Tengo una extraña percepción respecto de lo que sucede. En determinados momentos me da la sensación de que nos leen. Por ejemplo, fuimos pioneros, que yo sepa, en denunciar desde este rincón electrónico la contradicción entre el diagnóstico de Bernanke, Presidente de la FED, acerca de que la recuperación se iniciaría en un año, y las inmediatas declaraciones atribuidas al FMI y al Banco Mundial en las que se ahondaba en la recesión que nos toca vivir. Frente a la apariencia de optimismo se mostraban las dosis de realismo. Algunos sostenían que no está mal eso de que se presenten a consumo público declaraciones cargadas de optimismo porque -aseguran- eso ayuda a sobrellevar la crisis.
No puedo estar de acuerdo. El falso optimismo es casi mas dañino que el exceso de pesimismo, porque los planes construidos con un escenario irreal causan mas daño que la constatación de no haber actuado en un entorno que resulta mas favorable del previsto. Pero, en fin, es materia opinable. En todo caso creo que si envueltos en el desastre en que nos encontramos se generan falsas expectativas y la realidad se acaba imponiendo de manera todavía mas ácida, las consecuencias en términos de frustración colectiva podrían ser mas lacerantes. Ya hemos comentado acerca de la “agitación social” que analizamos en el almuerzo de los cincuenta, en algunas consideraciones de gente a la que valoro y últimamente en las declaraciones de ciertos economistas y del Presidente del Banco Mundial. De ellos hemos dado cuenta en el blog y se han ejecutado muchos comentarios al respecto en diferentes días. Pues si ese es un escenario previsible, creo que si se difunden mensajes que luego se traducen en frustración colectiva adicional, la cosa puede ser peor.
Lo que sucede es que el pasado domingo, al leer la edición digital de El País, me di cuenta de que se construía un artículo siguiendo precisamente este modelo nuestro, es decir, frente a las afirmaciones de optimismo las inmediatas respuestas de pesimismo (o realismo, para ser mas precisos). No recuerdo si el articulista acaba quejándose de la contradicción y analizando sus consecuencias o simplemente la constataba, pero eso es lo de menos. Lo cierto es que al margen de nuestro papel de pioneros -es un decir- y del arrastre que provoca en otros -es otro decir- la verdad es que en estos momentos aparecen coincidir las dos tendencias incluso en el modo y manera de redactar las noticias.
De un lado la Bolsa. No sólo la española sino las bolsas del mundo llevan unos cuantos días subiendo. Cierto es que las subidas son siempre muy inferiores a las bajadas y que, además, el camino a recorrer es mucho mas arduo. Lo comentaba con un amigo. Si, por ejemplo, una acción vale 100 y cae el 50%, su precio quedará fijado en 50. Desde ahí, para recuperar el valor 100 tiene que subir, no el 50% que bajó, sino el 100% sobre su precio. Esto, al menos psicológicamente, convierte al tramo de subida en mas costoso, mas arduo que la bajada. Pero lo cierto es que, con todo y ello, las bolsas suben. En un coreo personal una señora ya de cierta edad pedía mi consejo acerca de qué hacer con sus dineros y unas acciones que tiene invertidas en grandes bancos españoles. No quise decirle nada porque no puedo asumir esa responsabilidad. Es demasiado serio. Son gente que tiene ahorros de una vida y equivocarse les causaría perjuicios muy graves. Simplemente la situación de tensión emocional que viven pensando en qué puede suceder con esos ahorros, ya es lo suficientemente seria y frustrante como para tomarse las predicciones con cautela.
No veo razones que alimenten de modo sólido el ascenso bursátil. Al menos el español y referido a las entidades financieras. Creo, como muchos analistas internacionales han dicho, que la economía real española tiene por delante un tramo extenso de sufrimiento. Y la morosidad del sector real será una consecuencia inevitable. Y la morosidad se traduce, también inevitablemente, en problemas para la banca. Y esos problemas afectarán a la cuenta de resultados. Y eso, a los balances bancarios. Y eso debería reflejarse en su valoración bursátil. Así que si eso que digo es lógico, la lógica reclama pensar que las subidas son movimientos emocionales no sujetos a la densidad de los datos reales. Claro que muchos podrían decirme que así es el mercado de valores (de estos valores, no los del señor gallego en la conferencia de Ourense). Bueno pues si es un juego entonces todavía con mas razón debo de abstenerme de opinar cuando de un juego dependen los ahorros de una vida. Otra cosa es que el dueño de esos ahorros quiera dedicarse a jugar con ellos. Es libre de hacerlo.
Cierto es que en España nuestras entidades financieras han tenido menor involucración en los llamados activos tóxicos (subprime y otros). Pero también es cierto que nuestra economía, la de fondo, la real, es mas débil que otras por su dependencia del sector construcción, por los errores cometidos en el inmobiliario, por la menor entrada procedente del turismo, por la escasa productividad, por el menor equipamiento tecnológico y por otras razones,entre las que no es despreciable el habernos creído los reyes del mambo gracias a nuestra entrada en el euro. Y eso no son activos tóxicos, pero son debilidades estructurales. Y no pretendo ser exhaustivo. La cifra gigantesca de déficit comercial es un lastre nunca bien ponderado. Pero aunque no lo ponderes está ahí con toda su fuerza dañina.
Entonces uno se pregunta por qué ese optimismo. Hoy la prensa presenta a Obama diciendo mas o menos lo mismo que dijo Bernanke hace unos días. Es decir, lo contrario de lo que el propio Obama señalaba un mes antes, cuando nos advertía de los peligros tan escalofriantes a los que nos enfrentábamos. ¿Es que un mes se puede pasar de peligros escalofriantes a señales de optimismo?. Puede ser, pero entonces tenemos derecho a creer que o no eran tan escalofriantes lo peligros, o no son tan ciertos los optimismos, o alguien tiene una suerte de varita mágica para arreglar en un mes los desperfectos ocasionados por el funcionamiento de un modelo equivocado a lo largo de muchos años. Eso si que es el “modelo Banesto”: en menos de seis meses consiguen que unas supuestas perdidas gigantescas se transformen en beneficios monstruosos. La cosa es clara: bastaría con responsabilizar de nuestra economía a esos arquitectos del milagro para que todo se solucionara en cuestión de pocos meses.
No se qué sucede realmente con Obama. Como habéis comprobado he querido ser prudente en abstenerme de opinar. Y sigo sin opinar. Sólo digo que no se muy bien lo que sucede, aunque comienzo a imaginar lo que ocurre por el trasfondo de la economía americana. Mejor dicho, de la política americana, y, con ella y a través de ella, con la mundial. Por ejemplo: el plan que presenta para el sector financiero. Ya van algunos pocos de planes, como dicen por el Sur. Y las cantidades inyectadas son ingentes. Bueno, ingente es palabra que la realidad convierte en corta cada día. Ahora uno nuevo de un billón de dólares o no se cuanto mas. Y funciona de un modo singular porque dicen que apela al dinero del sector privado. A mi me da que el dinero privado no se dedica a comprar activos malos ni con la Guardia Civil, o su equivalente, si lo hay, en USA. Una cosa son los sobresueldos de los ejecutivos y otra los dineros de los propietarios….
Y es que si examinas a fondo la cosa parece difícilmente aceptable. Los dineros privados parecen proceder de créditos del sector público avalados de cierto modo por ese sector. Es decir, que es un modelo asimétrico. Si la cosa va bien, ganan dinero los privados. Si la cosa va mal, lo pierde el Estado, es decir, la comunidad, es decir, todos. Eso, al final del día, como les gusta decir a ellos, se traduce en que con el dinero de todos se consigue que otros ganen dinero si la cosa va bien y que si va mal ese dinero de todos se pierda a mayor abundamiento del ya perdido por los privados. ¿Es un estereotipo lo que acabo de escribir?. No lo se, pero admito que me falta información y en consecuencia opinar es extremadamente arriesgado. Pido disculpas por esta incursión en terrenos de alto riesgo, pero lo hago advirtiendo de antemano mi carencia.
En fin, que no se qué pasa. Parece como si Obama diera tumbos, cambios de ritmo, giros bruscos. No lo sé. No es bueno que eso suceda. La verdad es que me extraña que un hombre como Obama protagonice una cosa como esta. Así que o no es Obama lo que parecía, o no es la cosa ésta lo que parece, o ambos inclusive, y nosotros una vez mas de mediopensionistas de la información.
Claro que hay que darse cuenta de que la prisión no es solo Alcalá meco. Ni la mas importante. Las redes de intereses convierten en prisionero a quienes en ellas se ven obligados a vivir. Y esas redes las tejen unos pocos. El Sistema. Y los Sistemas son cerrados. No evolucionan. Se aferran. Simplemente estallan y desaparecen. Pero sobreviven a muchas de sus contradicciones, aunque generan entropía y al final lo inevitable se convierte en real.
Ayer almorzaba con alguien que me explicaba el control que el sistema financiero ejerce sobre la prensa de hoy. Claro, los medios de comunicación funcionan como empresas. Se endeudan. Deben dinero. Dependen de quien se lo presta. Además viven de la publicidad. Y si el sector financiero es al tiempo el primer anunciante, a nadie puede extrañar que las limitaciones a lo publicado en los medios oficiales sean tan reales como importantes. ¿Os acordáis de aquello que decía el viejo periodista acerca de que lo mas importante de un periódico no es lo que se publica sino lo que deja de publicarse?. Cuando la papelera del director se alimenta de verdades expulsadas de la luz por su colisión con intereses, el sistema alcanza un grado de entropía muy, pero que muy considerable. ¿Estamos ene se momento?. Cuestión de opiniones. Pero eso pasa por alentar las excesivas concentraciones de poder. Lo que es lacerante es que encima se estimulen en el altar de una supuesta “eficiencia”….