Esperando encontrar el alma humana

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Esta mañana de lunes me siento bien después del debate sobre el aborto. Sinceramente. Del costado de la serenidad, poco mas que añadir a lo escrito. En cuanto al fondo, curiosamente, o quizás no tanto, a medida que avanzaba el fin de semana las posiciones adquirían mayor grado de concreción, mayor compromiso personal en las respuestas. Este es un gran asunto:el compromiso. Se suele decir que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios. De acuerdo. La palabra merece tal respeto por lo que en sí mismo significa y los efectos que produce, que reclama consumo de silencio antes de romperlo pronunciándola. Lo dicho, dicho queda. Y eso de que las palabras se las lleva el viento…No siempre. Algunas palabras son capaces de provocar dolor. Con palabras se puede ofender. Y cuando la ofensa penetra en un corazón endurecido es difícil que abandone sin daño su acomodo. La palabra es en ocasiones un vehículo que inocula en las densidades interiores del alma humana venenos capaces de alterarla.

Pero ser dueño de nuestros silencios y esclavo de nuestras palabras no debe significar que la sana posición es la ausencia de todo compromiso. Eso acaba traduciéndose en la conducta de lo-conveniente, y ya he escrito que ese principio me parece el mas dañino de cuantos contribuyen a la descomposición de lo que llamamos civilización occidental. De la misma manera que lo que algunos llaman prudencia es solo cobardía disfrazada con palabras, la ausencia de compromiso en ocasiones es sólo miedo a la rigidez de la coherencia, temor a probar el alcance de nuestra dignidad real, deseo de acomodarse a la flexibilidad social de lo conveniente…Con estos atributos la vibración de alma….

He escrito “alma” humana. Y alguien en uno de los post de este fin de semana nos pidió que le explicáramos qué es el alma, donde se encuentra, cómo se configura…Pregunta que tantas veces me he formulado a mí mismo. He buscado en la dualidad cuerpo/espíritu, que es la mas consumida de ordinario. He penetrado en la estructura trina cuerpo/alma/espíritu, que tiene tradición esotérica profunda. He analizado los diferentes cuerpos en los que las iniciaciones localizan la complejidad del producto humano: cuerpo físico, cuerpo emocional, cuerpo mental, cuerpo espiritual…He comprobado como a medida que incrementas la profundidad del estudio aparecen mayores y mas densas divisiones y subdivisiones…He dedicado muchas horas a “los estados múltiples del ser”…

Y al final del día, sigue viva la pregunta.

Para el materialismo recalcitrante el alma es solo una referencia poética. Quizás un modo de designar a unas emociones de corte bioquímico. Tal vez una palabra con la que se quiere aludir al complejo fenómeno del funcionamiento neuronal…

Recuerdo haber leído un libro escrito por Francis Crick, Premio Nobel, denominado “La búsqueda científica del alma”. Sinceramente el propio título me indicaba que el camino sería sin meta, es decir, que buscar científicamente el alma era un postulado imposible, al menos en el plano en el que yo quería intuir la noción de alma. Pero lo leí. Y comprobé que mis suposiciones me resultaban ciertas.

Crick plantea que existe en el cerebro humano un grupo de neuronas que son el origen del alma y la conciencia, y de ese modo la mente y aun sus productos más sublimes pueden ser explicados por reacciones bioquímicas del cerebro. Pero ¿no reduce a pura biología la cuestión?. Pablo Argibay es director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano de Buenos Aires. Conoce la obra de Crick. Sabe que desde hace muchos años investiga el cerebro, y que el objetivo ultimo, no se si confesado abiertamente con nostalgia, ironía o acidez, es ese ente al que llamamos alma. Argibay responde a esa pregunta sobre si la búsqueda de Crick reconduce y reduce el asunto a pura biología: “Al contrario. Ya no funcionan los esquemas compartimentados, con un departamento de metafísica dedicado a reflexionar sobre el alma y otro de neurobiología que se limita a decir “infartamos el lóbulo cerebral de un ratón y no controla esfínteres”. Existe una fuerte relación entre el producto del cerebro y lo que se llama mente, psiquis, espíritu o alma.” “Lo que pretendemos integrar es la labor de médicos, lingüistas, matemáticos, bioingenieros, psicólogos, para generar conocimiento transdisciplinario acerca del funcionamiento cerebral y, a su vez, reflexionar sobre las implicancias que ésto traerá en la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Gracias al desarrollo de la neuroimagenología, a través de procedimientos como la resonancia magnética funcional, hoy podemos mapear áreas del cerebro, tanto durante procesos normales como patológicos. Ahora podemos observar qué áreas se activan cuando alguien intenta aprender un idioma, discute, se emociona. Antes, sólo hacíamos inferencias.”

Dudo, sinceramente, que mediante un análisis dérmico o epidérmico del cerebro, en su densidad o en su corteza, lleguemos a poder definir en qué consiste realmente el alma humana. El propio Argibay evidencia la complejidad cuando asegura: “Existe una fuerte relación entre el producto del cerebro y lo que se llama mente, psiquis, espíritu o alma.” La referencia a psique, espíritu y alma situados en plano de igualdad evidencia que su noción de base es eso que tantas veces llamamos magma de contaminaciones.

No hay duda de que las investigaciones sobre el cerebro humano nos permitirán conocer muchos datos de hecho que favorecerán el desarrollo de la humanidad. Al menos eso espero. El cerebro es el gran desconocido. Dentro de poco se cumplirán dos años desde que, ante la evidencia de un tumor cerebral en mi mujer, pregunté acerca del estado de la investigación de este tipo de cáncer, de cuándo se esperaban respuestas que permitieran conocer algo sobre este tumor que causa tantas muertes y tantos destrozos emocionales. La respuesta, por fin, fue humilde.Nada sabemos con certeza del funcionamiento genético de las células cerebrales. Son las mas complejas. Tenemos mucho trabajo tratando de esclarecer la dinámica de otras células menos complicadas. Solo después podremos abordar con ciertas garantías las cerebrales. Y eso nos llevará todavía mucho tiempo.

Lo entiendo. Algunos avances se perciben ya. La influencia de la alimentación, la importancia del consumo de proteínas en el desarrollo intelectual del ser humano, sobre todo cuando se encuentra en fase de formación, es ya un dato de hecho. Pero la cuestión es si por ese camino recorriendo ese sendero, además de perfeccionar nuestro conocimiento del mundo cerebral nos encontraremos o no de bruces con el alma.

Se descubrirán determinados esquemas de funcionamiento cerebral que explicarán el estado místico. De eso ya comienza a saberse algo con cierta densidad. Pero una cosa es el estado místico y otra saber definir el alma humana.

¿Alma?. ¿Diferente del Espíritu?.

No puedo -ni quiero- dogmatizar al respecto. Muchas veces, en mis encierros carcelarios, en aquellas madrugadas en las que un extraño silencio se apoderaba de los cementos e hierros con los que confeccionaron el edificio, me preguntaba al respecto. Y en ocasiones escribía. De ahí nació el libro que espero vea la luz pronto. “Cosas del Camino” lo llamé entonces y con ese nombre será publicado. He echado un vistazo a lo que allí decía sobre el alma. Os dejo dos de esas máximas por si merecen vuestra atención

Limpia la cavidad del alma a diario; el polvo de la ignorancia se deposita imperceptiblemente.

En el plano del alma habita la santidad; en el del espíritu la sabiduría