Cerrando. El hombre es imprescindible: la escuela de Negocios de Banesto

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113Graduacion MBS Marta Colomina

Consciente de que la calidad intrínseca de una sociedad, de su modo concreto de organizar la convivencia, deriva en alta medida de la propia calidad de quienes ejercen cualquier suerte de poder real en su seno, de la calidad de su modo de pensar, y que, en consecuencia, la fabricación (¡vaya palabro!) de cuadros dirigentes es un asunto de máxima prioridad si queremos cambiar lo necesario y estabilizar lo imprescinidble, acepté que Banesto liderara un Master en B.A, al uso de los que, con prestigio indudable, cohabitan en la geografía educativa de post graduados española. Lo llevamos a la práctica de la mano de la Universidad de Houston, quizás por aquello de cierta tradición hispana en un Estado como Texas. Quizás eso solo fue excusa. Da igual. Lo que cuenta es que en esa Universidad, y en el plano educativo primordial, en la calidad de las enseñanzas comerciales, financieras, contables, laborales y demás que constituyen las asignaturas propias de un MBA, la calidad del producto era cuando menos homologable. Antonio Torrero, catedrático de Estructura Económica y consejero de Banesto, analizó en detalle el programa educativo y emitió un informe altamente favorable.

Pero no fue ese el factor esencial que me llevó a caminar por el sendero del MBS, a financiarlo desde Banesto, a soportarlo con altas dosis de ilusión. Mi idea iba un poco mas allá. En primer plano -lo confieso- sentía que si conseguíamos un número importante de personas cualificadas por el MBS que lógicamente encontrarían acomodo en lugares de cierto poder e influencia en el seno de las empresas de nuestro país, si esas personas, una vez encajadas en sus puestos de mando empresarial, se sentían de algún modo emocionalmente vinculadas al MBS creado por Banesto, y nosotros, en cuanto banco, éramos capaces de ofrecer productos y servicios de calidad y competitivos, pues seguramente tendríamos una base humana en la que sedimentar una estabilidad comercial de nuestra casa financiera.

Lo que mas me atrajo, sin embargo, no fue esa consideración de tufo mercantilista preñado de cierto ánimo de lucro, por legítima que fuera. No. Quería aprovechar la ocasión para poder hablar de valores humanos, de modos de pensar. Pero no sobre cash flow o sobre balances, no sobre técnicas de marketing o planificaciones estratégicas, sino sobre nosotros mismos, sobre el orden de la convivencia, sobre las relaciones de los hombres con los hombres. Si éramos capaces de disponer en un plazo de quince años de un par de miles de personas que sintieran de modo común esa forma de pensar y actuaran en el seno de la sociedad conforme a ella, tendríamos un núcleo capaz de estabilizar esos valores, de dotar a nuestra sociedad de una fuerza en su seno que podría servir de contrapeso a los vaivenes propios de eso que llamo el principio de lo conveniente, que, desgraciadamente, vive en exceso en las escalas de valores de los políticos profesionales y de los que de ellos dependen económica o financieramente de una u otra manera.

Claro que si hubiera sido consecuente con este postulado, ¿por qué no dar un paso mas allá y crear una Universidad de ese corte?. Pues eso fue lo que hicimos. La gigantesca mesa de consejo de Banesto estaba repleta de personajes de primer nivel de la vida económica española, responsables de empresas de primer orden. Se sentaron a cenar para escuchar el plan de creación de la Universidad Privada que tenía in mente y en parte en los documentos que les fueron distribuidos. Recuerdo bien la noche. Un plan coherente. Una inversión abordable. Una esperanza indescriptible. Una ilusión serena. Algunas personas asustadas.

En 1.993 intervinieron el Banco. En 1.994 decidieron suprimir de un plumazo el MBS y la Fundación Cultural Banesto. Algunos todavía se preguntan por qué. La respuesta es obvia de toda obviedad. El otro día un responsable del MBS de entonces me contó una llamada que recibió en aquellos días:

-El MBS hay que eliminarlo. Si te pones en medio te eliminaremos a ti también.

La voz sonó autoritaria. Y actuó en consecuencia. El hombre se apartó del camino. No le quedaba otra opción.El MBS fue disuelto. Pero algo quedó…

La universidad no pasó de un proyecto en unos documentos archivados en algún lugar, quizás tan solo en algunas memorias humanas.

En Septiembre pasado acudí a cenar una casa en la que la dueña resultó ser una de las alumnas de la primera promoción. La cena acabó siendo importante en mi vida. Comentamos con mucho afecto aquellos tiempos del MBS. Me dí cuenta hasta que punto casi veinte años después el proyecto seguía vivo dentro, es decir, la ilusión de haberlo puesto en marcha no decayó ni con el tiempo ni con la crueldad de quienes impidieron su continuidad. La dueña de la casa me enseñó una foto en la que aparecíamos los dos, recibiendo y entregando el diploma. Todo un símbolo.

Mientras no cambie el hombre, mientras no varíen los modos de pensar, ¿cómo van a variar los modos de comportamiento?. Los hombres dormidos no pueden despertar a los hombres que duermen

Salvo que ronquen muy fuerte, claro.