Naciones y Estados: la ilusión de un destino

Leía con atención un texto sobre crítica antropológica que trataba sobre el uso, o mejor dicho, el mal uso de la palabra cultura. Coincidía con la idea de que la cultura no se puede unificar en un campo ideológico o territorial como algo sólido e inamovible. Conceptos como “cultura europea”, “cultura española” o “cultura catalana” son estereotipos de algo que realmente no existe más que en la ideología política de algunos.

Se habla desde siempre de los peligros que comporta la idea de una identidad única, casi elitista en contraposición con el resto, de un concepto claro de poder absoluto en nombre de la cultura, la lengua, el territorio… Este tipo de ambigüedades fueron las primeras argumentaciones que se utilizaron políticamente para conseguir réditos electorales. En Cataluña había funcionado hasta cierto punto. El batacazo del tripartito ha supuesto un cambio epidérmico en el electorado que premia más al discurso identitario-económico –véase el vertiginoso ascenso de Laporta y su Solidaridad Catalana o la victoria de CIU- que al identitario-cultural con PSC, ERC y IC a la cabeza. Ciudadanos por Cataluña, la plataforma que nació desde la crítica intelectual, ha quedado igual, quizás porque la crítica intelectual no puede existir en un país donde el pensamiento único –nacionalismo o catalanismo- supone el magma mayoritario y sociológico de Cataluña.

Los analistas quizás conciban que la sociedad está madura para entender que no es un problema cultural lo que separa a Cataluña de España, sino un problema económico. Dicho así, muchos no entienden por qué desvincularse de España como proyecto político pero no de Europa. ¿Por qué la necesidad de un nuevo Estado dentro de una región supranacional como lo es Europa? El problema no es ni mucho menos económico. No se trata del expolio español hacia el territorio catalán. Se trata de ciudadanos que viven en España, y por suerte o desgracia, la España de nuestros días tiene ciudadanos con más recursos en unos que en otros territorios. Lo mismo ocurre en el proyecto Europeo. No creo que los alemanes o franceses piensen que España, Portugal o Grecia estén expoliando a Europa o viceversa, no creo que piensen que Europa los estén expoliando a ellos… ¿o sí? De nuevo un problema de interpretación, de semántica, o quizás de egoísmo humano extrapolado a territorios y sociedades. De nuevo el egoísmo, de nuevo la visceral manía animal de pensar en territorios, y no en personas. De nuevo los animales políticos meando en las esquinas para señalar su espacio y mostrar ante el resto donde empieza y acaba sus dominios. Absurdo, totalmente absurdo.

La buena vida colectiva no tiene por qué matizarse en la posesión, en nombre de la cultura o la economía, de más o menos poder, de más o menos Estado, de más o menos autodeterminación, de más o menos territorio. La convivencia entre los pueblos, una convivencia social y cultural, pero también económica y política,  debe pasar por el buen entendimiento de unos con otros. La polaridad del Estado-nación no tiene porqué ser el objetivo a seguir de los políticos que pretenden una mejor calidad de vida de sus conciudadanos.

La autodeterminación es necesaria, no dudo de ello. Pero debe empezar de abajo a arriba. Es decir, la esencia de la misma debe partir del ciudadano, de ahí a su barrio, a su pueblo o ciudad, a su comarca, a su región, a su país… No al revés. La tutela absolutista de los políticos con respecto a la gobernabilidad de sus ciudadanos pasa por ese matiz que subraya la incapacidad del ciudadano a dirigir su destino, necesitando de una determinación política que arremeta sobre decisiones importantes para la organización de la vida privada.

No hay que crear más estados-naciones, sino reducir, adelgazar los que existen. Eliminar la máquina burocrática y reembolsar la soberanía al ciudadano, al individuo libre que presta parte de su vida a la convivencia pacífica y solidaria. O quizás, para ser más certeros, lo más conveniente sería reorganizar la convivencia política. Pensar en los territorios no como organismos petrificados en un mapa geopolítico, sino como entidades vivas capaces de decisión sobre su presente y futuro. Organismos vivos, habitados, en todo caso, por hombres y mujeres de carne y hueso, capaces de pensar y capaces de dirigir libremente sus destinos.

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20 pensamiento sobre “Naciones y Estados: la ilusión de un destino

  1. vanmergeren

    Estimado Sr León,
    Con el debido respeto, leo su entrada de hoy, me va atrapando, llego al párrafo final y… me libero.
    Tengo la sensación que no termino de entender. Habla Ud de estados-nación. No se lo que son. Se lo que es un Estado, representación administrativa de la que se dota un Gobierno independiente, seña de identidad de una Nacion. Por este motivo, el ciudadano sólo es soberano en el comicio electoral si elige directamente el Gobierno independiente, unico lugar donde reside la Soberania Nacional; no será un ciudadano soberano si lo que elige es a quienes eligen el Gobierno. La Soberania está donde está y es lo que es. No la llevo en los bolsillos por la calle, salvo el dia de las elecciones. O la Turba. 
    Habla Ud de adelgazarlos. Verá. Podrá adelgazar el Estado, lo cual es una gran idea hasta cierto límite. Pero es imposible adelgazar la Nación. Porque ésta es o no es. Sin predicativo ni calificativo.
    Lamentablemente un Gobierno de una Nación debe de definir sobre que territorio ejerce la acción su Estado. No podremos eliminar eso que Ud llama ‘organismos petrificados en mapas geopolíticos’. Es un inamovible.
    Repito. No entiendo su último párrafo. Necesito más explicaciones.
    Reciba un cordial saludo,
    Van

      1. Enrique N

        Hola Javier.
        El enlace parece que no dispone ya de ese vídeo. Si pudieras indicar otro sitio donde encontrarlo. He estado buscando un rato en Youtube y Google y no encuentro otra web que lo muestre o mencione.
        Un saludo y gracias.

  2. Pau Llanes

    DALAI LAMA: “El Arte de vivir en el nuevo milenio” (fragmentos sobre políticas nacionales)

    “Lo que en principio era una serie de pequeñas unidades tribales ha progresado y ha pasado por la fundación de las ciudades estado, las naciones y hoy en día las alianzas que abarcan a cientos de millones de personas, que cada vez trascienden más y mejor las divisiones geográficas, culturales y étnicas. Se trata de una tendencia que debemos continuar.

    De todos modos, no podemos negar que en paralelo a la proliferación de estas alianzas políticas y económicas existe un apremio no menos claro por alcanzar una mayor consolidación en cuanto a etnias, lenguas, religiones y culturas, y que a menudo se produce el contexto de la violencia después del desmantelamiento de una determinada nación. ¿Qué se puede sacar en claro de esta aparente paradoja entre la tendencia hacia la agrupación cooperativa transnacional y el impulso localista? De hecho, tal vez no exista una contradicción real. Todavía podemos imaginar una serie de comunidades regionales unidas por el comercio, la política social, los acuerdos de seguridad, y compuestas por una multiplicidad de agrupaciones étnicas, culturales y religiosas autónomas. Podría existir incluso un sistema legal que protegiera los derechos humanos básicos de una amplia comunidad y que, sin embargo, dejase a las comunidades acogidas a él la libertad de proseguir con su propio estilo de vida. Al mismo tiempo, tiene gran importancia que el establecimiento de las uniones se produzca de forma voluntaria y sobre la base del reconocimiento de que los intereses de las partes integrantes estarán mejor atendidos a partir de dicha colaboración. De ninguna manera debe imponerse la unión. Desde luego, el reto del nuevo milenio seguramente será el hallar los modos idóneos para alcanzar la cooperación internacional o, mejor aún, intercomunitaria, allí donde la diversidad de los hombres esté debidamente reconocida y los derechos de todos sean respetados”…

    Saludos más que cordiales… Pau Llanes

  3. Osnofla

    LA SOCIEDAD CIVIL

    ¿UNA COOPERATIVA DE CIUDADANOS-EMPRESARIOS AUTÓNOMOS CON ILUSIONES?

    Bueno, ya van apareciendo otros 1, verdaderos 1, que exponen algo sencillo de llevar a la práctica. Es tan real como comenzar desde nosotros, girando la perspectiva de la Pirámide y colocándonos arriba, aunque a la vista de los de siempre sigamos abajo. La verdad de los 1 es un tema que surgió hace muchos miles de años, de hecho no tiene fecha conocida, pues algo que no nace, es, no tiene data.

    Un 1 nunca debe sumarse, es una operación matemática creada por el hombre para conseguir precisamente lo contrario a lo que pretende. Cuando se creó la suma, inmediatamente se creó la resta. Al crear la multiplicación, se originó de inmediato la división. Esto es antinatural. No podemos sumar personas, debemos aunar esfuerzos, sumarlos, para que cada unidad aporte lo suyo, y el conjunto sea más fuerte.

    Un grupo político, un partido, es la suma de sus militantes, simpatizantes, afiliados, y sus votos, más los de ciudadanos independientes.

    Otro grupo político, otro partido, es la suma de sus militantes, simpatizantes, afiliados, y sus votos, más los de ciudadanos independientes.

    Y así cada partido, ya dividido por su nombre.

    A un partido, suma, le surge inmediatamente otro, que también suma, pero resta al primero y a los demás. Y en cuanto a la otra regla matemática, cada vez que se multiplican las diferentes opciones a las cuales votar, se divide más la fuerza de cada 1, de cada ciudadano, la fuerza del Pueblo, de la Sociedad Civil.

    El Infinito es un 1 como los otros 1, como nosotros si somos 1, verdaderos 1 podemos ser todos, unidos en un destino, con la fuerza del conjunto, pero cada 1 tirando de si mismo.

    Todos somos líderes. Todos podemos ser Gestores de nuestras necesidades. Todos podemos aprender, como decimos varios foreros, sin necesidad de experiencias previas o títulos pegados en la pared, si tenemos voluntad y afán de servir, en vez de servirnos de los nuestros.

    Muchas gracias Javier, Loco de la Montaña. Te saluda el Loco de la Atalaya. Ya se están abriendo las cercas para que los animales entren o salgan, es cuestión de criterio, de locura o de mantener el rol del pastor paciente que espera ver un nuevo amanecer sin pasar la página del calendario para que cambie la foto.

    1. Tata

      Poco a poco vamos entendiendo que somos 1. Solo nos falta vivirlo. Un saludo Alfonso.

  4. Enrique N

    Gracias Javier por el artículo.
    Estoy completamente de acuerdo con lo que comentas.
    Cada día es más común tener un amigo alemán que se casa con una finlandesa y vive en un pueblecito de Segovia.
    Estas situaciones serán realidades generalizadas en un futuro próximo y no sólo en Europa, sino en muchos otros países del globo. No me refiero a que todo vayamos a vivir en un pueblecito de Segovia, jaja, sino a que podríamos definir el comienzo del milenio como el comienzo del fin de las razas que se han creando por el mundo durante los últimos 80.000 años. El comienzo del encuentro de todas las cultural que se han desarrollado en ese periodo de tiempo y la fusión de todas ellas en una gran base cultural genérica que sólo será matizable por condicionantes climáticos y poco más.
    Los factores determinantes son los cada más eficaces medios de transporte, los cada día más espectaculares medios de comunicación y el incremento de la sensación de globalización que ambos generan.
    Por eso comparto tu idea de que debemos relajar los conceptos de agrupaciones de personas por pasados determinados y trabajar y vivir pensado en un futuro común a todos los seres humanos, que llegará tarde o temprano, por mucho que nos neguemos a ello. Y si no que se lo pregunten a Romneo y Julieta, serían unos buenos abanderados de esta teoría.
    Un saludo a todos.

  5. Angeles

    Gracias por el artículo que nos invita a reflexionar sobre los pueblos, su administración, su unión , su cultura y sus nacionalismos varios. Al respecto de los nacionalismos grandes y pequeños me he reido con la analogía sobre los perros que marcan su territorio, jajaja.

    En cuanto a las idiosincrasias de los pueblos, con su folklore, vestimentas, bailes, lenguas, es algo que está pasando y olvidandose con el tiempo, porque evolucionamos (tampoco hablamos en latín, ni vamos vestimos de romanos). Hay personas que quieren rescatar y eternizar estas tradiciones culturales locales, y está muy bien que asi lo hagan, en plan rescate cultural/histórico, pero no que lo hagan como obligación oficial, es decir, que los que viven en ese pueblo/ciudad/país, les hagan tragar con algo diferente a lo que han mamado o lo que quieren.

    La comunicación es muy importante, y tener un cauce de comunicación común, es necesario para que fluya sin problemas, sin traductores. Por ello obligar a alguien que hable en una lengua que no ha mamado es ir en contra natura, es establecer límites, separación, disgregaciones con los que no hablan igual o bien totalitarismo y que todos entren en el mismo saco ideológico y lingüistico hábilmente planeado por un sector político-economico.

    Vivimos una época de supervivencia, y la supervivencia requiere la integración, la unidad, el intercambio, los viajes, internet. Las fronteras ya no existen en internet, la única frontera es el lenguaje y parece que de momento se supera con la utilización del inglés (dado que allí se inventó la informática o al menos se desarrolló más).

    Coincido contigo en la ridiculez fuera de sentido, y que solo crea separación con los que «no hablan o están en mi casa». Ese nivel de individualismo extremo, ese nivel de autoestima extrema, cae en el orgullo, en la dominancia y el nepotismo, donde yo pongo las leyes, gusten o no, y todos dirán lo que yo quiero , porque por eso me han votado. La máquina de votar está perfectamente engrasada con los mass media, y quien controla la información, controla las mentes y las opiniones de las personas.

    Sí que entiendo tu último párrafo: se trata de adelgazar la maquinaría política, y dar protagonismo al hombre y a la mujer, humanizar el Estado, salir de esta Edad Media donde los señores feudales/políticos en sus feudos, nos sacan el dinero, las ideas, y donde todo está atado y bien atado para que nadie se mueva. Y quien se mueve: a la cárcel (controladores) o Julian Assange (por limpiar la atmósfera política). No importa que tengan razón, no importa averiguar las causas, porque no importa arreglar nada, lo que importa es que nadie se mueva para que todo siga igual. Pienso como tú, que es hora de dejar esta Edad Media de luchas, rencillas, de pequeños feudos con sus nobles, y reiniciar un nuevo Renacimiento, donde «el Hombre (con mayúsculas, por supuesto tambien la Mujer), sea la razón de todas las cosas», éste fue el lema del Renacimiento, iniciando entonces una explosión de arte, de paz, de belleza, de convivencia, de bailes, disfrute de la naturaleza, y por siempre se cerró una Edad oscura, de represión, violencias, guerras, hambres, pestes, donde los señores feudales hacían la guerra contra su Rey, porque querían sus territorios, y como los animales, solo se respetaba al más fuerte. En el renacimiento se respetará al hombre sabio, al hombre artísta, al hombre bueno, al hombre ético, al integrador, y al pacífico, porque habremos superado el estado de animal, que como los perros marcan su territorio…

  6. Westmoreland

    Comparto, en gran medida, tus lúcidas opiniones sobre lo conveniente que es para el conjunto de ciudadanos y para cada ciudadano, en particular, eso de «adelgazar» los estados sobre todo cuando estos estados son abiertamente liberticidas, o se ponen autoritarios/militaristas y desquiciados, si ir más lejos como le ha ocurrido al histérico y marimandón Gobierno español que se tilda de progresista y se va de «guay», y siendo el mismo que paga rescates a piratas somalíes o se reúne con la ETA a jugar extraños juegos de cama en oscuras posadas de mala muerte (algo que no es legal ni constitucional) pero acaba recurriendo de una forma dudosamente constitucional, y tal vez, legal, a militarizar a un cuerpo civil (que por lo demás equivocaron medios y momentos, por mucho que se les provocase, y así fue desde el PODER) y de paso a ponernos a todos durante 15 días en estado de alarma (¿en cintura?), y ya veremos por qué y hasta cuándo tenemos que estar todos bajo este estado gubernativo grave, porque el hecho es que unos dos mil y pico funcionarios han servido de excusa gubernativa y autoritaria para someter a todo el país a un estado, que no por se constitucional, es exhorbitante por una excepcionalidad social que no existe a pie de calle, por mucho que hubiese un caos monumental aeroportuario, pues el grueso de la sociedad no se ha ido de puente por vía aérea (y eso no resta un ápice al derecho de libertad ambulatoria que asistía, faltaría más, a los pasajeros colgados en tierra por el choque de dos matones de barrio, sólo que a uno le ayudaba la fuerza de las armas y al otro le ayudaba simplemente la chulería miope, cuyo derecho fue lesionado en el cruce de bofetadas entre dos macarras cutres de piscina).
    Ahora bien, sobre todo en el caso de los seculares chauvinistas franceses, eso de que no nos ven como un problema, yo no lo afirmaría tan a boca llena, en el seno de las egoístas sociedades occidentales, y en las no menos egoístas sociedades emergentes y en las islámicas que pecan de lo mismo o incluso de mayores vilezas fruto de su brutalidad cultural, porque con lo fácil que es tener una opinión pública intoxicada y lo bien que funcionan los estereotipos en los medios de comunicación de los que se valen todos los gobiernos, y algunos más que otros (no miro para nadie, claro) yo no pondría ya la mano en el fuego por ningún gobierno, ninguna sociedad y ningún ciudadano, algunos muy fáciles de llevar de la correa y el collar, incluso orgullosos de lucir bozal, pues les encanta que les tutelen otros, delegar su libertad en quien viste de «interés común» o de acto patriótico lo que es su puro interés personal o político, y eso en Europa, abunda mucho. Como advertía Rousseau ya en su tiempo, los ginebrinos se contentaban con ser libres una vez cada cuatro años, es decir, cuando votaban, y ahí quedaba la idea helvética de la democracia entonces, aunque yo diría que hoy en día, la cosa no ha cambiado mucho, ¿cuántas iniciativas legislativas populares han triunfado en España o por ahí fuera, llegando incluso con más de dos millones de firmas libres detrás? La respuesta es fácil, ni una, sin ir más lejos la bendita iniciativa de los torturados padres de Marta del Castillo o las firmas que presentó la madre coraje de una niña torturada en vida por «menores» de unos diecisiete años: Sandra Palo. Iniciativas populares y cívicas cuyas firmas se han tirado a la basura por los «padres y madres desnaturalizados de la patria», todos ellos y ellas.

    En cuanto a lo que afirmas de la sociedad catalana en particular, el problema que arrastran es la de tener una casta política especialmente bastarda y despótica, donde el problema no es siquiera económico, pues siempre querrán más y más, pero eso sí, para llevárselo a sus casas crudo y enterito, en forma del 3% de mordida en la época de CIU, durante el Pujolismo ( o más, según apuntó en sede parlamentaria el propio y ahora enfermo Maragall, sin que nadie le contradijese en el momento o después, luego debe ser cierto) o en forma de bonos al portador para que el papaito del Rey Arturo Mas I el trincador, se lo llevase al paraíso de Liechtstein, y ahora resulta que el delito fiscal de evasión, dicen que ha prescrito…o se ha dejado prescribir, porque las Haciendas cuando quieren no se les escapa ni un céntimo con el ciudadano de pie, claro. Quizás el problema de esta poco participativa sociedad más adormecida que el resto de la española, que ya es decir, pues recordemos que el 51% no fue a votar cuando el manido estatuto parcialmente inconstitucional fue sometido a refrendo, quizás más que nada, debieran autodeterminarse de sus propios políticos y políticas primero y luego, esos que vienen a servirse a cambio de mordidas instititucionalizadas del pueblo y no para servir a su amadísimo «pequeño país», como le llamó un hipócrita e impostado budista zen entrenador de fútbol local a su tierra hace unos días, seguro que no se verían tan «oprimidos» ni subyugados. Eso seguro.
    Por lo demás, tus desideratums son muy sugestivos, pero lamentablemente veo a la sociedad universal, y a la española en particular, muy verde para llegar a las liberaciones que propones, a día de hoy, bonitas quimeras.
    De todas formas, no te desanimes. Soy de los que piensa que lo importante no es la meta. Lo que importa es el camino y el no haberse quedado con la sensación de no haberlo intentado. Con proponerse el cambio, esa superación social e individual que hermosamente propugnas, no es poca cosa.
    Buen día para ti y para el resto de damas y caballeros presentes en la sala.

    1. atati

      Después de leer la cálida entrvista a Ama La en el otro artículo de hoy, amigo West, y leer a continuación tu comentario tan plagado como es habitual en ti de descalificaciones e insultos de dudoso gusto hacia todo aquello que no compartes o no te gusta, lo cierto es que es como pasar del fuego de la armonía al hielo del desprecio al oponente que tanto te gusta alardear de ello.

      «Matones de barra», «macarras cutres de piscina», «casta política especialmente bastarda», «enfermo Maragal» (muy cruel), «hipócrita e impostado budista» (¿sólo por decir que Cataluña es un pequeño país? ¿acaso Cataluña no es un país como el País Valenciano o el País Vasco? ¿todavía andamos así?); son el muestrario de hoy de esa imposibilidad manifiesta que padeces de exponer tus razones sin recurrir a la falta de respeto y al insulto facilón.

      Me parece que eres libre de que te traiga al pairo las ideas armoniosas de Ama La, y prefieras el desahogo personal y el emotivamente un tanto descontrolado desprecio a tus oponentes; pero de la misma manera, siempre que te lea ese estilo que tanto te caracteriza, cuando lo crea conveniente no dejaré de comentarlo y decirte que es una pena que todo ese caudal de retórica con, por cierto, escasa aportación positiva casi siempre, vaya acompañada de tantas descalificaciones que muchas de ellas son insultos puros y duros.

      Un saludo al mejor estilo budista, deseando también que algún día comprendas que es mejor la armonía y el diálogo respetuoso que ese cúmulo de agresividad verbal que exhibes casi todos los días.

  7. Aguamarina

    Eliminar la máquina burocrática…Podría ser humanizar la función democrática,desde los intereses reales y no la simple funcionalidad que permita amparar intereses partidistas dejando al ciudadano desprotegido de sus verdaderas necesidades elementales a toda lógica.El poder cada vez está más alejado de la realidad y asentado en pilares que desfiguran los valores que habría que preservar.Reembolsar a la ciudadanía su soberanía como bien dices,ahí nos duele.

  8. Eliseo de Bullón

    Estoy convencido que el asunto de los nacionalismos está más dentro del sentimentalismo que de el del racionalismo.

    Hasta que no conozcamos y entendamos que sentimientos rigen los nacionalismos, poco avanzaremos.

  9. Sonia

    Javier, con tu permiso, empiezo por el final
    “Organismos vivos, habitados, en todo caso, por hombres y mujeres de carne y hueso, capaces de pensar y capaces de dirigir libremente sus destinos”.

    No nos van a dejar. Los destinos de esos “organismos vivos” estarán estrechamente unidos a las voluntades de unos y otros que nos van dividiendo porque es una política que siempre ha funcionado: Divide y vencerás. Cuando se empezó a hablar de “Unificación”, del Proyecto Europeo, creimos que se trataba de eliminar fronteras e ir generando una sociedad plural cada vez, más igualitaria. ¿Vamos hacia eso?
    O ¿lo teníamos y se ha perdido?
    Me lo planteo mientras veo la ópera Lucrezia Borgia, de familia Valenciana/Xátiva, con música de Donizetti (Italiano), basada en una obra de Victor Hugo (Francés) y representada en Munich.
    Eso sí que es Cultura Europea!!!
    Quizá no hacía falta todo este montaje llamado Unión Europea. Quizá ya existía y sólo debimos fomentarlo o mejorarlo.
    Saludos, a casi 25º, desde el Mediterráneo.

  10. Silvia

    Creo que la mala gestión de los políticos ha hecho que la gente que ha ido a votar lo haya hecho más pensando a quién no quieren que a quién realmente están dando su voto y no con un pensamiento independentista o nacionalista, con los problemas que tiene el país ahora mismo creo que a los catalanes les preocupa más otros asuntos que no el de la independencia o ser una “nación”.

    También creo que aquellos que no han ido a votar la mayoría son “ex votantes” del PSC y no nacionalistas, que no están de acuerdo con la política nacionalista que ha hecho el tripartido y por eso creo que no deberían de haberse quedado en casa, sino que se tenían que haber animado y haber ido a votar y votar una opción no nacionalista (Aunque el PP en Cataluña..uffff..es que cuando oigo como hablan de los catalanes fuera de cataluña…) Aún sabiendo que ganaría CIU, pensé que Ciutadans obtendría muchos más votos en estas elecciones, aunque con el sistema electoral y políticos que tenemos en nuestro país…y en Cataluña con un PSC haciendo políticas nacionalistas, con la que han liado con el Estatut…para el ciudadano decidir a quién va ir su voto cada vez es más difícil…

    Buenas tardes,

  11. Calicles

    Señor León, ciñiéndome estrictamente al exordio de su escrito, me ha recordado usted al gran experto en Historia de la Filosofía, el germano Wilhelm Dilthey. En su obra Introducción a las ciencias del espíritu. Ensayo de una fundamentación para el estudio de la Sociedad y la Historia, 1922; llega a parecida conclusión que la suya. Dilthey le denominó «sistemas de cultura«, o formas objetivas en cuyo seno se constituye y progresa la cultura en la sucesión de generaciones. Habla también el alemán de la cooperación entre individuos y de la vinculación de voluntades, separando ambos conceptos comunitarios de los sistemas de cultura, acomodándolos en «sistemas de organización» basados en la coexistencia y en la mutua interdependencia; lo que usted reivindica lucidamente como «La buena vida colectiva«.

    Creo que, un intelectual e iniciado en la hermenéutica como usted parece ser, a tenor de sus escritos y febril trasiego editor y cultural, disfrutaría leyendo al gran príncipe hermeneuta Dilthey. Ahí va un párrafo para abrir boca: «Con puntos fijos como principio y fin de toda la historia: así surgió una tarea realmente soluble, la de trazar entre el pecado original y el juicio final, los hilos conectadores a través del curso histórico«.

    No obstante, Sr. León, si Adán hubiera vivido, indefinidamente, todo el tiempo necesario, esos impostados «sistemas de cultura» societarios no habrían simulado ser la única, auténtica y prístina Cultura.

    (Este artículo me ha hecho desempolvar un viejo libro apolillado de Torcuato Fernández-Miranda y Hevia)

    1. Javier León Autor del artículo

      Gracias por la cita de la que tomo buena nota. Por suerte, hay muchos estudios antropológicos y sociológicos sobre cultura, sociedad, comunidad, ciudadano y ciudadanía… Me aferro más al concepto de comunidad que de país, territorio, estado, nación… La comunidad es algo vivo, los estados y las naciones parecen algo tan pesado y sólido como una lapa… El cambio permanece a costa de los desequilibrios, únicos capaces de unir cosas tan dispares como un hombre o una mujer, o un vasco con un cordobés, o un lituano con una española… y también viceversa…

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