La crisis y el libre albedrío

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Ricardo B. Sánchez

Todos los días aparecen noticias que amplifican pensamientos y estimulan sentimientos, muchas veces conflictivos, sobre la crisis económica, política y social. Cada día que pasa me asombra, pero no me sorprende la ausencia de soluciones claras para superar la susodicha pesadilla existencial. Pareciese que todos navegásemos perdidos en una nube de dudas, sin saber muy bien cómo salir de esta… crisis existencial.

Como aparentes culpables de la gestación, concreción y falta de solución a la crisis, tenemos a los políticos, banqueros, gestores financieros y economistas ortodoxos. A estos gremios, la sociedad civil le confía, sin saber muy bien por qué, los destinos de nuestras conductas políticas y económicas, y en ellos recae, aparentemente, la responsabilidad del éxito o fracaso de nuestro bienestar material. Puede ser un craso error creer que sean los únicos responsables.

En los medios de comunicación se anunciaron “pagas récord en Wall Street” y, aunque me gustaría poder decir objetivamente que la codicia desmedida de estos ejecutivos es la causa de nuestros males, no creo que en la realidad sea exclusivamente un problema de codicia o de malas gestiones, creo que es algo sustancialmente más complejo. Esta crisis es de valores… humanos.

Hay una diferencia sustancial entre lo que es el saber y el vivir, entre la palabra y la conducta. Saberlo no implica necesariamente que se pueda vivirlo, decirlo no garantiza que se pueda hacerlo, y esto nos genera confusión y, a veces, una buena dosis de frustración. Sencillamente hay instancias en las cuales yo puedo pero no quiero, o quiero pero no puedo, o quiero y puedo, o ni quiero ni puedo. Esta observación me lleva a reflexionar sobre el concepto del libre albedrío que se nos atribuye a los seres humanos.

Somos seres excepcionalmente facultados para transformar de una forma consciente y voluntaria el entorno en el que vivimos. Esta es una virtud y una limitación, ya que somos los únicos seres vivos que dependen de un proceso educativo sofisticado para sobrevivir y una clave importante en la que se sustenta dicho proceso es la creencia de que querer es poder. Nuestra fuerza de voluntad para trascender y transformar y el poder que sentimos cuando conseguimos lo que queremos, nos puede llevar a la creencia de que realmente controlamos nuestro destino y, si este es el caso, ¿por qué esta crisis?

Como un buen ejemplo de que querer no es poder, me cuesta creer que alguien quiera destruir la humanidad, pero no somos capaces de unir nuestra energía colectiva para exigir el fin del armamento atómico. Nuestro libre albedrío sirve de poco en este caso, como en tantos otros. Sabemos que el armamento atómico sólo tiene, en última instancia, un fin, pero somos incapaces de unirnos para actuar conjuntamente en su eliminación.

Ya que estamos en lo que sabemos y queremos, por qué no ir más lejos y exigir el fin del las armas de destrucción masiva y, si nos planteamos algo un poco más sensato todavía, qué finalidad tiene la industria armamentista, que no sea la muerte de seres humanos. ¿Para qué sirve algo que sólo sirve para matar? La respuesta, aparte de la evidente, es: para infundir miedo desde las esferas del poder y, así, controlar nuestro campo de pensamiento y acción. Dominar nuestra voluntad y controlar en buena medida nuestra capacidad para ejercer nuestro libre albedrío. ¡Problema!, los que queremos no podemos y los que pueden no quieren y encima nos convencen de que lo hacen para mantener la paz… a costa de matar a otros.

Mario Conde habla de que “no soy mis cosas” y “soy mi conducta”. En ambas frases, el “soy” es un símbolo de voluntad y de libre albedrío, el “soy”, lo que quiero ser implica una elección desde el poder de la propia creencia de que “no soy mis cosas” y “soy mi conducta”. Por lo tanto, si mantenemos esta creencia, las cosas que tenemos, tanto en lo material como en lo abstracto (aquello que pertenece a la esfera del pensamiento y por ende formación cultural: abogado, medico, político, economista, empresario, artista, peón, filósofo, etc.), no es lo que somos, o sea que somos algo más que nuestras cosas. En el concepto espiritual coincido con quienes piensan que somos más que nuestras cosas, pero en lo económico, egocéntricamente psicológico, material, social y cultural, nuestras cosas están sumamente vinculadas a lo que somos… o creemos ser. Nuestra conducta o comportamiento da buena fe de ello.

Nuestras acciones, producto de un comportamiento o conducta, definen en buena medida quiénes somos… y aquí vale la pena mirarnos bien en el espejo. Prestarle atención a mi relación de lo externo con lo interno y viceversa; a la relación de mis cosas con lo que soy. Observar la relación de lo que sé y digo con lo que hago me interesa. Por ello no me deja de sorprender nuestra extraordinaria impotencia para ponernos de acuerdo en cuál es la forma más saludable de regular o condicionar nuestro destino; el aquí y ahora de lo que vivimos.

El miedo es el condicionante de la conducta humana más primitivo y poderoso que hay. En manos de quienes lo saben infundir y, por lo tanto, manipular a su favor, es un arma de control de masas. Esta crisis, como tantas otras, es ante todo una crisis que potencia el miedo y no es ni la primera ni la última vez que será utilizada por aquellos que ostentan el poder, para controlar a aquellos que no lo tienen.

Pero ¿a qué le tenemos miedo? A perder, ante todo a perder… la vida, la libertad, el bienestar, las posesiones materiales, a los seres queridos, lo conocido, la ilusoria estabilidad y una larga lista de cosas que cada uno puede valorar en función de sus prioridades y apegos. Somos, por más que nos pese, un producto de la educación cultural que cada uno ha recibido; entrenados, adoctrinados y condicionados, desde la infancia, a respetar y temer a la autoridad.

Curiosamente, los que más poder tienen, los que más riqueza material poseen, son los que más miedo padecen. La mayoría de los ciudadanos no necesitan de medidas especiales de protección, los que ostentan el poder sí que las necesitan, (pólizas de seguros de todo tipo, contratos y puestos de trabajo blindados, cajas fuertes, casas amuralladas y enrejadas, alarmas, coches blindados, guardaespaldas, y un largo etc.) son los que más temen perder… su poder y sus cosas.

Desde la infancia perdemos, parcialmente, cualquier atisbo auténtico de libertad o de libre albedrío. Quienes somos educados, poco tenemos que decir sobre las formas culturales con las cuales somos adoctrinados. El planteamiento de nuestra formación cultural exige que cada individuo acepte doblegar su libre albedrío en función de unos intereses colectivos y sociales. El individuo debe ser subordinado a la autoridad, al poder y al sistema de dominio imperante y esto se logra mediante el miedo y, si es necesario, el terror. Por lo tanto, el concepto de libre albedrío ante la actual crisis, debe ser analizado en el contexto del supuesto control individual de nuestra existencia. El dominio es muchas veces sutil, pero no por ello menos eficaz.

De la misma forma en la que hemos sido educados a obedecer desde la infancia a la figura autoritaria, hemos sido adoctrinados, condicionados y manipulados para creer que la forma en la que vivimos es la que más nos conviene y, en el caso de nuestra estructura social, ésta se basa en competir por bienes de consumo que nos proporcionan una hipotética dosis de seguridad, comodidad y bienestar. La estructura del poder se sustenta sobre esta base ante todo educativa y, repito, que la desviación de los dogmas doctrinales de esta estructura es castigada con el miedo a perder…. lo que sea. Casi estamos obligados a creer que no hay otra alternativa y, mientras mantengamos esa creencia, esta será nuestra verdad.

“No estamos en crisis, somos la crisis. La verdad es que no sé cuándo saldremos de esta. Cuando eso ocurra me gustaría un cambio radical. Pero mucho me temo que cuando las aguas vuelvan a su cauce todo seguirá igual o peor: más consumo irracional, nuestro entorno explotado y destrozado y, lo que es peor, una sociedad cuyos individuos tendrán aún menos valores y con diferencias sociales más pronunciadas.” Escrito por Natacha Manent Conesa. Este comentario refleja una actitud de resignación muy prevalente en el ambiente actual. ¿Estamos realmente condicionados por nuestras creencias?, o ¿podemos realmente crear nuestro destino desde el más puro y libre albedrío?

Pienso que aparentemente tengo voluntad, una voluntad libre y poderosa, puedo elegir y por tanto tengo libre albedrío. Este pensamiento forma parte de una ilusión existencial: pienso, por lo tanto soy capaz de elegir. Y la pregunta es: ¿soy capaz de elegir lo que pienso?, ¿soy capaz de elegir lo que siento?, ¿soy capaz de elegir lo que hago?, ¿soy capaz de usar mi libre albedrío y modelar fehacientemente mi destino? Hay quien cree que sí y, en parte, desde mi ego (mi importancia personal) yo me incluyo en este bando. Pero una mirada más profunda me lleva a concluir, que ni soy lo que pienso, que el ejercicio de mi voluntad “egoíca” es un maravilloso autoengaño, y que desde hace ya unos cuantos siglos, la conciencia humana sigue anclada en las premisas dictaminadas por Buda. El ser humano sufre… por su ignorancia, deseo y apego. Pero aquí estamos ahora, seguimos pensando, sintiendo, diciendo y haciendo, seamos libres o no… entonces, ¿qué hacemos?

Esta crisis es una más de las tantas que han afligido a la humanidad. Como todas, en primera instancia es de valores, luego está el cómo estos se relacionan con sus cosas. Formamos parte de una cultura económica, política y social que fundamenta su bienestar en la medida en que seamos capaces de crear bienes de consumo que sean asequibles y estructuramos el funcionamiento de nuestra economía en base al crédito, o sea, en la confianza de que lo que yo te presto hoy, tú me lo devuelves mañana con algún beneficio. Por lo tanto, hemos creado una cultura de consumo que se sustenta en la confianza de que el crédito es asequible.

Pero de verdad ¿se puede confiar en el otro, cuando el fundamento del poder se sustenta a través del miedo? Me temo que no es posible. ¿Cómo puedo confiar en un sistema que ayer me dio y hoy me quita? ¿Cómo puedo confiar en un sistema que dice saber lo que hace, pero que actúa en beneficio de pocos con el perjuicio de muchos? Me temo que la respuesta es dolorosa, ya que aunque no confío, soy fácilmente manipulable y por ende susceptible a ser engañado, o es tal mi miedo a desviarme de la conducta con la que he sido adoctrinado, que antes que perder lo que tengo, prefiero quejarme y echar los balones fuera.

Hay algo que siempre me ha fascinado: lo obvio. Lo evidente es lo que en el fondo menos se entiende. Es cierto que tengo una voluntad, de hecho estoy escribiendo esto haciendo ejercicio de mi libre albedrío, o al menos es lo que me gustaría creer. También es cierto que mi capacidad para elegir la trascendencia es viable, pero con ello reconozco que hay algo más fuerte que mi voluntad, algo que determina el todo y la nada que son lo mismo. Las cosas cambian… continuamente, lo que soy… es inmutable.

Esta crisis es de todos, forma parte de la inescapable realidad de nuestra existencia y aceptar este hecho es reconocer lo que nos queda por trascender: el miedo, la ignorancia, el egoísmo desatado y desmedido, el apego a nuestras cosas, de cada uno y todos nosotros, esta es nuestra crisis… lo de afuera es un mero reflejo de lo que creemos que somos. En un momento dado dije que el arte que más me interesa es el de vivir, y que las bellas artes son su sofisticado reflejo; pues lo mismo se podría decir de esta crisis: es un sofisticado reflejo de lo que creemos ser… y resulta que no nos gusta.

Nuestro libre albedrío existe en función de nuestra creencia, por ello también es importante aprender a aceptar que la realidad es la que es, por más que quisiéramos que fuese otra. ¿Significa esto que hay que resignarse con los brazos cruzados a verlas venir? ¡¡¡En absoluto!!! Somos capaces de elegir y de actuar y, por lo tanto, de crear el cómo queremos vivir. Aceptar lo que venga forma una parte fundamental de nuestra elección.

Me gustaría terminar este artículo con pensamientos que no siendo míos, comparto plenamente:

«Trabajar para educar a los demás en los valores humanos de la amistad, la compasión, la cooperación y la espiritualidad. Este trabajo corresponde a todos nosotros, y debe llevarse a cabo aquí y ahora» Sri Sri Ravi Shankar.

Por último, un guiño a la magia de la palabra, al poder oculto de la palabra, o a reconocer el poder de la palabra oculta.

Ameluz nos cuenta que “esta crisis es la gran oportunidad para el cambio”. Utilizando exactamente las mismas letras de la frase original se obtiene: “se podría, si tal abundancia se lograse compartir”. He aquí la clave. Quizás tengan la curiosidad por ver si falta o sobra alguna letra, después de todo, la crisis es tan solo un invento más de nuestra fabulosa capacidad creativa, de la misma manera en que el espacio y el tiempo forman parte de nuestra inventiva.

“Vivir no es imprescindible, navegar sí”. Si me toca vivir con miedo, está claro que prescindo en buena parte de mi libre albedrío, si elijo navegar con amor, potencio mi libertad y el respeto por la de los demás. La intención genera la conducta, nos queda un largo camino de aprendizaje, pero en ello estamos, aunque sea en crisis.

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15 pensamiento sobre “La crisis y el libre albedrío

  1. jmn

    El Tiempo en El Espacio que vamos ocupando es la herramienta del lugar que habitamos.
    Adaptando el concepto de este Tiempo a cada Espacio, a nuestras condiciones y a nuestro entorno, se materializa nuestra sensación acerca del posible Libre Albedrío, percibiendo en esto nuestra sensación de libertad.

    Libre es la herramienta de Albedrío; sin él, no existe éste.
    ¿Pero si es Libre, quién determina cómo y cuándo se produce?

    ¿Porqué y para qué tenemos la voluntad de elegir el ritmo de este Tiempo y de dar forma a nuestro Espacio?
    Si es una respuesta a una conducta determinada no lo ejercemos con libertad y si por necesidad, está conducido.
    Luego la necesidad del existir del Libre Alberdrío para creer en al azar de lo acontecido está inducido, ya sea por el entorno inmediato o lejano, y nos aparece como un nuevo mecanismo de autodefensa o autoestima que relativiza lo subjetivo para transformarlo en lo objetivo.

    1. Lorenzo

      Ya hemos hablado en otros escritos sobre el libre albedrío y no lo voy hacer en este comentario.
      En nuestra conciencia, la que está más allá de las emociones, de la mente y de lo vital corpóreo; convergen múltiples dimensiones, es axiomáticamente obvio. Están directamente vinculadas al registro cerebral y como organismo vivo dependemos desde la antigüedad esencialmente de dos parámetros: Espacio y Tiempo.
      Imagino que hace seis mil años, toda la vida de un ser humano se circunscribía en un pequeño territorio condicionado por su corta longevidad de no más de cuarenta años. Conforme con que se hicieran fuertes inmigraciones, pero no se organizaban estos movimientos de forma rápida, sino que podrían llevarles varias generaciones.
      Es decir, concluimos que toda expectativa humana de aquel entonces, solo se expansionaba en un pequeño espacio y en un breve periodo de vida. Si tenían la suficiente capacidad cognitiva de maniobra, podían trabajar y transformar su micro mundo; poseían toda gestión al alcance de su mano.
      ¿Qué ocurría cuando conquistaban y expansionaban territorios? Que necesitan sistemas de control y aplicaciones de grandes leyes que no eran necesarias en su pequeña aldea trivial. Visto desde la otra perspectiva, fue en ese mundo de personas sometidas a fueros mayores, que su voluntad personal humana poco podía hacer o lograr. Trasladen eso mismo al mundo actual. Todo es global, todo es planetario, todo está estructurado socialmente, todo está regido por el sistema. Aquí en estas circunstancias el individuo e incluso el grupo ¿qué opciones tiene de vivir en un supuesto mundo ideal? Ninguna. Porque todo está engrando de tal forma que solo aquellos que manejan los hilos, las grandes corporaciones, pueden producir los cambios sustanciales.
      Eso sí, resignados, no podemos cambiar el mundo, nos conformaremos con cambiarnos a nosotros mismos. Esto es lo que nos está tocando vivir desde la revolución industrial.
      Por ello busco…anhelo materializar, lo que ya he dicho en más de una ocasión en este foro, La Nueva Revolución Humanista Mundial.
      PD.- Estamos hablando de una conciencia planetaria y el uso del libre albedrío. Imaginad de una conciencia supuestamente cósmica. Existe una relación directa entre: Expansión y Libre albedrío. Tanto el individuo, el grupo o el colectivo social, tiene que estar muy evolucionado conscientemente; para saber mantener la capacidad ejecutoria del uso del libre albedrío.

  2. Pau Llanes

    Excelente reflexión, Ricardo B Sanchez, como todas las que le he leído en este Foro. Me siento muy cercano a sus pensamientos y conclusiones, a sus preguntas y respuestas subjetivas… Se me ocurren tantas cosas al hilo de sus palabras que me retengo y domestico las mías propias… Permítame no obstante que deje alguna relacionada con Scopenhauer junto a su texto… Y es que al leerle sobre “libre albedrío” no puedo por menos que recordar la noción de “voluntad” en Schopenhauer…

    Schopenhauer ha sido considerado el proto-nihilista a pesar de sus emotivas afirmaciones de “amor apasionado por la vida”… Para Schopenhauer el fondo en el que todo conocimiento encuentra su fundamento último es puro misterio e irracionalidad. Sólo existe un objeto que nos es conocido directamente, sin mediación: el propio cuerpo. Nosotros en tanto que cuerpo nos sentimos vivir, somos voluntad que se ha hecho visible… La voluntad es “una y la misma”, no entiende la pluralidad ni la diferencia, aspectos que solo pueden constituirse en el espacio y en el tiempo. Esta voluntad constituye la esencia última de cada individuo y es “una y la misma” en todos los fenómenos, es decir, existe una única esencia en el mundo y ésta se ofrece de forma inmediata por medio de la intuición.

    Además, el fondo del mundo no entiende de razones, no es causa ni efecto, es pura irracionalidad… Ninguna criatura, tampoco el individuo humano, goza de libertad en sentido estricto. Solo la voluntad, en tanto se encuentra exenta de la relación causa-efecto, es absolutamente libre, no tiene ningún objetivo que seguir, ningún principio al que obedecer… La voluntad no tiene límites, es un aspirar sin término, un perpetuo querer. Cada satisfacción es el punto de partida para un nuevo querer y cada insatisfacción provoca un gran dolor. Y cuando no hay objetos que desear o cuando se consiguen rápidamente, el individuo siente un vacío aterrador.

    Así “la vida oscila, como un péndulo, entre el dolor y el hastío (…) después de haber puesto en el infierno todos los dolores y todos los suplicios, el hombre no ha encontrado nada que colocar en el cielo más que el aburrimiento.”… escribe el más pesimista Schopenhauer

    De esta visión de la vida como dolor y lucha, en la que la misma voluntad se desconoce a si misma y se auto fagocita, Schopenhauer extrae no sólo su idea del mal y del bien, sino también la del devenir perpetuo del mundo como eterno retorno, en donde radica su pesimismo trágico. Vivir es padecer eternamente: “lo que debes preferir es no haber nacido… y lo que te cabe esperar es morir pronto”, escribiría…

    Ante este abismo existencial, Schopenhauer se pregunta: “¿Cómo, pues, un hombre, después de haber reconocido claramente cuál es la naturaleza del mundo, podrá persistir en afirmar semejante existencia por manifestaciones incesantes de voluntad y aferrarse a la vida con energía cada vez mayor? El hombre que ha sido capaz de contemplar esta verdad solo puede entrar en un estado de renuncia voluntaria, de resignación, de quietud absoluta, de abandono rotundo de todo querer… La negación de la voluntad trae consigo la nada (éxtasis), puesto que al negar la voluntad negamos todas sus objetivaciones, negamos el mundo de la representación y nos suprimimos a nosotros mismos (pues no somos más que fenómenos de la voluntad)…

    Saludos admirados y reflexivos… Pau Llanes

    1. Joaquín Tamames

      Creo recordar que Schopenhauer se refería al Bhagavad Gita como su refugio, su puerto. Lo traigo a colación porque a pesar del hastío al que te refieres, creo que Schopenhauer fue consciente en vida de que el hombre también puede vivir en la gloria, entendida en los términos descritos en el Gita y en otros textos sagrados.

      Tan lejos, tan cerca. Pero ahí.

      1. Pau Llanes

        Así es, mi amigo Joaquín… así es, y nadie como Schopenhauer en “tejer” su pensamiento post-kantiano con otras multiples fuentes filosóficas y sus lecturas, desde el “quietismo” de Miguel de Molinos hasta el brahmanismo y budismo —que conocía profundamente y supo fundir sugestivamente con su original pensamiento, digamos occidental… Quién si no podría haber escrito este maravilloso texto acerca de lo sublime de la conducta humana:

        “Nuestra teoría de lo sublime se aplica igualmente a la esfera moral, es decir, a lo que se llama un carácter sublime. Aquí también resulta lo sublime de que las cosas propias para excitar la voluntad son impotentes ante ella, y de que el conocimiento conserva su predominio. El hombre que tenga este carácter considerará a los demás desde el punto de vista puramente objetivo y no los juzgará según las relaciones posibles entre ellos y su voluntad; verá sus defectos, reconocerá, por ejemplo, el odio que le profesan o la injusticia con que le tratan, pero sin sentirse inclinado a odiarlos por su parte: apreciará sus buenas cualidades sin apetecer trato con ellos, admirará la belleza de las mujeres, sin desearlas. Su felicidad o su desdicha personales no le afectarán grandemente, permanecerá tal como Hamlet pinta a Horacio cuando dice: «…Pues tú has sido como el hombre que padeciéndolo todo no ha padecido nada; tú has aceptado con ecuanimidad los golpes y los beneficios de la fortuna.»”

        ¿Tú crees, Joaquín, que le gusta a MC leer de vez en cuando a Schopenhauer?

        Un abrazo, tan cerca de ti, que estoy seguro que lo sientes nada más leerme…

        Pau Llanes

  3. juanarmas

    Da miedo comprobar hasta qué punto estamos condicionados. Aunque da más miedo comprobar cómo las personas somos condicionadas a creer que decidimos por nosotros mismos.

    Supongo que las únicas personas que pueden hablar con criterio y experiencia sobre el libre albedrío son quienes han muerto en vida y han renacido de cero.

    Ya no hay brecha ni implicación, precisamente porque ya no hay lugar para el miedo por el miedo. Ya se rompió el hechizo que nos enyuga en la miseria, por muy digno que sea el ropaje que tenga.

    En la visión poética zen de la monja Chiyono:

    «De un modo y otro traté de mantener el cubo íntegro,
    esperando que el débil bambú nunca se rompiera.
    De repente, el fondo se cayó.
    No más agua; no más reflejo de la luna en el agua:
    vaciedad en mi mano»
    .

    Gracias Ricardo B.

  4. Pau Llanes

    Bueno, también se me ha ocurrido algo con respecto a la seguridad y el miedo. Por cierto, veo que le gusta (como a mí) no sólo jugar con las palabras sino permutar las letras, las palabras, para descubrir sentidos y significados ocultos. En el caso de las palabras, no como en las sumas y multiplicaciones, la permutación de los factores, es decir las letras, sí que altera el producto, es decir su significación, aunque a veces… Estoy seguro que le gustará conocer una excepción: “MIEDO” y “MEDIO”… ––o al menos a mí me parece que una y otra palabra tienen más que coincidencias semánticas…

    Pues bien, la necesidad indefinible de seguridad (a veces paranoica), unida a la conciencia de conservar, proteger, preservar, son sentimientos sociales digamos casi naturales, incluso diría que son algunos de nuestros sentimientos más fuertes (porque tienen que ver esencialmente con el instinto de supervivencia). Y aunque parezca que siempre ha sido así, tal necesidad ha alcanzado ahora sus justificaciones más categóricas… Se quiere conservar lo que se posee, poco o mucho, porque se posee. Pero también se necesita estar seguro de nuestra seguridad (es decir jurídica o estatuaria), protegernos (en cuanto propietarios) y proteger nuestras posesiones… Y no hablo sólo de propiedades materiales, sino también de su estatuto social, jurídico, de sus convenciones: cierto tipo de libertades públicas, nuestras costumbres y otros aspectos de lo que se ha venido a llamar cultura e identidad propias, por ejemplo… La angustia de nuestras sociedades, su inseguridad paranoica, las provocan tanto nuestro miedo a “perder”, a ser despojados, como nuestra precaución ante todo aquello que sentimos como ajeno ––“lo otro”, los “otros”–– que pueden erosionar y disgregar la convencional cohesión social que sostiene y cementa nuestra relativa seguridad. Las fronteras (de todo tipo) existen por el miedo de los hombres…

    Así pues, la sensación de inseguridad proviene en origen, indistintamente, tanto de una conciencia y satisfacción de poseer como de la conciencia de identidad, de “pertenecer” y sentirnos que formamos parte de una colectividad que ha definido su estatuto de convivencia precisamente a partir de la noción de propiedad y sus derechos, que por supuesto, dicen, debemos asumir todos indiferenciadamente para asegurar nuestra supervivencia en el grupo y frente al resto exterior y diferente…

    ¿Pero cuándo uno lo ha perdido todo o despojado de sus seguridades? ¿Cuándo ya no se siente incluido ni perteneciente a esa sociedad de conveniencias propietaras? ¿Qué seguridad para qué miedo? Uno va apenas caminando por la noche, vagamundeando solo, acompañado de sus ritornelos, sus canciones, sus silbidos… Voluntariamente libre…

    Un cordial saludo… o mejor, un chingo… Pau Llanes

  5. Pau Llanes

    Disculpad… el último párrafo contiene errores «digitales» provocados por cierta somnolencia a estas horas de mi madrugada, es un decir…

    ¿Pero cuándo uno lo ha perdido todo, incluso despojado de sus seguridades? ¿Cuándo ya no se siente incluido ni perteneciente a esta sociedad de conveniencias propietaras? ¿Qué seguridad para qué miedo? Uno va apenas caminando por la noche, vagamundeando solo, acompañado de sus ritornelos, sus canciones, sus silbidos… Voluntariamente libre…

    Pau Llanes

  6. Nacho Rivera

    Muy cierto querido Ricardo, no vemos el bosque, estamos tan metidos en él que creemos que esos pocos árboles que nos rodean son la totalidad. Y claro, somos «libres» en esa irreal totalidad. De ahí que los grandes cambios deben de ser fruto de personas que sobresalgan de esa medicocridad(legítima, por otra parte) y logren ver todo el bosque. Líderes que con su elevado nivel de conciencia sean capaces de elevar el nivel de todos los que están más abajo.

    El problema es que nuestros «líderes» actuales están impulsándonos hacia abajo, hacia la involución, hacia las ideologías, los muros y la división. Y ése nunca será el camino.

    Y para ello hay que hacer grandes cambios sistémicos y estructurales, no es posible que el único valor sea el dinero y que la creatividad sea asesinada por éste.

    Es imposible tener una visión correcta de la realidad cuando todo lo interpretamos en clave egocéntrica y/o etnocéntrica…lo cual se queda en pura teoría, en simple slogan, en lo políticamente correcto, en pseudointelectualismo… que está muy bien para vender libros o hacer bonitas conferencias, pero que siempre acaba fracasando cuando se compara con la realidad.

    Tenemos que hacer un duro trabajo individual y colectivo. Espiritual, mental y físico. De lo contrario fracasaremos más veces que libros y teorías podamos escribir al respecto. Llenaremos miles de estanterías y en la calle todo seguirá igual, intentando ser optimista.

    Gracias por el artículo y hacernos reflexionar.

    PS: Os habeis fijado que a lo largo de la historia los edificios más altos han sido los que representaban el poder… Fijaros en cuáles son Hoy los edificios más altos y sabréis dónde está el poder. La mitología no falla.

    Buenos días a tod@s.

  7. Pau Llanes

    Bueno, parece así, pero todo tiene su límite… Te recuerdo la Torre de Bable y su relato bíblico:

    «Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámosnos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
    Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie»…

    Interesante reflexionar sobre las «razones» divinas, ¿no?…

    Saludos cordiales… Pau Llanes

  8. Socrates

    «Nuestra fuerza de voluntad para trascender y transformar y el poder que sentimos cuando conseguimos lo que queremos, nos puede llevar a la creencia de que realmente controlamos nuestro destino y, si este es el caso, ¿por qué esta crisis?» Porque sin la Gracia Divina y sólo con el voluntarismo pelagiano no podemos alcanzar todo lo que nos propongamos en esta vida. Desde la cordialidad don Ricardo.

    Moraleja: En el pecado original de Adán y en la controversia pelagiana están las claves para la respuesta a su pregunta.

    P. S.: Pelagio el hereje se dejó llevar por su voluntad egoica.

  9. Vedi

    Ni el cuerpo es nuestro, tarde o temprano se va a devolver…aqui estamos de paso como un curioso viajero, sacamos compartimos y a otra cosa(mariposa XD )

    ¿Soy mi nombre?¿Soy mi ego?¿Soy mis titulos?¿Soy mi posicion?¿Que soy más que un servidor de ello?

  10. Marien

    Vivimos inmersos en lo que manifiesta el articulista como actitud de resignación muy prevalente en el ambiente actual . Por otro lado, hemos sido educados a obedecer desde la infancia a la figura autoritaria, hemos sido adoctrinados, condicionados y manipulados . La estructura del poder se sustenta sobre esta base ante todo educativa. El miedo es el condicionante de la conducta humana más primitivo y poderoso que hay. En manos de quienes lo saben infundir y, por lo tanto, manipular a su favor, es un arma de control de masas.
    ¿Hemos sido educados en la resignación?. No solo de preocuparnos por lo que el recorrer de este camino, denominado vida, trae de inconvenientes, de imprevistos, si no que nos decían que había que sufrir, de lo que la Iglesia Católica, y sus catequesis se ocupaban de infundir el sufrimiento, no solo soportarlo sino buscarlo, autoflagelarse en ofrecimiento a su dios para alcanzar la salvación.Resignarnos frente a los mandatos divinos, soportarlos con entereza,para alcanzar el cielo. ¿Sera qué quienes nos educaron, sus métodos y sus valores, hoy se les han vuelto en contra?. ¿De aquellos polvos estos lodos?.Resignados durante tantos siglos…
    Saludos.

  11. Eliseo de Bullón

    En el plano mental, tenemos libre albedrío. Nuestro ego puede elegir hacer cosas.

    En nuestro plano espiritual, no existe ego. Por lo tanto no hay libre albedrío, porque todo es uno.

    Las crisis mentales u originadas desde lo mental, desde el ego, se pueden superar desde el libre albedrío.

    Las otras crisis no.

    Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

  12. Angeles

    Muy buena reflexión , Ernesto B…

    «La crisis y el libre albedrío». ¿Nos permite salir de la crisis las condiciones que están más allá de nuestro libre albedrío?. Pienso que no, pienso que esta crisis era necesaria, después de un período de expansión, viene un periodo de recesión, la ley de los ciclos, «sube y baja», día y noche, inspiración y expiración.

    No podemos vivir en una continua expansión, el sistema se tiene que regenerar, y crear nuevas formas, pues con esa expansión qeu teníamos ibamos al desastre.

    La crisis nos permite reflexionar, hacer cuentas, enderezar el camino, repasar nuestros actos y detectar nuestros errores, nos permite actuar con más calma, con más tranquilidad. Tambien ocurre que muchas persons pretendemos vivir en la crisis como si estuviéramos en la expansión. Es como si pretendiéramos vivir de noche como se vive de día. Creo que hemos de respetar los ritmos biológicos.

    ESta crisis es necesaria, ha venido de golpe, y según mi punto de vista se irá de golpe. ¿Cuanto durará? Ni idea, pero creo que está más allá de nuestro libre albedrío.

    ¿Que si utilizaramos bien nuestro libre albedrío, nuestro sentido común, las cosas irían mejor?. Con toda seguridad, se podrían hacer mucho mejor las cosas, administrar mejor los fondos públicos, los privados, invertir en investigación, en educación, fomentar la creatividad, ¡se pueden hacer tantas cosas!… EStá claro que hay unos señores de la sombra que impiden que las cosas se hagan bien, desde hace miles de años, pero ya les queda poco tiempo.

    Estoy segura de que después de esta larga y profunda crisis, el sistema quedará saneado y lucirá el sol para todos, ya luce para quien lo quiere ver más allá de las sombras …

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