Sufrimiento, alegría y buen fin de semana

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Ayer estuve en la presentación de un libro sobre la vida de Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Ha sido editado por la novel editorial Nous, integrada en Editorial Séneca, que nació algunos -pocos- años atrás como un instrumento al servicio de una publicación que encontraba serias dificultades para ver la luz de manos de los circuitos convencionales. El acto se celebró en Ecocentro, en Madrid, organizado por la Fundacion Ananta y fue presentado por Joaquin Tamames, que, independientemente de ser el alma de esa fundación, es, si duda, el mas ferviente discípulo de Aïvanhov. Bueno, quizás en eso compita con Jaime Rierola, que fue el autor del libro sobre la vida del que muchos consideran un verdadero iniciado del siglo XX. Jaime realizó una exposición interesante y densa sobre la doctrina escondida en la ingente obra escrita de Aivanhov.

Por mi parte, asistí al acato debido a que Javier León, que es a quien correspondía estar presente, debió ausentarse precisamente por atender en Sevilla requerimientos derivados de la condición de editor. Así que le sustituí y dije algunas, pocas, palabras, dedicadas a resaltar el fervor de Tamames por el hombre cuya vida se relataba en el libro, y, a fuer de sinceridad, mi cierta distancia respecto de algunos de sus puntos de vista. De los de Aïvanhov, me refiero.

Tal vez sorprenda esa posición participando como participo en editorial Seneca/Nous. Pues no debería sorprender porque mal servicio prestaríamos a la cultura si solo publicara aquello que nos gusta o convence. La pluralidad es la esencia de lo cultural, y lo cultural auténtico sólo puede edificarse en territorios abonados con libertad. Pero libertad real, no de la que se proclama a diario en lo verbal y se niega en lo conductual.

Decía alguien que quizás con mi intervención reduje algunas potenciales ventas. No lo creo porque como me parece terrible esa manía de juzgar sin fundamento, deporte tan característico de nuestra nación, me he leído toda la obra -o al menos un noventa por ciento- de Aïvanhov. Y ello por dos razones. La primera, porque Joaquin Tamames me la enviaba a la prisión con una constancia admirable. Segundo, porque después me examinaba para comprobar si la había leído. Y como en estos mundos ignoro como se puede leer sin estudiar, pues estudiaba, y por eso me permito decir que me resulta magnífico en algunos aspectos y no tanto en otros.

Yo prefiero la linea mas dura de Krishnamurti, pero el posterior a 1.929, después del discurso de despedida de la Orden de la Estrella. Magnífico discurso, por cierto, que se encuentra por alguna parte de este blog. Igualmente prefiero la íntima controversia interna a la que se somete Sri Aurobindo. O Maharsi..En fin, línea quizás mas dura en lo verbal. Porque en el fondo, como dice Schuon y conoce K. Wilber, todas las tradiciones esotéricas coinciden en un punto común. No podría ser de otra manera. La experiencia mística de los cristianos se diferencia en nada de la de los hindúes, por ejemplo. Encontrar concordancia entre Eckhart y Lao Tsé no es tan complicado si se presta atención.

Señalé que lo mas atrayente de la vida de este hombre es el alto porcentaje de sufrimiento soportado. Sufrir, lo que se dice sufrir, sufrimos todos, como bien expresa el budismo. Claro que el fin del sufrimiento es posible desde el instante en que nos percatamos de su esencia mental…. Pero determinadas vidas atraviesan por senderos estrechos de recorrido especialmente plagado de aquello que verdaderamente es capaz de producir dolor. Me refiero a las miserias humanas.

Nada duele tanto como comprobar en carne propia o de seres queridos hasta dónde es cierto eso que Cioran llama el hedor del surco del hombre en la Historia. Es cierto. Pero nada gratifica más que comprobar al tiempo la gigantesca grandeza de la que son capaces ciertos ejemplares de nuestra especie humana.

El sufrimiento forja, enseña, templa, y bien ajustado a su esencia puede ser sendero de ascenso hacia planos superiores de conciencia. No tengo duda.

Pero sufrir no significa instalarse de modo permanente en la tristeza. Al contrario. El victimismo en una forma nada loable del planteamiento egoico, como apunta bien juanarmas en el documento de hoy. No me gusta el victimismo. Me parece especialmente corrosivo. Es una forma de egoismo.

El sufrimiento no es incompatible con la alegría. Al contrario. Al descubrir nuevos planos de lo real, nace eso que es el conocimiento interior mas profundo, y esa percepción provoca la verdadera alegría. Algunos que viven en lo que Eckhart llama el hombre exterior, confunden la alegría con la algarabía. Suenan parecido en fonética. Nada que ver en esencia…

Bien, es fin de semana y nuestras normas del blog abonan descanso. Por eso dejo algunos documentos para la reflexion.

A veces puedo entrar en el blog durante estos días de fin de semana. A veces no puedo. Pero si puedo, lo del descanso es casi siempre mera palabrería.

Gracias a todos y buen fin de semana.