La enfermedad y el espíritu

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“Mario, ¿va todo bien? Ayer y hoy, pero sobre todo hoy ha hecho unos comentarios en el blog que me han preocupado: la consulta médica, la vía de dos direcciones, vida y muerte… La consulta del Dr. Carvajal conocido por la sintergética y por su aproximación al tratamiento del cáncer desde otra perspectiva…. No se, pero me ha dejado preocupada, a lo mejor es solo deformación profesional. En cualquier caso yo también tengo mi propia visión, no basada en medicina convencional, sobre los posibles tratamientos a efectuar en este tipo de enfermedades. Considero muy importante el bloqueo psicológico ( o del alma) en la génesis de una patología. Pienso también que hay ocasiones donde ya es más difícil, o más bien imposible intervenir, que correspondería al hecho de que el alma de por acabada su misión aquí. Aunque alma y ego pueden no estar de acuerdo, probablemente por el miedo a lo desconocido. Pero si la misión no esta acabada y uno mismo sintoniza con “esa misión” aparecería la curación, y esta enfermedad representaría tan solo parte del camino. Para ello es necesario trabajar a fondo y ser sincero con uno mismo.”

Este correo ha sido recibido esta mañana. Antes que nada: todo va bien en el territorio de nuestra salud. Al menos no hay indicadores de alarma. Pero no copio esa frase para aclarar ese estado sino para traer al blog una idea: el papel del alma en el proceso de enfermedad/curación. ¿Del alma?. Sí, del alma.

Quien me escribe utiliza la expresión de “bloqueo psicológico” y entre paréntesis sitúa: “o del alma”. ¿Existe el alma?. ¿Juega algún papel en el proceso de la enfermedad?. ¿Y en la curación de patologías frente a las cuales la ciencia convencional manifiesta una lacerante impotencia?.

Supongo que sois conscientes de que durante el periodo transcurrido entre el 22 de Agosto de 2006 (diagnostico de un tumor cerebral) y el 13 de Octubre de 2007 (fallecimiento de Lourdes Arroyo, mi mujer) la mayor parte de mi tiempo se dividió en dos aspectos: uno, tratar de entender el por qué de la enfermedad y de asumir la ignorancia de la ciencia oficial. Otro, preparar y ayudar en el tránsito. Después, en encontrar explicación satisfactoria al funcionamiento de los factores emocionales en los procesos de aparición de células cancerígenas. Por eso estos asuntos no podía tratarlos hasta que la distancia temporal redujera la emoción a confines asumibles. En esos lugares habito al día de hoy así que puedo, con un esfuerzo soportable, penetrar en un asunto mayor y que seguro ocupará mucho de nuestro tiempo en este blog: la noción de la salud y la enfermedad.

Joaquín Tamames, en una de sus visitas carcelarias allá por el 2002, me trajo un libro de Ken Wilber. Creo recordar que se llamaba Gracia y Coraje. Es una descripción desnuda de la vivencia de un matrimonio que unos días antes de ser contraído sufre la noticia devastadora de un cáncer de mama de agresividad sin límites. Es un relato puntillista de como se sufre en pareja una enfermedad de semejante envergadura hasta que la muerte pone fin al proceso. El relato es brutal. La experiencia, mas. No imaginé entonces que ese libro constituía una premonición de mi propia vida.

Entre otras cosas en ese libro se efectúa una distinción entre dolencia y enfermedad que conviene traer aquí: La dolencia -asegura- es la alteración física (incluso psíquica) producida por las causas que sean. El tratamiento social e incluso mental de esa dolencia constituye la enfermedad. El cáncer es, ante todo, una dolencia, pero fundamentalmente una enfermedad en su conceptuación social. La ignorancia científica sobre la dolencia, sobre su origen, provoca en la ignorancia social la atribución de causas concretas como justificantes de su existencia, causas que normalmente se reconducen, por el imperio de los mitos, a razones conectadas con la religión en su versión mas supersticiosa. En el análisis del cáncer, esta diferenciación entre dolencia y enfermedad le lleva a una constatación clara: dado que parece que las células cancerígenas tienen un tiempo marcado de manera irremediablemente fija, un lapso de tiempo de evolución al final del cual se produce necesariamente la muerte, ello nos aleja del escenario de superar la dolencia, así que hay que concentrar todos los esfuerzos en controlar y superar la enfermedad. La percepción de la inevitabilidad de la dolencia, de su propia irreversibilidad, es una buena plataforma para el tratamiento adecuado de la enfermedad. Es incluso posible que se produzcan mas daños colaterales, incluso se anticipe la muerte, por la enfermedad en sí misma al margen de la propia dolencia. Una construcción mental de la tragedia de la dolencia puede provocar la muerte en el paciente que la sufre por causas ajenas a la dolencia misma.

Quizás algunos no coincidáis; incluso es posible que percibáis un chirrido interior cuando se mezcla algo como el alma en un proceso de vida/muerte. Yo no. Estoy total y absolutamente convencido de ello. La Medicina Sintergética abunda en esa idea de modo directo. No se trata de magia ni de mitología sino de algo mas concreto: superar la ignorancia de la ciencia oficial que ha fragmentado al ser humano de modo tan artificial como doloroso, que ha olvidado la noción de campo, que margina la influencia del medio, que sopesa con ligereza el valor de los factores emocionales….en todo caso, el cáncer es una enfermedad que afecta al que la sufre y a su entorno, durante y después del desenlace. Ayudar a sobrellevar ambos estadios temporales es, precisamente, la misión que he confiado a la Fundación Lourdes Arroyo.

Por hoy y para iniciar el asunto es suficiente. Pero no quiero concluir así sino con un dato adicional. La Universidad/Hospital John Hopkins es una de las mas prestigiosas de EEUU. La recuerdo bien de mis tiempos en la industria farmacéutica. Si no me falla demasiado la memoria (en estos asuntos reconozco una cierta tendencia a forzar el olvido) fueron pioneros en el desarrollo de un producto denominado Interferon, sirva para lo que sirva. No cultiva la magia ni consume curanderos ni alimenta chamanes. Lo digo para los racionalistas, materialistas y demás, que, por cierto, tienen perfecto derecho a serlo si eso les hace felices. Bueno, pues esa universidad en un documento oficial dijo la frase siguiente:

I. Cáncer is a disease of the mind, body, and spirit. A proactive and positive spirit
will help the cancer warrior be a survivor. Anger, unforgiveness and bitterness put
the body into a stressful and acidic environment. Learn to have a loving and
forgiving spirit. Learn to relax and enjoy life.

I. El cáncer es una enfermedad de la mente, del cuerpo y del
espíritu. Una actitud pro activa y un espíritu positivo,
indudablemente ayudan a sobrevivir a una persona con cáncer. La
ira, la soledad y la tristeza provocan estrés y un fuerte ambiente
ácido al organismo. Aprender a tener un espíritu lleno de amor y
perdón contribuirá a mejorar las condiciones de cáncer. Aprenda a
relajarse y a disfrutar de la vida.

Así que el cáncer tiene que ver con el espíritu…Ayer comentaba con una mujer inteligente, formada en Farmacia y en la vida, este asunto. No se trata solo de la gigantesca importancia de la dieta alimenticia. Se trata de la introducción de esa palabra: espíritu. El cáncer como enfermedad del espíritu.

A muchos quizás no les guste que se hable de esto. Les horroriza la muerte. Pero la muerte es la otra cara de la vida, y ambas pertenecen a la existencia en cuanto tal. Vida y muerte forman parte del eterno Siendo. Debemos trabajar en este campo. Ayudar a comprender al ser humano como integridad. No abandonarnos a la resignación de un estado de la ciencia que quizás por un exceso de materialismo no aporta soluciones porque no almacena comprensión. Demasiado desprecio acumulado por aquello que se ignora.

Es suficiente por hoy, pero creo que entre todos podemos hacer algo importante: ver si conseguimos aliviar un segundo el sufrimiento de un solo ser humano que se ve envuelto en semejante desgracia. Porque de una manera u otra en estas enfermedades todos son (somos) actores, principales y secundarios, si se quiere, pero no abundan (no deberían) los espectadores.