Maldad y paradoja en tiempos de cólera

      22 comentarios en Maldad y paradoja en tiempos de cólera

Marià Moreno

Cuando las sociedades humanas consideran que las conductas de algunos de sus miembros son inadecuadas, primero las identifican con claridad y después de declararlas condenables, las persiguen y castigan. Habitualmente tanto la persecución como el castigo son proporcionales a la gravedad del mal ocasionado.

En estos tiempos de Cólera, la especulación está demostrando su enorme capacidad para causar daños en la economía real, en la economía de la que viven personas y empresas. Este daño acaba por significar más dificultades para las empresas y finalmente más paro y con ello más sufrimiento para las personas y las familias. No es, en absoluto, un daño abstracto sino concreto, es también un daño que puede alcanzar un volumen formidable y afectar a muchas personas y sus comunidades e incluso a naciones enteras.

Ante cada nueva oleada especuladora, escuchamos como nuestros políticos nos dicen que perseguirán con todas sus fuerzas a los especuladores, sin embargo no nos llega ninguna noticia de la persecución y encarcelamiento de especuladores, si acaso eso nos llega en relación con  los estafadores, pero no con los especuladores. No es extraño que no lleguen esas noticias, ya que especular sin más no es objeto de persecución ni de castigo, para esto último es necesario que se maneje información confidencial.

Esta es la increíble Paradoja en tiempos de Cólera. Nos encontramos atrapados en la Paradoja de defender la libre iniciativa y el lícito enriquecimiento, al mismo tiempo que un subproducto suyo, como es la especulación, nos golpea con dureza. El especulador, especula y sigue tranquilamente “con su vida” porque el Estado de Derecho se ve impotente para encontrar  punible su conducta, y parece no importar el hecho de que de esta conducta se derive un claro perjuicio social.

La especulación, de la mano de la tecnología, cruza fronteras y parece no tener ni tan siquiera un claro territorio de origen. Los especuladores devienen entonces una especie de abstracción de la que sólo padecemos sus efectos, pero esto no tiene porqué ser así, se puede seguir el rastro de las órdenes, ya sabemos quiénes son los ejecutores, son instituciones financieras concretas, y deberíamos poder conocer a los ordenantes. El Estado, todopoderoso para otras cuestiones, aquí sólo se dedica a intentar “curar las heridas”, los efectos de la especulación, en lugar de hacer lo que haría un buen médico, atacar de raíz el mal.

La coartada moral de la libre iniciativa no puede extenderse tanto que llegue a cubrir siempre a la especulación, cuando una conducta lícita provoca daño social deja de ser licita y debe pasar a ser punible. El volumen, la escala, es una cuestión clave, y es algo que ya aplicamos a otras conductas humanas, acciones que en un volumen determinado resultan tolerables, cuando la superan son reprobadas con contundencia y de forma efectiva. Miles de aficionados a la caza pueden tener 1, 2, 3 escopetas, quizás incluso alguna más, pero ninguno puede tener lo que calificamos como arsenal. El volumen es clave. El daño es siempre proporcional a la escala.

La especulación a gran escala no puede gozar de ningún tipo de coartada moral, no ha generado ningún provecho a la sociedad, es una actividad parásita que se aprovecha de un régimen de libertades, concebido y desarrollado justamente para que libremente las personas aporten lo mejor de sí mismas. Una vez más, cruel Paradoja.

Debemos, de una vez, denunciar y criminalizar, nacional e internacionalmente, a este parásito social, debemos erradicar, de una vez, esta maldad de su presencia en nuestra convivencia, y hay que hacerlo ahora para no tolerar ninguna Paradoja más en tiempos de Cólera. El Gobierno que lo haga, sí aplicará realmente sus energías al combate contra la especulación, y aquél que no lo haga perderá buena parte, sino toda, de su legitimidad moral para pedir sacrificios a sus ciudadanos.

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22 pensamiento sobre “Maldad y paradoja en tiempos de cólera

  1. I Landero

    Tu diagnóstico da en el clavo. La especulación es la clave de nuestros males. Es el «espíritu» del sistema económico que tenemos. Ahora bien : no creo que la solución vaya por criminalizar esas conductas. El Derecho tiene otras medidas : normas prohibitivas e imperativas. Pero sin necesidad de meter a nadie en la cárcel. Pues tendríamos que encarcelar a medio mundo, y no se trata de eso…

    Hay que partir de las escuelas, primarias incluso. Enseñando lo que es la Economía, cuyo fin es satisfacer necesidades, no hacer ricos a cuatro especuladores. Después, hay que reconstruir la arquitectura financiera y legislativa.

    Para quien tenga curiosidad por la Historia, le recomiendo un magnífico discurso pronunciado por José Calvo Sotelo, ese Abogado del Estado , Ministro de Hacienda y político en la segunda República. Se titula » El capitalismo contemporáneo y su evolución», y es un trabajo leído por su autor el 30 de noviembre de 1935 en la sesión inaugural del curso 1936-1936 de la Academia Nacional de Jurisprudencia y Legislación. Librito que se puede comprar en anticuarios.

    Las izquierdas de este país se encargaron de matar a ese gran hombre. Pero no pudieron enterrar su pensamiento, que sigue ahí. Cerrarán el valle de los caídos, quitarán estatuas y nombres de calles. Pero la Historia no la cambiarán. Los grandes hombres del pasado seguirán entre nosotros. Como José Calvo Sotelo.

    1. Joaquín Tamames

      Ignacio, creo que es muy inexacto decir, como haces, que «las izquierdas de este país se encargaron de matar a ese gran hombre». Calvo Sotelo fue vilmente asesinado por guardias de asalto y militantes socialistas que ilegalmente le detuvieron y ejecutaron, pero creo que no se debe generalizar a que fueron “las izquierdas” las ejecutoras de su muerte. En mi opinión, ni la derecha ni la izquierda deben ser demonizadas, sino solo aquellos que dicen ser de izquierda y de derecha y que en su nombre cometen atrocidades como la del asesinato de José Calvo Sotelo.

      1. Mario Conde

        Cuando el valor en juego es la vida y la libertad, las etiquetas derecha e izquierda decaen. Asesinos o secuestradores son los sustantivos adjetivados. Las adscripciones políticas son irrelevantes. Quien asi piensa, así es. No se trata de ideología. Es otro asunto, como Joaquin apunta con razon

        1. I Landero

          Retiro la generalización. Hubo muchos izquierdistas – seguro que Julián Besteiro fue uno de ellos -, que nada tuvieron que ver con la muerte de Calvo Sotelo. Aquello fue el aquelarre del ala extremista del Psoe, abanderado por Largo Caballero. Pero es verdad que otros muchos izquierdistas nada tuvieron que ver con aquello. Retiro, pues, mi injusta generalización.

          Aunque la Historia está ahí, y como dice Joaquín, fueron guardias de asalto y militantes socialistas quienes mataron a Calvo Sotelo. Por justicia, la memoria histórica debería ser fiel a los hechos. Aquello fue un hecho, y la adscripción partidista de sus autores también. Aunque insisto en que es cierto que en el Psoe había también otra corriente, muy minoritaria, moderada, la que seguía a Julián Besteiro.

          Creo que sí se trató de ideología. Ante la enorme crisis política y económica de los años treinta, el ala extremista del Psoe, marxista cien por cien, decidió montar la cruenta Revolución de octubre de 1934. Y luego se cargó a Calvo Sotelo, antesala de la terrible guerra civil. O sea, que las ideas siempre tienen consecuencias. Fue esa ideología marxista extrema la que puso de luto a España. Esto es Historia, por encima de los móviles individuales de los agentes ejecutores.¿Acaso los guardias de asalto que se llevaron a Calvo Sotelo de su domicilio, «iban por libre»?¿No eran los representantes de la autoridad? Hasta ahí llegaron las aguas de una inundación ideológica- la marxista-, que a punto estuvo de ahogar la libertad en España.

      2. Elena Enriquez Alcina

        Joaquín,

        Estoy de acuerdo contigo. Soy persona de centro, y aún así comparto plenamente tu argumento. Los partidos políticos no son buenos o malos, son las personas que los representan individualmente quienes les atribuyen esos adjetivos con sus actos buenos o malos.

        Translademos este argumento a cualquier institución. Laica o no.

        Tu sensatez tranquiliza.

        Un abrazo.

  2. Pau Llanes

    Me encanta que hayas utilizado el término parasitismo al referirte a tales especuladores… Hace tiempo que me intereso por las relaciones de simbiosis, lo simbiótico, el parasitismo, el comensalismo y el mutualismo… así como las relaciones de dependencia y de solidaridad… Es un método más en esto de analizar las cuestiones sociales y sus interrelaciones. Así que agradezco no sabes cuánto tu análisis con ese sentido.

    Si quieres ampliar tu interpretación con estas utilidades metodológicas te recomiendo los libros de Lynn Margulis que aunque analice los procesos simbióticos y simbiogenéticos desde un punto de vista estrictamente biológico te dará sugestivas perspectivas y ejemplos para aplicarlos al análisis socioeconómico; yo lo hago con bastante eficacia para analizar las relaciones socioculturales e interpersonales…

    Te voy a poner un ejemplo tomando simplemente como guión las referencias al parasitismo en wikipedia en castellano. Invito a cualquiera que haga el ejercicio de trascribir literalmente esas referencias y cambiar los términos que crea conveniente según su criterio. Por ejemplo…

    “El parasitismo es una interacción biológica entre organismos de diferentes especies, en la que uno de los organismos (el parásito) consigue la mayor parte del beneficio de una relación estrecha con otro, el huésped”… Es decir que el parásito especulador es de una especie diferente que el resto de los agentes económicos y sociales con los que convive y se sirve de ellos. Consigue la mayor parte del beneficio de aquello que parece que le es común: la actividad economía, el mercado, el dinero… “El parasitismo puede ser considerado un caso particular de depredación o, para usar un término menos equívoco, de consumo”… Es decir, provoca el consumo excesivo de “economías” (mercado, dinero, crédito) con el fin de depredar y debilitar a su huésped, agotando sus reservas, contaminándolas, infectando sus intereses, por ejemplo con la codicia, la corrupción, el engaño y la traición… Su condición depredadora la lleva hasta el límite, incluso hasta la ficción de su propio sacrificio, aunque en realidad siempre está a salvo de la crisis, más aún, se beneficia de la crisis, porque tiene cautivos a sus huéspedes, y estos adolecen del Síndrome de Estocolmo… “Los parásitos que viven dentro del huésped u organismo hospedador se llaman endoparásitos y aquellos que viven fuera, reciben el nombre de ectoparásitos”… A unos se les llama políticos, técnicos reguladores, asesores de confianza con conflicto de intereses inconfesables… a otros, simplemente especuladores, truhanes, jugadores de ventaja… todos ellos parásitos con ciertos lazos de familiaridad y objetivos comunes, aunque algunas veces se nieguen y reclamen. Los parásitos mantienen entre ellos relaciones simbióticas de mutualismo, de mutuo beneficio, aunque sus formas y disfraces parecen manifestar distintos objetivos… “Un parásito que mata al organismo donde se hospeda es llamado parasitoide”… vulgarmente cabrones, chupasangres, vampiros existenciales e hijos de la chingada en México… “Algunos parásitos son parásitos sociales, obteniendo ventaja de interacciones con miembros de una especie social, como son los áfidos, las hormigas o las termitas”… es decir los fanáticos (de cualquier creencia religiosa o práctica política), los sindicatos u otras agrupaciones profesionales y sociales y los intelectuales…

    Bueno… ya vale… que cada uno siga como quiera, como sepa…

    Un saludo desde aquí, al otro lado, solidario…

    Pau Llanes

  3. Socrates

    Lo de la especulación y lo de los especuladores descansa en los lugares comunes del pensamiento único de las izquierdas.

    La autora con su escrito discursivo parece seguir la costumbre típica de la corriente izquierdista de nuestro país.

    Moraleja: Todos especulamos y seguiremos especulando, como de costumbre…

    P. S.: El problema es que, una mera especulación (en su otra acepción de pensamiento especulativo) la convirtió la progresía hace mucho tiempo en una ley, y ya lo dice el refrán: las (malas) costumbres se hacen leyes.

      1. Socrates

        Joaquín estás al quite de tot. No me he dado cuenta del mot agut acabat en «a«, que siempre en català se acentúa con tilde abierta «`«.

        Aparte de la apostilla-quisquilla, ¿tienes algo que argumentar a contrario sensu sobre lo escrito por mí acerca del artículo de Mariano?

        1. Joaquín Tamames

          No, nada tiene que ver con ser quisquilloso o no. Simplemente lo he hecho saber porque es el segundo artículo de Marià en el Foro y me parece conveniente que se sepa que es hombre y no mujer. Se lo hubiera hecho saber a cualquier otro forero. Eso es todo, Sócrates.

          1. Osnofla

            Gracias por tu explicación, ni de derechas ni de izquierdas, solamente informativa. Yo mismo, por ser tan ignorante de mucho, hubiera caído en mi aportación en dicho error de género. Y me alegran los comentarios explícitos que suelen salir de tus manos, y de esas quisquillas comeremos muchas algún día, en Bayona o en Tuy, en el puerto de Alicante o en Donostia. Es un plato exquisito para compartir y debatir, sin enfadarse. ¡A qué sí!

  4. Joaquín Tamames

    Gracias por tu artículo, Marià.

    Me gustaría matizar que en los mercados hay comportamientos especulativos y otros que no lo son aunque a veces exista la tentación de meter todo en el mismo saco. Por ejemplo, asegurar el tipo de cambio a un año no es especular sino simplemente cuantificar y concretar una variable clave para que todo el ejercicio suministro-producción-venta tenga sentido. El problema, evidentemente, es cuando esta posibilidad que ofrece el mercado se convierte en un fin en si misma, como por ejemplo invertir (más bien jugar) en Bolsa mediante posiciones bajistas, esto es, apostar a que un valor baje. Es evidente que en este caso se esta desvirtuando al mercado en si, dado que teóricamente la Bolsa es un mercado para propiciar la financiación de las empresas via recursos propios y no para que individuos e instituciones “jueguen a la baja”.

    Parece más que evidente que en la génesis y posterior explosión de la crisis, una parte importantísima de la disfuncionalidad se ha producido precisamente por estas prácticas especulativas que utilizan los mercados para fines muy distintos para los que fueron establecidos.

  5. Javier Ped

    Nunca conseguí entenderlo del todo. Algunos fuimos instruidos en aquello que explicaban las doctas tesis de los 70 de que la única plusvalía real y honesta estaba en el trabajo. Si no había trabajo no había tampoco modo de añadir valor a algo. Menuda decepción en los 2000 cuando mientras unos trabajábamos contando cuánto añadíamos de valor a un bien o servicio para también añadirle el equivalente en precio veíamos cómo sin añadir nada, -salvo el sudor que la ansiedad por el conteo de la pasta genera en la mano del contador- a nuestra derecha y sobre todo a nuestra izquierda (lo que legalizaba aun más la situación) se enriquecían nuestros colegas bajo la mirada absorta de quienes no entendíamos bien el procedimiento.
    Especular es añadir precio y conseguir que alguien lo pague sin añadir valor alguno. Eso no sólo es legal en derecho, sino que hemos conseguido que sea el prisma por el que algunas generaciones han visionado su Ferrari desde la universidad. Hemos adoctrinado en el formato y no siendo por tráfico o trata de blancas, negras o mulatas, ningún padre montó en cólera cuando vio a su hijo aparecer con su chalé de dos millones y su coche de medio, ganados ambos después de una transacción casual en un par de horas y reducida la explicación a lo de ‘es fácil… estar en el momento justo en el lugar adecuado’. (Todos sabemos que es falso, por muchos mundos que recorramos).
    Tenemos lo que nos merecemos. Ahora es difícil volver a explicárselo a nuestros hijos.
    Salud y felices valores añadidos (legales, claro, si podéis).

    1. Elena Enriquez Alcina

      Todo esto es producto de la talla moral que practicamos. Ha perdido plusvalia el término honestidad. Antes este adjetivo era sinónimo de credibilidad. Ahora, es sinonimo de estupidez.

      La raiz está en etiquetar de la manera que lo hacemos todo. Nuestra carta de presentación no son nuestros actos, nuestra experiencia, el valor añadido que hemos obtendido durante nuestro camino, generado con hechos,no, somos nuestras cosas,nuestros títulos, nuestros apellidos, nuestros amigos, nuestras cuentas…..nuestras cosas.

      Eso somos, nada más y nada menos que nuestras cosas, y esa es la medida de mercado actual….es una metáfora. Una medida ficticia, engañosa, y poco productiva.

  6. juanarmas

    Gracias Marià.

    También, fuera del terreno legal, esta misma sociedad intenta perfilar y promover un modelo de vida de sus ciudadanos, y en el ámbito empresarial, de su personal, por no hablar del espíritu condicionador que tiene cualquier sistema educativo.

    Este intento de condicionar comportamientos y dogmas se concreta en ayudas estatales, autonómicas o municipales para premiar o promover una determinada situación o conducta.

    En el otro extremo se sitúa el individuo que no es consciente de su vinculación con la sociedad en la que vive y a la que pertenece, así como al resto de ciudadanos. En ese sentido, el Camino de Santiago nos ayuda también a eso: a ser conscientes de hasta qué punto vital nos necesitamos.

    Un gobierno que no predica con el ejemplo y no es castigado en las urnas por esto, revela el consentimiento mayoritario, por más que luego se exprese lo contrario. Quizás haya que esperar a que la suma de individuos y colectivos den un nuevo sentido al capitalismo, entendiéndolo como el sano punto de equilibrio entre compartir y competir; aunque posiblemente entonces ya no podría ser capitalismo sino otra cosa. El capitalismo necesita de la escasez de muchos. El problema es cuando esa escasez mayoritaria y el deseo de beneficio de una minoría se vuelven extremos. Algo de esto está pasando, y me temo que seguirá estirándose hasta que surja algo que genere una ruptura que haga imposible la continuación de esta tendencia.

    Buen fin de semana.

  7. Eliseo de Bullón

    El plano sicológico de la especulación es diferente al plano sicológico del beneficio.

    «Obtengo beneficios porque en el proceso aporto mi trabajo y mis conocimientos, los cuales mejoran el proceso» frente a «obtengo beneficios porque tengo un bien del que espero, por efecto espontáneo del mercado, o por medio de una corrupción, que incremente su precio».

    Hay beneficios especulativos, generalmente asociados a la avaricia, y beneficios no especulativos, generalmente asociados al buen hacer.

    Me quedo con éstos. Aportan buenas vibraciones.

    1. Angeles

      Eliseo, comparto tu comentario. La especulación es convertir un bien , que parte de una fábrica, de un árbol, a un precio, hasta que llega al usuario. Las tiendas, los comercios, los almacenes, especulan. Tambien hay especulación en los bienes agrícolas, desde que salen del árbol, hasta que llegan a nuestra mesa, pero tambien hay una función y un trabajo de recogerlos del árbol, envasarlos, y transportarlos. Hay especulaciones necesarias, normales y otras que se cargan literalmente nuestro sistema financiero, como ha ocurrido con los productos tóxicos inexistentes (hipotecas titulizados, futuros, warrants y demás productos virtuales e irreales).

      No se puede condenar toda la especulación, una es necesaria y positiva (siempre que los precios no sean demasiado elevados en su transformación) y otra es condenable en sí misma, por ser perversa: lo que se promete al inversor no existe, puede que exista, pero se le ofrece como real, cuando la única realidad es que es espuma.

  8. felix de valois

    De cuando en vez saltan a la luz de los focos,ya sean en la Tv ya en los medios impresos, las aventuras y lo avezados que son algunos altos ejecutivos de empresas financieras o de la gran banca; suelen deslumbrar desde el sillal de los dioses cual Olimpo desde el cual muestran la grandeza no solo de sus empresas sino que,también, la esquisitez de sus ingentes logros. Casi no son mortales y,como si flotasen en una aureola de insensatez, quieren dejarnos la impronta que ellos solos son capaces de hacer mover al mundo,cual Hercules imbatibles. Pero hete aquí que a veces la realidad,esa cruda cotidianeidad, nos revela la verdadera faz de estos individuos tan proclives al sobresalto y a la cobardía mas necia.
    Dias pasados las acciones del BBVA comenzaron a bajar mas motivadas por causas relativamente normales del mercado y algún efecto de la desconfianza de la ampliación de capital que habá anunciado para la compra de un banco turco,concretamente el Garanti,y pese a ofrecer un descuento de hasta el 29% sobre el precio de las acciones en el momento de anunciarse la operación, no entusiasmaba precisamente a los inversores. Alguno de estos espabilados creyó entender que algo no iba bien y se puso en marcha algunos avisos de que en algunas sucursales del BBVA se estaban produciendo crecientes colas de clientes. Incluso llegaron a circular por los correos electrónicos fotografías de aglomeraciones de clientes. Y empezaron a circular rumores sobre que el segundo banco más grande de España se estaba enfrentando a problemas de liquidez. En las Bolsas internacionales, estas especulaciones hicieron que las acciones del BBVA se desplomaran por las ventas masivas de títulos por parte de algunos inversores para no ser víctimas de un colapso financiero y,por ende,de sus dineros. En la sede central no daban crédito (y esto no es una maldad intencionda,no dan crédito ni a Dios) a lo que estaba aconteciendo. Aquellos hombres fornidos,con tirantes y habanos se estaban quedando sin respiración y todo porque el banco había puesto a disposición de los clientes los dorsales de una carrera solidaria que había organizado. Ese era la aglomeración.
    Se dice que FG, tras tomarse algún que otro spidifen, ha exigido que a partir de ahora se envien los dorsales y otras prebendas del estilo, por correo ordinario. Y es que el que tiene miedo tiene culo,o al reves. Y es que el que especula sabe,a ciencia cierta, que lo hace; de ahí sus miedos,sus temores o su cobardía.
    Saludos cordiales

  9. maribelium

    Marià, hablas de denunciar y criminalizar las conductas especulativas, atribuyendo esto solamente a unos otros delincuentes. Creo que además de combatir estas tendencias especulativas en los demás, también hay que combatir cualquier mal o atisbo del mismo en nosotros mismos.

    Lo que nos ocurre en parte es porque lo permitimos, en parte porque lo generamos todos y en parte no sabemos…

    Saludos

  10. Osnofla

    Muchas gracias, Sr. Marià, y gracias a Joaquín, por hacerme no meter la pata.

    Se me ocurre una pregunta general. ¿Si las Cajas de Ahorros, ahora autorizadas a funcionar como si fueran bancos privados, aunque llevan tiempo haciéndolo, se están agrupando de muchas maneras, e incluso están siendo adquiridas por otras entidades, sean cajas o bancos, que ocurre con el patrimonio de las mismas?

    Me explico. Cuando se fundan las Cajas de Ahorro y Montes de Piedad, vaya nombre el suyo, traicionero sin duda alguna, lo hacen para dar un servicio a los ciudadanos de los Municipios, luego a las Provincias. Y gracias a los movimientos de los dineros de los ciudadanos, de nuestros dineros, y de los créditos que ofrecen, generalmente a las Instituciones locales y provinciales, además de meterse en el mal negocio de las hipotecas actual, no de antaño, de ser parte de las promotoras y constructoras que han traído estos lodos, consiguieron ir haciendo una base importante de dineros que fueron dedicando a aumentar sus propios fondos –muy bien-, a invertir en patrimonio de las cajas –muy bien-, en obras sociales, culturales, deportivas,…, -muy bien-, y en generar movimiento de esos capitales en beneficio de fomentar negocios existentes y nuevos –muy bien-; pero llegado el punto en el cual nos encontramos en la actualidad, dichos patrimonios, valorados, según el tamaño de la entidad, son tremendos, muy grandes, y su valoración en los mercados a precios actuales derivan en cuantiosas cantidades de dineros, que al efecto de seguir siendo patrimonio, seguirán aumentando su cotización al pasar de los años. Hasta aquí creo que todos lo entendemos. Es más, sería entendible dichas inversiones por tener bellos edificios representativos, solamente por el valor histórico y monetario de dichos elementos, ya que son parte de ese patrimonio.

    Pero la cuestión deriva, ahora se comienza a ver desde otros puntos de vista, en que esos patrimonios e incluso el valor de dichas entidades, controladas por los de siempre menos por los dueños reales que somos nosotros, deja muchas dudas sobre la titularidad de los patrimonios y de las entidades. ¿Quién o quiénes les ha autorizado a jugar con nuestro patrimonio? Porque ese patrimonio es de todos los ciudadanos de todos los Municipios que integran una provincia, y no es un patrimonio de unos señores que puedan hacer con el lo que les venga en gana. ¿Quién les ha autorizado a jugar con nuestro patrimonio? Les tendría que bastar los grandísimos sueldos que cobran por unos trabajos que tampoco son tan excesivos. Por ello yo les denomino funcionarios de la privada. Élites encumbradas por arte de magia, no por clamor popular, de los ciudadanos, de la Sociedad Civil a la que se deben en todo momento.

    Ahora que tenemos los primeros ejemplos de catástrofe de algunas de ellas, por no decir de casi todas, vemos también que dichos patrimonios que pertenecen, por ejemplo, el de CCM a dicha Comunidad, castellano-manchega, o el de Cajasur, que pertenece a los cordobeses y alguno más de Andalucía, se ven en manos de terceras entidades que pasan a ser propietarias de dichos patrimonios sin importarles la realidad de sus legítimos dueños. Es decir, por sus malas gestiones, han embargado dichos bienes, y los propietarios legítimos, todos los ciudadanos de dichos Municipios, Provincias o incluso Comunidades, en algunas de ellas, ven perdidos los mismos. Esto se podría definir como robo a mano armada con total impunidad a los ojos de todos nosotros.

    Pero el tema, por sí demasiado importante para dejarlo aparcado, se agrava cuando los rescates de estas entidades, de todas, se están pagando con grandes cantidades de dinero, miles de millones de euros, que son billones de las cercanas pesetas. Y que esos dineros son nuestros también, pues salen de las arcas de la Hacienda estatal que nos cobra a todos nosotros. Doble o triple delito que, de momento, no ha llevado a ninguno a dar con sus huesos en ninguna prisión. ¿Por qué se consiente esto? ¿Por qué consentimos esto? Parece que nuestra ceguera es muy superior a la que demostramos tener a diario.

    Debería implantarse una Ley de urgencia en la que los patrimonios sean reconocidos como de los ciudadanos, íntegramente todos: edificios, oficinas, vehículos, empresas participadas, acciones…, y que los agujeros generados por las malas gestiones de sus artífices, que para eso cobran bestiales sueldos y otros beneficios, sean asumidos por ellos e incluso por los empleados que les permiten realizar las malas gestiones sin ser denunciadas en los estamentos oportunos, cuando menos en los tribunales y juzgados de guardia.

    ¡Por una lucha que no permita que puedan perderse nuestros patrimonios!

    ¡Por una Justicia que sea ágil, como es cuando desnuda a los llamados morosos, despojándoles de la totalidad de sus bienes, incluyendo los dineros pagados, que juzgue y condene sin extrañas maniobras a los responsables de los delitos generados en las entidades denominadas Cajas de Ahorros y Monte de Piedad!
    ¡Por la devolución de todos los patrimonios que hayan podido ser embargados por dichas malas gestiones!

    ¡Por unas gestiones limpias y controladas al servicio de los Ciudadanos, de la Sociedad Civil, que son los reales propietarios de dichos patrimonios!

    ¡No a las gestiones ocultas y liberales, fuera del control de sus legítimos dueños!

    ¡No a la expansión de las Cajas de Ahorros! ¡Qué dejen de correr riesgos innecesarios!

    ¡Sí a una vuelta a las actividades honradas de siempre!

    ¡La lucha de los 1, de los verdaderos 1, se impondrá ante tamaña injusticia! ¡Comencemos a exigir lo que es nuestro! ¡Pidamos controles exhaustivos a todas las gestiones! ¡Nombremos gestores honrados elegidos por nosotros, los legítimos dueños de nuestro patrimonio! ¡No consintamos ni un momento más que campen a sus anchas! ¡Movilización social por nuestros bienes y una correcta gestión de nuestros dineros!

    Los verdaderos 1, no queremos regalos, dádivas, que, además, perjudican a sectores productivos de nuestra sociedad haciendo una competencia desleal. Queremos intereses reales por nuestro dinero, por nuestros saldos medios, por nuestras inversiones. Exijamos que cambien inmediatamente las normas de funcionamiento actuales. ¿Quiénes son estos señores para nombrar a sus máximos mandatarios? ¿Se creen que son los dueños de ello, de algo que es nuestro? Ellos solamente son unos más, como nosotros también propietarios de todo nuestro patrimonio.

    ¡Digamos alto y claro en cada Ciudad del estado español. En cada Provincia. En cada Comunidad Autónoma. El patrimonio de las Cajas de Ahorros es nuestro y solo nuestro. Pidamos un control efectivo de nuestras entidades. Exijamos los cambios necesarios. Basta ya de usar nuestros dinero para financiar partidos, obras de partidos, sueldos de partidos, y otras cosas más, que en nada nos benefician y sí nos perjudican!

    ¡Saquemos todo nuestro dinero de las entidades privadas y pongámoslo en nuestras cajas de Ahorros y Monte de Piedad, pero con unos muy buenos gestores elegidos por todos nosotros!

    Muchas gracias y buenas tardes-noches.

  11. Enrique N

    Muy buenas.
    Entiendo que el autor, digo autor gracias a Joaquín, porque sino hubiera cometido el error de decir autora, se refiere en su artículo a la especulación en la bolsa.
    La especulación en el comercio o en las actividades mercantiles reales es muy compleja de analizar, creo que va ligada intrínsecamente a la propia naturaleza de las transacciones, como cuenta Ángeles, produciéndose muchas veces de forma intencionada, pero otras muchas por casualidad, suerte o necesidad.
    En cuanto a la especulación en bolsa a corto plazo, que creo es la perjudicial, me parece que es una práctica que debería erradicarse o minimizarse en todo lo posible.
    La tecnología, como comenta el autor, está jugando un papel, y lo jugará cada minuto, cada hora y cada día más rápidamente, decisivo en los movimientos especulativos y ataques inconscientes contra nuestro propio sistema.
    La sociedad tiene que mantener unos valores únicos en todas sus campos. La bolsa debe ser un reflejo más de la sociedad y debe disponer las normas suficientes para que se den en ella los mismos valores que el mercado «real». El premio o el beneficio debe ser conseguido, mayoritariamente, mediante el trabajo, el esfuerzo, la preparación, la responsabilidad asumida, el sacrificio, el riesgo, el tiempo y algunos otros conceptos básicos que hacen que la sociedad mejore y mantenga unas reglas de juego razonables.
    El crear un escenario donde el individuo está sentado en su casa, con un ordenador en sus manos, especulando a corto plazo y desestabilizando el sistema económico común para su ilusorio beneficio cortoplazista no tiene razón de ser.
    El problema es que hemos perdido el norte, el eje de valores, la base sobre la que se deben fundamentar todos los campos que nuestra sociedad crea para servirse de ellos.
    Todo esto, unido a las prisas y a las carreras de las economías mundiales y del propio individuo hacía ninguna parte, hace que cada vez los riesgos sean mayores y la estabilidad mundial más débil.
    Alguien debería de cambiar los tiempos en la bolsa y convertir los segundos en minutos, los minutos en horas y las horas en días.
    Un saludo a todos y gracias por el artículo, Marià.

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