Soltar

      163 comentarios en Soltar

Desde muy chicos hemos aprendido a agarrar, a aferrarnos, y lo hemos hecho tanto y tan bien que requerimos después de un largo aprendizaje hasta empezar a   soltar. Nos enseñan y enseñamos a buscar lo propio, lo que nos diferencia, lo mío, lo que me pertenece. Y con ello, como derivada casi inevitable, a poseer, a tener, a cerrar el puño para que nada se escape. Y el puño aprende a cerrarse y además a bien cerrarse, marcando a su alrededor las venas del brazo y del antebrazo.

En el último aliento, cuando expiramos (y todos hemos de expirar: esta idea me pide estar en paz con todos los seres) se produce el mayor ejercicio de soltar. Nos soltamos de nuestra vida, de nuestra personalidad, que hasta entonces venimos identificado con nuestra realidad. Nos soltamos sin capacidad de agarrarnos porque todos los asideros ya han desaparecido. Nos soltamos, y en ese momento los que asisten a nuestro óbito se abrazan y lloran, y en un breve momento, como si fuese una punzada más allá del corazón, entienden lo sagrado de todo y la hermandad de todo. Es un fugaz instante en el que recuperamos la humanidad.

Este ejercicio del último soltar tiene su belleza y su poesía, pues significa también ponerse en manos de algo grande y superior, además de retornar a la esencia. Volvemos a ser espíritu, ya sin el disfraz terrenal, y ese espíritu vuelve a ocupar su lugar en el Logos, más allá de ninguna peripecia, querella,  sufrimiento, no digamos de ninguna tristeza. Soltamos así para ganar, para fundirnos en esa otra realidad, que es la realidad verdadera más allá de esta ilusión tan breve. Porque este espacio terrenal es bien breve.

Vengo pensando sobre situaciones tensas que he vivido o que han vivido recientemente personas de mi entorno. Pueden ser puntuales o más de fondo, afecciones pasajeras o enfermedades del ánimo y de las relaciones muy profundas. En muchas de estas situaciones siento que lo que falta es soltar, y que mientras ese soltar no se produzca será imposible generar paz y armonía. Es más, ese soltar es esencial para la sanación. Y ese soltar puede revestir muchas formas: perdón, humildad, silencio, oración consciente, amor, llanto, reencuentro verdadero. Tiene diversos vestidos, sí.

Percibo que nuestro progreso en la evolución se ralentiza una y otra vez por el agarrar y por nuestra dificultad en soltar. Nos agarramos a esto o aquello, unas veces con razón (o con percibida razón) y otras sin razón. Y damos vueltas y vueltas así agarrados, entrelazados, desgastándonos en una espiral sin límite que comienza para acabar de nuevo, una y otra vez, durante mucho tiempo, durante muchos eones como refiere el budismo. A veces pienso en el perro de presa que no suelta su presa, en este caso otro perro de presa. Un baile triste y largo, en el que los dos dan círculos, desangrándose, agarrados en esa danza mortal. Alrededor todo queda enrojecido por la sangre. ¿Cuál de esos perros pensó en este final cuando jugaba con sus hermanos cachorros en los primeros días de vida, en qué no cabía ese agarrarse final, y en los que todo era descubrimiento y alegría?

He estado recientemente con una pareja que se ha separado, primero me he visto con ella, luego con él. Siento que él no lo ha hecho muy bien, pero ha entendido que tenía que irse y se ha ido, estas cosas nunca son fáciles. La convivencia se ha roto. Hay una ruptura tras más de tres décadas de vida en común. Tras la ruptura hay un aferrarse, un lío colosal, una guerra de situaciones, de percepciones. Pronto puede surgir una gangrena que se lleve a los dos por delante. Hay que soltar. Es la única forma de que la vida no se enquiste, de renovar la vida. Y la vida requiere renovarse.

Recientemente he tenido algunas discusiones. Vuelvo mentalmente sobre ellas. Pienso esto y aquello. Ahora soy yo el perro de presa… Hay de nuevo esa vivencia, ese entrelazar, me muerden, muerdo, muerdo, me muerden. Puedo continuar pensando en ello. Puedo también soltar. Hay que soltar.

Los hombres nos decimos: me hiciste esto y aquello, hay que reparar, no te irás de rositas… Nos cuesta soltar, nos entrelazamos más, añadimos a un karma ya largo y complejo un nuevo karma. Volvemos a incidir sobre la ley de la causa y el efecto, retrasando el inevitable pago de todas las deudas pues generamos nuevas deudas, nuevas relaciones que hay que reparar y sanar. Más kilos a la mochila, ya casi no podemos andar. Los padres se lo recuerdan a los hijos. Nos decía El Roto en una viñeta hace unos meses: “algún día, hijo mío, todos mis odios serán tuyos”.

Agarrar puede significar aferrarse a la muerte. Urge soltar, en todos los frentes, en todos los ámbitos. Si no soltamos enfermaremos más de lo que ya estamos. Lo entendemos cuando vemos las estrellas, por la noche, como el hombre que nos dibuja Roerich, que parece uno con el universo. Lo entendemos en ese momento final, cuando la mano que sostenemos ya se suelta porque no le queda vida, cuando escuchamos lo que ha sido la última respiración del ser amado. Lo entendemos en algunos momentos puntuales, pero no le hacemos mucho caso.

Dicen que la voz del alma habla muy queda, con mucho sigilo, y que cuando nos habla andamos con frecuencia muy distraídos. Ahora es el momento de escucharla, de buscar ese susurro, de entablar un diálogo demasiado tiempo callado. Creo que podemos elegir vivir mucho más ligeros, de cuerpo y de mente. Tenemos que olvidar el orgullo terrenal para abrirnos a lo nuevo. Lo nuevo nos espera, pero nos pide soltar, para vivir como aquellos lirios de los que se nos habló con tanto amor hace tanto tiempo.

VN:R_U [1.9.22_1171]
Rating: 10.0/10 (15 votes cast)
Soltar, 10.0 out of 10 based on 15 ratings

163 pensamiento sobre “Soltar

  1. Carmen Macias ''Cascabel''

    Saltar sin miedos al abismo de la libertad , sabiendo que cualquier caída nos dá alas para seguir volando… más ligeros, auténticos frente al espejo.

    bss

  2. almadraba

    Sr. Tamames sólo decirle que con usded siempre se aprende, y mucho. Gracias por compartir y «soltar» tanto bueno que lleva dentro. Sigo aprendiendo. Un saludo

  3. mumtaz

    Querido Joaquín:
    Como siempre muchísimas gracias por dejarnos este post, es todo un lujo para mis sentidos leerte, lo que me transmites a través de ellos es paz, tranquilidad, serenidad y ganas de hacer, no impones nada, no obligas a nada, solo enseñas a caminar y a mi esas enseñanzas tuyas me ayudan a seguir caminando con un interior cada vez más rico…
    Gracias por dejarme ser tu amiga, por ser y por estar…
    Un abrazo

  4. Silvia

    “…Tiene diversos vestidos, sí.”

    Mi experiencia en el “soltar”:

    Hace ya algún tiempo casi un año, que se puede decir que me inicié en esto del “soltar”.

    Al principio fue un poco más por obligación o quizás eso es lo que pensaba yo en aquél momento. Un grupo, que entonces eran mis amigos, que lo eran desde hacía años, me dejó. No quiero decir que me fallaron porque realmente en su momento fueron amigos. Lo que pasó es que por un mal entendido se rompió esa relación de amistad. El motivo de esta ruptura fue por un comentario que les hice. Hacía ya algún tiempo que con ellos, -no sé que me pasaba, es difícil de explicar y aun a veces si lo pienso me siento un poco culpable, un poco “mala amiga”… -que ya no me divertía o no me llenaba (no sé cómo decirlo) las mismas cosas que hacíamos. Y la gente que nos íbamos encontrando en nuestro camino me parecían bastante superficiales y egoístas. Últimamente había intentado proponer cosas nuevas pero sin éxito. No me sentía” yo” en ese grupo. Cada día era como si me anulara una parte de mi persona para poder seguir ahí. Pero no quería dejar a este grupo de personas, sobre todo a las que eran amigas dese hace años. Nos habíamos explicado tantas cosas, habíamos reído y llorado juntas tantas veces!!! Y lo más importante, en momentos difíciles me habían ofrecido su apoyo. Así que una noche, discutiendo qué hacer y a dónde ir, me sinceré. Pensé que era lo mejor para que la discusión no llegara realmente a ser una discusión…Pero no resultó. La respuesta fue que «nadie te obliga a ir con nosotros…» Intenté explicar que a mí parecer, que los amigos tampoco tienen que complementarse totalmente, es decir que no tienes porque coincidir en todo. Que no es necesario tener los mismos gustos en todo. Que si no se coincide depende para que cosas, pues se puede evitar quedar para esas cosas y quedar para hacer otras, que no por eso es necesario acabar una amistad.

    Recuerdo perfectamente cuando dije “yo no creo que por esto tengamos que dejar de ser amigas” … Y por eso estoy tranquila conmigo misma porque no fue mi decisión, fue la suya, y ahí yo que puedo hacer? Aceptarlo y empezar a “soltar”. Cerrar ese círculo y seguir. Y he aprendido que no es bueno dejar puertas abiertas “por si acaso”, ya que no te deja vivir con satisfacción el presente. Y con el tiempo me he dado cuenta que quizás aunque hubiera surgido la posibilidad de volver, realmente hubiera vuelto a encajar? Aunque duela yo creo que no porque ya no eres la misma persona que se fue.

    Sé que esta historia es bastante tonta pero con esto he aprendido que tu crecimiento interior, personal, a veces consiste en eso, en atreverse «a soltar» Y que en el camino puedes perder muchas cosas, muchos apegos: amigos, pareja, trabajo…etc.porque ya no coinciden con la persona que te estas convirtiendo. Tú y esas cosas no os encontráis en el mismo nivel. Y eso duele, y tanto que duele!! y lo más seguro es que durante algún tiempo te quedes solo, pero a medida que vayas cerrando puertas y avanzando te vas a ir encontrando otras cosas más afines a ti , que se encuentran en tu mismo nivel. Y creo que cada cosa que perdemos, que se va, es porque así tiene que ser y que lo tenemos que dejar ir y prepararnos para todo lo bueno que ha de venir. Perdí una gran amiga pero conocí a otra, ahora laboralmente estoy en el lugar que siempre creí que era lo mejor y que quería estar, pero después de un tiempo, me estoy dando cuenta que no solo el éxito es lo que cuenta, o lo puramente económico (aunque cueste creerlo), al ver que para que te empiecen a brindar ciertas oportunidades tengas que renunciar a ser tú, por hacer cosas que no van con tus principios ni con tu persona …Y que al final tu trabajo es lo que menos cuenta…Te empiezas a preguntar un poco “que hago yo aquí? Así que me lo estoy pensado…Aunque no es nada fácil, 14 años en el mismo lugar…pero cada vez me parece más inútil que sigamos teniendo ese apego a algo que no tiene nada que ver con nosotros. Es más creo que esto te ayuda a tener más confianza en ti mismo, si uno no se atreve “a soltar” es por el miedo a perder lo conocido, lo fácil. Creo que es bueno aprender a desapegarse sin miedo al sufrimiento, aceptando que en un día nos llenó pero que para seguir adelante en nuestro camino debemos soltarlo.

    Un saludo a todos

  5. Aguamarina

    La elección de soltar lastre viene impuesta por exigencias del espíritu muchas veces sin que siquiera nos lo planteemos de forma racional.Como una nota de música que empieza a vibrar y necesita espacio para conformarse en nuestra música interior.
    El lastre viene a ser una toxicidad que nos impide avanzar en la evolución espiritual.El lastre puede ser una sobre carga de equipaje,equipaje de miedos ,inseguridades,rencores,falso amor propio.Para cada uno puede significar distintas cosas,pero es el ego el que distorsiona nuestra visión de la realidad más opresiva o menos ligera.Cada cual hace su elección más o menos minimalista,más o menos provista de accesorios inútiles .La inseguridad ante el devenir del futuro,la vulnerabilidad por sabernos fácilmente heridos,nos lleva a acumular barreras y murallas.El desapego,además de hacernos el viaje más cómodo ,nos pone en contacto con las cosas que de verdad merecen la pena,como una topografía que nos devuelve la fuerza de gravedad y eleva nuestro espíritu ayudándonos a tener los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.

  6. Javier León

    Cada día nos soltamos algo más… cada día necesitamos menos cosas, menos artilugios, menos pesadez… cada día avanzamos más por la senda que nos ha de llevar hasta el otro lado, un otro lado que se manifiesta constantemente en nosotros…

  7. techy-amal - teresa

    Soltar, hay que soltar.

    Cierto es, que no sabemos hacerlo y vamos por la vida caminando con un gran lastre, que una vez y otra, y otra más volvemos a lo mismo, a nuestras miserías a nuestros miedos.
    Soltar, ir caminado y soltando, reteniendo solo lo importante, quedándose con lo bueno aprendido, e ir olvidando lo malo, aprendiendo de ello.
    Difícil, complicado…
    Muchos pasan por esta vida sin jamás aprender la lección.
    Su mundo es estrecho, particular y sin ángulos acusados, solo se ven asi mismo, a su ombligo único y particular.
    Aprender a querer y volorar lo que se tiene, y ser feliz con ello, aprender a simplificar nuestras vidas, alejarnos de las personas que nos causan daño, no dejándose influir por comportamientos extraños.

    Estamos aquí para vivir felices, para querernos unos a los otros, para respetarnos, para tener un dialogo tolerante, para mirar al otro a los ojos, para tender la mano, para que te la tiendan, para no herir, y que nos hieran… soltar, no es fácil, pero si necesario.

  8. DOÑAJIMENA

    Nos vendría bien a tod@s poner esto en práctica:

    «Deja tu ego, deja tu avaricia y tu afán de posesividad, deja tus dogmas y tus derroteros marcados por la avidez, deja el que crees que eres para realmente ser el que eres, deja los excesivos apegos mundanos, los dogmas y fanatismos que esclavizan y dañan a los otros, el legalismo y el poder, las palabras vacuas que no son seguidas de actos, la vanidad y la prepotencia.»

    Ramiro Calle

Los comentarios están cerrados