos mas sutiles de conciencia. Este planteamiento se encuentra en la base de actuaciones de la humanidad desde mucho tiempo atrás. Explicaría ciertas cosas que pueden resultar aparentemente ininteligibles. Se entendería que las células monacales transmiten a un entorno más inmediato o lejano dependiendo de la potencia…Se entendería qué existía detrás del planteamiento templario, de las células masónicas antiguas, de los capítulos cistercienses….en fin. Claro todo eso a condición de que seamos uno, de que la conciencia sea unitaria, de que la dimensión cuántica de lo real no sea una ilusión mas…

Quizás alguno se pregunte si los modernos diseños de internet, léase blogs, por ejemplo, pueden funcionar como centro de impulso desde los que se elabora una masa crítica a ser depositada en el río de la conciencia unitaria y de esta manera contribuir al cambio de la humanidad. Quizás algunos se lo pregunten…