Corrupción, sistema cerrado de poder y….sociedad inerte

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275pajaro

Acabo de leer en la prensa que el alcalde de Alcaucín, (PSOE) un pueblo de unos 2500 habitantes de la provincia de Málaga ha sido enviado a prisión preventiva. La juez le imputa los delitos de cohecho, blanqueo, prevaricación, falsedad documental y prevaricación urbanística. Bajo un colchón de su dormitorio, la Guardia Civil halló cerca de 160.000 euros en billetes de 500 y 200. Actualmente en prisión preventiva se encuentran personas del entorno del Partido Popular por corrupciones económicas relacionadas con adjudicaciones de contratos mediante pagos de comisiones en unas diligencias que investiga el omnipresente juez Garzón. Parece, incluso, que afecta a personas aforadas. Algunos cuentan que a medida que avancen esas diligencias judiciales veremos cosas mayores. La corrupción económica es polivalente porque opera con independencia de la adscripción política y de la ideología que ostenten sus autores, cómplices o encubridores. La cuestión es si en estos últimos quince años ha aumentado o disminuido en intensidad y frecuencia.

Me pregunto esto por algo muy concreto:por lo que escribí en mi libro El Sistema, publicado en 1.994: “Un modelo cerrado de ejercicio del poder conduce inevitablemente a niveles de corrupción superiores. Es muy posible que no exista un modelo idílico en el que la corrupción sea, por definición, un imposible lógico. Por ello no basta con predicar ética como parámetro de toda acción política….Es imprescindible introducir las reformas estructurales necesarias para disminuir en lo posible los grados de corrupción. Hablar de ética es necesario, pero, además, es imprescindible hablar de política”.

“Hemos vivido en nuestro país casos de corrupción y algunos han sido particularmente dañinos para la credibilidad de instituciones del Estado. Pero hay que preguntarse acerca del por qué de su existencia. ..debemos reconocer que la pervivencia de un sistema de poder como el diseñado conduce, inevitablemente, a la posibilidad de que los casos de corrupción se intensifiquen. La corrupción económica es la mas llamativa, pero no la mas perjudicial. Lo que realmente me preocupa es la existencia de un modelo que permite la patrimonialización de instituciones capitales del Estado en beneficio de un grupo..El problema se centra en devolver a los intereses sociales lo que corresponde a la sociedad y sustraerlo de un modelo de poder que permite su apropiación” (El Sistema. pag. 336)

Perdón por la extensión de la cita. Estas palabras tienen ya 15 años de existencia. Anunciaban que el modelo de poder que se instala en España conduce inevitablemente al incremento de casos de corrupción. Nunca como en estos años se ha utilizado tanto la palabra “etica”. Nunca como en estos años se ha manoseado la expresión “regeneración”. En ambos casos, el abuso de los términos se ha percibido en boca de políticos y en escritos, voces e imágenes de medios de comunicación, en demasiados casos terminales de grupos de poder. A este nivel de “verbalización” contra la corrupción se corresponde un incremento en flecha de los casos de comportamientos corruptos. Y no solo económicos (espionajes del poder a personas privadas, utilización de la “Justicia” como instrumento al servicio de la “Razón de Estado” contra individuos….)

¿Por qué?. Porque, en mi opinión de quince años atrás, “un modelo cerrado de ejercicio del poder conduce inevitablemente a niveles de corrupción superiores”.

A lo largo de los comentarios muchos afirmais que algo no funciona de manera clara y rotunda en nuestro modelo de convivencia. Opino igual. Traté de evidenciarlo en ese libro. Mis años en prisión se tradujeron en un libro: “Derecho Penitenciario Vivido”. Quería describir como funciona eso que llamamos derecho cuando se vive encarcelado. No trataba de describir un modelo normativo abstracto, sino un modelo juridico concreto, vivido, sentido, practicado. Y para eso hay que ser preso y entender de leyes. Y, además, querer publicarlo. Para beneficio de otros, porque simplemente con saber como son las cosas ya se está contribuyendo a mejorarlas.

Pues lo mismo pretendí con El Sistema. No es un ejercicio de teorización sobre el poder. Es mas impúdico: es la descripción de como funciona el poder en el modelo cerrado que nos hemos dotado a nosotros mismos. Son raros los casos en los que alguien que ha vivido la prisión escribe sobre ella. Mas raros posiblemente aquellos en los que una persona que ha vivido el poder se atreve a describir su funcionamiento. Esto último suele ser muy peligroso.

En 1.994, poco antes de publicar la obra, un abogado granadino me advertía telefónicamente mientras yo me encontraba en Andalucía, en el trozo de campo sevillano al que llaman Los Carrizos, que ese libro que pensaba publicar, se traduciría para mi en años de prisión. Le dije que era consciente de ello. Su profecía resultó rotundamente acertada. Al igual que la mía contenida en el texto de que el sistema cerrado de poder conduciría a incremento inevitable de la corrupción. Los años de prisión fueron muchos. Los casos de corrupción incontables.

Y es que en el fondo sigo hoy, quince años después, pensando lo mismo que entonces:
”El problema se centra en devolver a los intereses sociales lo que corresponde a la sociedad y sustraerlo de un modelo de poder que permite su apropiación”. Es mi manía de siempre: que la sociedad civil recupere lo que le es propio y se organice de manera tal que sus instituciones propias permitan el debate de lo público sin dejar que lo monopolicen los políticos. Eso es bueno apara todos: sociedad y políticos.

Porque sucede algo que también preveía en 1.994. En el mismo libro, pàg 332, escribía: “Se observa un descenso generalizado en la valoración de la clase política. Creo que existe una desconfianza entre el ciudadano y la clase política”. No creo que nadie me discuta que nunca como hoy la sociedad se ha sentido mas lejos de sus políticos, nunca como hoy ha albergado tanta desconfianza. Me atrevo a decir tanta descalificación sistemática respecto de ese conjunto de personas. Basta con leer los comentarios de todos los días.

Pero ¿hace algo la sociedad para corregir este sistema cerrado de poder?. Algo aparte de hablar, gritar, lamentarse…¿Actuamos?. ¿Somos conscientes del daño global que implica?. Fijaros en este comentario de la prensa : “Alcaucín, a 60 kilómetros al este de Málaga capital, es uno de los municipios de la provincia con el territorio más degradado por el urbanismo salvaje. Según los cálculos del grupo ecologista Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, basados en la comparación de fotografías por satélite, desde 1991, fecha en la que Martín Alba llegó a la alcaldía, se levantaron 1.400 viviendas en suelo rústico, alejadas del núcleo principal del pueblo. Entre 1998 y 2007, el número de empresas constructoras radicadas en la población pasó de 7 a 41, según el Instituto de Estadística de Andalucía, y las sociedades inmobiliarias se dispararon de una en 1998 a 31 en 2007. A cada habitante censado de Alcaucín le corresponden 1,5 viviendas, según el censo”.

La corrupción estimuló por avaricia un falso urbanismo. Y en ese modelo participaron muchos. No todos, pero muchos. Politicos, constructores, promotores, bancos, cajas de ahorro, clientes potenciales…El modelo se basaba en corrupción y especulación. Ello se ha traducido, al final, en un caos sistémico. Mucho de lo que nos pasa en nuestra economía tiene que ver con estos comportamientos. ¿Se entiende ahora que la crisis es sobre todo de valores? ¿Por qué estos modos de comportamiento?. Porque instalamos entre nosotros nefastos modos de pensar, seguramente derivados de la pervivencia de un modelo cerrado de poder.

El sufrimiento de hoy es hijo de las falsas alegrías de la especulación de ayer. Pero todos hemos contribuido a ello en una u otra medida. Cada vez que los medios de comunicación decían predicar ética y los políticos se apropiaban del discurso dictado, la corrupción florecía en progresión geométrica..

La pregunta sigue siendo la misma que hace quince años: ¿haremos lo necesario por devolver a la sociedad lo que le es propio y arrebatarlo de un sistema cerrado de poder cuyas consecuencias conocemos y padecemos?.La experiencia demuestra que una cosa es la palabra, otra el grito y otra diferente la conducta. Por eso en mil ocasiones digo que me interesan poco las palabras. Solo creo en las conductas.