Del hoy y del ayer

      Comentarios desactivados en Del hoy y del ayer

141hojas muertas 1

Es claro que lo sucedido el sábado y el domingo no me gustó en absoluto. No sólo a mi, sino a muchos, por no decir prácticamente todos, los que construís este blog a diario con vuestras presencias. Y lo digo como lo siento, sin mas. No pretendía calificar ni descalificar, juzgar y excluir. Sencillamente, con mucha mayor determinación, evidenciar cual fue mi propósito al crear este instrumento y que ese tipo de comentarios intimistas de lo superficial, y otros atributos que no merece la pena recordar, no encajaban en este espíritu. Eso fue todo. No se trataba, ni mucho menos, como parece apuntar Roberto Valdés, de personajes “díscolos”. Me da la sensación de que de ese atributo llevado hasta sus últimas consecuencias, del tránsito del díscolo al hereje, y del caminar desde la herejía a la hoguera, en su múltiples variedades, conozco un trozo suficiente para escribir algún tratado. O un opúsculo. No. No me importa que alguien sea díscolo. Al contrario, lo agradezco. Lo que me crispa es el culto a la frivolidad. Me crispa en este entorno, desde luego. En otros puede resultarme incluso divertida, aunque en esos escenarios no suele presentarse mi presencia física con excesiva frecuencia. Tampoco soy amante de las intimidades innecesarias, sobre todo las referidas ala alta cuna y a la baja cama. Por ello no necesito citar nombres ni nicks. Creo que la gran mayoría que nos sentimos personalmente afectados por determinadas intervenciones sabemos de que hablamos sin necesidad de nombrar, como diría Krishnamurti. Pero, insisto, sin prejuzgar que quien se considere aficionado o profesional de ese deporte pueda practicarlo en los campos que en número ingente se destinan a acogerlo, y que, por cierto, cuentan con nutrida asistencia de espectadores.

Por eso, a propósito de Calaza, escribí: “ Así que si vuelve, y decide insultar, ofender, vituperar, emplear lenguaje soez o lo que sea, ya sabéis de quien se trata … Quien quiera aguantarle que le aguante. Quien desee ignorarle que le ignore. Quien se sienta ofendido que recuerde lo que digo. Quien quiera contestarle que se atenga a las consecuencias »
No estoy seguro de ser bien entendido por Roberto Valdés, cuando, después de traer esas palabras mías convertidas en cita literal, añade: -“Ya lo advirtió Calaza travestido de Follan que a él Mario nunca le llamaría la atención. De eso a este público reconocimiento con exención de responsabilidad incluida y su correlativa patente de corso hay un trecho”.

Creo que le contestó por referencias el “travestido” -por usar su terminología- pero añado un apunte: a lo largo de mi vida, en los salones de lo financiero, en los supuestos cielos del poder en sus tres versiones básicas, he conversado con impertinentes, estúpidos, incultos, soporíferos, vacíos, crueles, indignos, traidores, frívolos y un largo rosario de adjetivos que gracias a que no les pongo nombre y apellido tienen ahora encaje. Solo en lo conceptual, para entendernos. Demasiadas veces ciertos humanos encajables de pleno derecho -como dicen los juristas- en alguna de semejantes categorías ocuparon ese espacio/tiempo del que tanto nos gusta hablar. ¿Y qué?. Pues nada, que a soportar tocan. En la mayoría de las ocasiones frente a sus comentarios voluptuosamente repletos de nada o de nada que me pudiera parecer digno de respuesta, me limitaba a esbozar una sonrisa inerte. Aprendí a no oír, a aislarme, a estar allí físicamente mientras mi mente deambulaba por otros rincones de la creación.

A eso me refiero. A que el diálogo no existe, como la ofensa, sin dialogante y ofendido. Del mismo modo que no existe arte sin espectador. El diálogo con la obra de arte es esencial a la producción artística. Como lo es, por ejemplo, con la obra literaria o con la música. El verdadero libro nace cuando el actor comienza a dialogar con él a través de la lectura. ¿Dialogar con la música?. Pues claro. El silencio de quien escucha es la mas lúcida de las conversaciones con las notas y sus silencios, con el compás y su armonía. Recuerdo una película, no se si se llamaba la Noche de los Generales o algo así, en la que ante una obra de Van Goh, un general infectado de locura que transmutaba en asesinatos sádicos de prostitutas, revienta en su interior en un proceso catártico tan sensible exteriormente que sus propios subordinados sintieron dosis adicionales del miedo consustancial a la jerarquía de imposición, a la que nace de la diferencia entre potestas y autorictas que decían los viejos constructores de Lo Jurídico.

Nadie, ni yo ni nadie tiene patente, y menos de corso, en este blog. No hablamos de personas sino de ideas. Quizás sea lo único bueno del nick, resida en evidenciar que el sujeto que escribe carece de nombre, y apellido, es decir, dos de los atributos mas ilusorios y por ello mismo destructivos de lo que llamamos falsa personalidad. Por supuesto que su esencia ilusoria es genéticamente idéntica a la de los patronímicos oficiales, pero eso no todos lo saben y muchos, muchísimos, ni quieren hablar de algo así, refugiados, como se refugian para tratar de entenderse, en eso que llaman filiación que estiran hasta crear categorías tan sutiles y etéreas como la legitimidad propia de los siglos. Así que el tiempo, ese consumidor impenitente de vidas inertes, resulta que en su propia inexistencia reparte diplomas de legitimidad…En fin. Quizás convenga hablar mas de ello.

Creo que todos, en cuanto humanos, circulamos a través de una variedad cromática de la que somos tributarios. En ocasiones acentuamos el negro, en otras el siena, en algunas morado..En fin, vuelvo a recordaros que oí decir a muchos que los colores de mi admirado Van Goh en sus genialidades sobre el Sur de Francia, era artificiales, inexistentes, fruto de desviaciones de la córnea del autor en su recepción de la luz. Pues no. Aquella tarde, poco antes del alba, caído el invierno y recién estrenada la primavera sureña, los vi con mis propios ojos ajenos a cualquier sustancia capaz de generar alucinación, cuando coroné el primero de los cerros que unen las casa de los Carrizos con la plaza octogonal. Recordé a mi padre. Por su amor por el color. Sentí pena de que no asimilara bien la rebelión rente a la rigidez de la forma que implicaba el abstracto y elevaba a sustancia controvertida el cubismo analítico. Si despreciamos la forma podremos concentrarnos en la sustancia. ¿Os dais cuenta de que nuestra forma externa solo depende de algo tan banal como el grado de presión atmosférica exterior?. ¿Somos solo eso, 9,8ms segundo al cuadrado?. No. La forma es algo muy profundo. Preexiste a la propia Idea como ya he escrito. Por supuesto es anterior al proceso de manifestación. La propia Forma de la especie vagó por la mente inerte del Absoluto antes de decidir inconsciente el proceso de creación/destrucción.

Y Anthony Riquer, en medio de este tumulto, añade: : “No hay propósito ni intención en la evolución. Lo repetía incansable Stephen j. Gould en Harvard hasta poco antes de morir “. Y Mabuse dice, seguramente con algo de razón, que estaba equivocado. Y de nuevo Anthony replica con el método científico: “Lo que caracteriza al científico es la utilización del método científico y eso implica: una cierta vocación para formular más preguntas a la Naturaleza que a las personas; someter a la experimentación y a la prueba las hipótesis y convicciones propias y medir con precisión los procesos observados”

Sobre esa peculiaridad del método científico y de su propia limitación ya me me pronuncie en otra ocasión en este blog. Aquello que no puede reproducirse a voluntad en el llamado laboratorio de la ciencia, no es que sea falso es que se convierte, por imperio de su lógica, en inexistente. Ni mas ni menos que en inexistente, Y sus creyentes son brujos, herejes, desperfectos humanos de la calaña mas inferior que se despache. La rigidez de la Física newtoniana no es inerte al proceso del “razono luego existo” cartesiano. Los escolástico decían: dejarme que yo ponga la premisa mayor y os demuestro que los gastos no tienen rabo. Y tienen razón. La llamada Ciencia sitúa sus propias premisas mayores para concluir, en un numero excesivo de ocasiones, que los gatos no tienen rabo. Muchos, gatos, demasiado gatos. Y uno que los ve circular por ahí, sobre todo por los senderos del espíritu, rabicortos o rabilargos, pero en todo caso con rabo, se atreve a decirlo en voz baja, y cuando comprueba que no es suficientemente baja para evitar el cerillazo de la hoguera o la humedad de la celda de prisionero, pues dice que de rabo nada, que fue una ilusión óptica. Que la tierra era redonda, por ejemplo, significa decir que los gastos sí tenían rabo. Así que mejor no lo es, admitamos que el rabo es una ilusión y a respirar libertad a costa de la coherencia, que de vez en cuando la Mitra y la espada se enfadan bastante y se inventan aquello del malicida de la exhortación de san Bernardo a ciertos caballeros templarios.

Vuelvo a lo mismo: nada tan susceptible de la rigidez del axioma propio de la lógica newtoniana como la distinción entre onda y partícula. Pues el rey ha muerto: pueden ser las dos cosas a la vez. Nada tan dramáticamente evidente como la separación el sujeto y el campo. Pues otro rey muerto. No existe semejante distinción en el plano de la Profundidad Cuántica

Otra cosa son el papel de las emociones en el proceso constructor/destructor del humano. Ahí si que creo que como dice Anthony “ Ningún proyecto sale del limbo sin una emoción y no existe ninguna decisión supuestamente lógica que no esté contaminada por una emoción”. Todos hemos ido hablar de la inteligencia emocional. Pero ahora se trata de ir algo mas allá. ¿Qué es una emoción?. ¿No pertenece a la naturaleza del pensamiento?. ¿Se trata, como digo en Cosas del Camino, de pensamientos de calidad inferior?. ¿Son solo el resultado de la interacción bioquímica de nuestra fábrica somática?. ¿Tienen algo que ver con ese llamado mundo del espíritu?. ¿Acaso lo que puede ser provocado por una gotas de alcohol o por el principio activo de la marihuana pertenece a un tipo de esencia inmutable?. La emoción…Vaya asunto. Digno de ser analizado con cuidado. Con mucho cuidado. Asumiendo que las viejas plañideras gallegas sabían controlarse para emitir cantidades ingentes de lágrimas en función del precio que pagara el dueño del espectáculo. La emoción es el mecanismo de control de masas mas perfecto que jamás se haya diseñado. El lavado de cerebro deriva del poder de la inducción, del propio funcionamiento del cerebro, de lo que llamo patrones de pensamiento cuya eficacia alcanza el paroxismo manipulador cuando afecta, precisamente, a la habitación en la que vive la emoción.

Bueno os dejo que dentro de un rato salgo para Orense. Una nueva conferencia sobre la situación de la economía. Un nuevo tributo al desconcierto.