El arte de esperar

      26 comentarios en El arte de esperar

Ernesto Rangel

Ocupar y habitar el centro, captar el vacío que anida en el Todo y partiendo de ahí dominar el tiempo, ese es el destino espiritual de las personas. Sin madurez psíquica  y experiencia es imposible acometer esta empresa del espíritu. Solo cuando se han aquilatado y digerido correctamente las experiencias del dolor, la soledad, la muerte, el conflicto (interno y externo) y la ofuscación extrema se comprende que tras la mente racional y sus limitados afanes existe una llamada profunda que nos invita a Esperar.

Es muy aleccionador observar lo poco desarrollada que está la paciencia en los niños. Se podría decir que se nace con esa incapacidad innata. La prudencia, el sosiego, el cálculo, la serenidad, el “saber dejar pasar”, el disimular o ignorar no forman parte de la experiencia del niño, solo a partir de cierta edad (impelido más por el exterior que por el interior) se irá desarrollando en el joven una nueva manera de vivir el tiempo. El adolescente poco a poco sentirá el peso de la sociedad que lo conmina a que acompase, a que ahorme su quehacer con los ritmos de las personas adultas. En este proceso el joven descubrirá que su marco de referencia es la adultez.

Hasta aquí puede llevar la sociedad actual a sus pupilos, pero para abrir una nueva dimensión espacio-temporal que reconcilie al ser con el tiempo es necesario vivir mas allá de los limites de la mente ordinaria. Lo que se llama vida no es sino una descripción de la realidad alimentada por pensamientos incontrolados. El reconocimiento de la parcelación de la personalidad por contradicciones aparentemente irresolubles (y que solamente se perciben a momentos)  puede llevar a cuestionamientos creativos que pongan en duda los valores y las ideas del  hombre masa.

El poder esperar de forma consciente impone un momento de lucidez que reconcilia a la persona con el pasado y con el futuro. El requisito indispensable para esta reconciliación es Ser en el Presente, no soslayar lo que se es en nombre de lo que se fue o se pudo haber sido. Una verdadera espera en el presente incluye cuerpo, mente y espíritu. Esto es vivido por la persona madura como una oportunidad de unificación con el todo. El “Esperante” no usa el tiempo, lo asume. Esta asunción permite al ser trascender esa manía contemporánea por antonomasia: el futuro. Vivir embriagados en la esperanza de lo que sucederá o debería suceder.

El ser humano enfermo de “futuritis” vive en una fuga perpetua que lo encamina hacia la angustia, hacia una avidez de tiempo imposible de colmar. Pero en esta imposibilidad se esconde una respuesta tajante, impecable y radical: hay que pararse, detenerse, templarse, sublimar el valor del tiempo a base de silencios profundos. Estos silencios poco a poco descubrirán la plenitud y la exigencia de unidad que habita en el Todo; esta es la respuesta más natural que yace en el fondo de todo espíritu inteligente y libre. Si se permite que surja esta sabiduría innata se notará el cambio que supone acercarse a lo auténtico y  se dejará de vivir el paso del tiempo como una acometida en contra de los intereses personales. A partir de la reconciliación con el tiempo y de la ocupación del centro por parte del individuo, este puede admirar las oportunidades que le brinda el Universo a través de sus leyes.

La abscisa y la ordenada. En términos geométricos la abscisa  representa la distancia que la persona madura establece entre las experiencias  y su realidad psicológica. Los pensamientos como subproductos de las experiencias son depurados a través de la desidentificación. El estado de espera profundo provoca una inafectación ante las experiencias y  sus productos mentales: los pensamientos. La ordenada representa la percepción del orden que salvaguarda y mantiene la unidad. Esta “dimensión jerárquica” es vivida por el hombre trascendente como promesa de fusión con todos los seres vivientes, es amor.

Estas dos dimensiones geométricas también pueden representar la trascendencia y la transparencia necesarias para la ejecución del Arte de Esperar.

Las dos fuerzas: centrípeta y centrífuga.  El que espera no está al albur de cualquier fuerza, ve la ocasión y la desarrolla con decisión, despliega la fuerza de su anhelo de forma centrífuga pero sin dejarse engañar por el desorden del deseo, sin abandonar el anclaje centrípeto que lo enraíza con el Todo. El hombre que espera utiliza lo centrípeto para armonizar las distintas realidades de su ser  y convertirse con humildad en un reflejo que testimonia el equilibrio del Universo.

¿Esperar qué? A que el Ser se manifieste en la vida ordinaria a través de la quietud. No hay gesto más puro que pararse con temple a esperar lo que pasa, a aceptar lo que hay. Como decía un viejo aikidoka: “hay que dejarse penetrar por lo que pasa, por lo que está pasando.”  Pero esta pureza no se da fácilmente, hay que tener mucho valor para plantarse frente a lo inaceptable y recibir  su tensión psicológica de forma consciente. Si la mente está limpia se percibirá lo inaceptable como algo formativo, amigable y desprovisto de cualquier dramatismo. Cualquier acontecimiento puede ser vivido de forma fluida, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, lo funcional y lo estructural, el ying y el yang. Qué más da si existe el poder de penetrar el huracán fenoménico con  paciencia y quietud para servir al prójimo en todas las dinámicas evolutivas.

Uno de los resultados de la práctica de la Sabiduría del Esperar es el descubrimiento de que todo puede ser vivido como un proceso, proceso que es vivido sin angustia puesto que “todos los momentos son ahora” y la mente cuando es fluida es amiga del tiempo. Por eso se espera pero no se desespera. La persona que ha madurado su unicidad no se deja arrancar esperanzas puesto que no posee ninguna. En la verdadera espera ningún parámetro ideológico cuenta, todos los pensamientos son fundidos por la “apertura atencional” que da el sosiego de esperar. La meta del hombre que ocupa su centro es descubrir los infinitos perfiles de la gran mentira que se representa a través de la mente. Para los agitados, la vida es un universo de subterfugios, por eso lo audaz es esperar lo inesperado que siempre acontece en el instante presente y preciso. La audacia espiritual es un requisito para la quietud. En el arte de la espera cualquier osadía tiene cabida menos las que son productos de la avidez o la apetencia. La verdadera quietud no es un capricho de la mente o una especie de ataque místico que aspire a pararlo todo por miedo o pereza.

Desde lo profano no es fácil entender el Arte de Esperar. Para aquellos que todavía no se han desenganchado de las vías estrechas del cartesianismo toda espera les parece inacción.

La persona comprometida con el Arte de Esperar dimana una quietud que puede turbar al hombre masa puesto que utiliza formas que van más allá de las formas. Como es sabido, lo inasible se puede aprehender con los brazos del espíritu. Y el espíritu siempre vaga libre en la Quietud más absoluta, en la Espera continua del tiempo presente.

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26 pensamiento sobre “El arte de esperar

  1. I Landero

    Hablas de «esta manía contemporánea por antonomasia.» Fíjate sobre lo que esto nos dijo Carl Gustav Jung ( «Sobre el amor, Minima Trotta, pag. 32 ) :

    » Se comprende a un hombre sólo a medias , aun sabiendo de dónde surge todo en él. Si solamente se tratara de esto, entonces daría exactamente igual que hubiera muerto hace tiempo. Pero no es comprendido como viviente ; pues la vida no posee solamente un ayer, y no se la aclara reduciendo el hoy al ayer. La vida tiene también un mañana, y el hoy solamente se comprende cuando a nuestro conocimiento de lo que había ayer, podemos agregar las piezas del mañana.»

    Lo mismo pasa no sólo con las personas, sino con las Naciones. No basta preguntar ¨¿Qué haces, a qué te dedicas? Es menester saber qué futuro quiere uno, quiere la Nación. ¿Qué deseas, esperas, qué futuro te gustaría para ti, y para tu Nación? ¿Qué estás haciendo desde ahora mismo para que ese anhelado futuro llegue, sin malograrse?

    En ese mismio librito – pag. 60-, Jung dice :

    «Donde tienen lugar la inseguridad jurídica, la vigilancia policial y el terror, las personas caen en el aislamiento, lo cual constituye la finalidad y el propósito del Estado dictatorial, pues éste se basa en la mayor acumulación posible de unidades sociales impotentes.»

    ¿No nos estamos deslizando ahora mismo en España hacia un Estado policial, con este estado de alarma? Bastantes estados de alarma, excepción y guerra hemos tenido ya durante la 2ª Republica y con Franco. Esto es demasiado : un retroceso al túnel del tiempo, a lo más tenebroso de nuestra Historia.

    Y nuestra sociedad civil, tan atomizada, tan desorganizada, con tantas unidades sociales impotentes.

    Menos mal que muchos no queremos un futuro así de triste como vemos nuestro actual presente. En Días de gloria, Mario Conde habla de que algunos han decidido pasar de la literatura a la acción. Por fin. Como Quijotes, la España valiente y quijotesca que no se resigna a perder su libertad en manos de gobernantes encantados de aplicar el Derecho de excepción, sabrá librarse de la actual pesadilla, y buscar un futuro en paz y libertad.

    1. Joaquín Tamames

      En absoluto comparto tu tesis de que España se esté deslizando hacia un estado policial y tu comparativa con la segunda República y con Franco, que planteas en casi todos tus posts últimamente, es simplemente insostenible.

      En mi opinión, ese retroceso al tunel del tiempo, «a lo más tenebroso de nuestra Historia» vive sobre todo en tu imaginación.

      1. Nacho Rivera

        Querido Joaquín…Las enseñanzas son muy importantes… Predicar con el ejemplo. ¿Qué percibe la sociedad, qué perciben nuestros hijos…?

        Pues la enseñanza es muy clara por parte de los referentes de este país(políticos): Cuando tengas la razón y las cosas se te vayan de las manos, no dudes en sacar la fuerza, las armas, el ejército.

        Todas las guerras y actos represivos han sido razonados y justificados de alguna forma. Lo cual nos lleva a un círculo vicioso que jamás cesa. De ahí la frase de Ghandi «no hay camino hacia la paz, la paz es el camino»

        Tu intelecto, ese que algunas veces subestimas, te lleva hacia el camino de la justificación. Justificas la fuerza, no olvides que el poder militar se basa en las armas. Y con tu actitud, si te das cuenta, estás amparando ese perverso mundo.

        A mí no me parece involución, es que todavía no hemos evolucionado.

        La enseñanza es muy clara: No te la juegues con el Sistema. Gran aportación para las nuevas generaciones…

        Un abrazo.

    2. Pau Llanes

      Estoy de acuerdo con Joaquín y comparto su consideración…

      Yo en ocasiones me he referido al «despotismo» de nuestros políticos, al «autismo corporativo» de los partidos políticos, su fanatismo funcional por el poder, la mediocridad general, incluso la corrupción bajo muy distintas formas… pero eso no tiene nada que ver con lo que tú adjetivas o sustantivas como «estado policial», «estado de excepción» o dicatadura…

      Tengo la edad y la experiencia suficientes para haber conocido la dictadura franquista o dictablanda, según interprtaciones… (desconozco las tuyas al respecto)… Y también he conocido muy directamente las dictaduras comunistas de Checoslovaquia, Alemania del Este y Polonia antes de 1989… y el salazarismo portugués antes del 25 de abril… y la Yugoslavia de Tito… y la dictadura militar en Myamar, y el regimen populista de Chavez en Venezuela, y las democracias déspotas de Marruecos y Argelia, cada una a su modo… y la democracia autoritaria de Rusia… y la dictadura política de China, aunque sea el coño de la Bernarda en su economía y mercantilismo… Te Directamente, no de oidas… Y en nada se parecen a esta España de mis desamores.

      Anda, no seas «exagerao» ni malverses tus palabras aunque estés indignado por algo o por todo… A mí personalmente me molesta leer tales exabruptos…

      Saludos… Pau Llanes

      1. Nacho Rivera

        Estimado Pau, el nazismo, el despostismo, y demás ismos, no son cuestión de cantidad sino de grado. Grado de inmoralidad, de ética, de derechos civiles…

        Por lo tanto insultar a un negro es un acto Nazi, no es necesario hacerlo con mil. Pegar a un judío es un acto racista, no es necesario pegar a 1000. Obligar a un colectivo a través de la fuerza es un acto franquista, autoritatio, despótico…no es necesario hacerlo con toda la ciudadanía.

        Un acto represivo es una acto represivo independientemente de la cantidad de personas afectadas.

        Un represivo abrazo.

        1. Pau Llanes

          Ya me iba a dormir, que es tarde aquí, pero antes te contesto y devuelvo tu «represivo abrazo» que no me lo merezco ni aunque sea una licencia literaria (desafortunada) por tu parte…

          Y hablando de licencias literarias, imagino que sabes qué es la sinécdoque: una licencia retórica mediante la cual se expresa la parte por el todo… o bien el todo es usado por una parte, La especie se utiliza como género o el género es usado por la especie… Yo no voy a utizar sinécdoques como tú en tu mensaje. Por supuesto no se me ocurriría decir que España es Nazi porque se insulta a los negros, por seguir con tu ejemplo, o es racista porque se pega a latinos en el metro (en vez de judios, como tu escribías; discúlpame la contextualización), por ejemplo… ni siquiera aunque sean mil o diez mil los agredidos cada año. Hay «nazis», racistas, xenófobos, o de la madre que les parió… y no dejan de ser individualidades o colectivos numerosos, pero me niego a calificar a España, un estado o una sociedad en su conjunto de tal guisa. Como tampoco considero que los humanos españoles de género masculino sean todos violentos y maltratadores aunque haya unos cientos, miles, descerebrados y delincuentes que sí lo sean e incluso agreden o matan a sus parejas… No, Nacho Rivera, eso es una exageración (además de una retórica patética), una sarta de sinécdoques por no decir tonterías…

          Que el tema de los controladores haya llegado hasta el punto de posicionar a la gente común y sus opinadores en el extremismo y las exclusiones que se ha llegado es fruto de la crisis institucional, además de económica y social, del nerviosismo que impera en unos y otros «merodeadores» del poder y en los servidores de éste, los que lo detentan y los que aspiran a desalojarles con añoranza. En todo caso, en mi opinión, esbirros y fanáticos funcionales…

          Del mismo modo que no se me ocurre calificar a los controladores de terroristas tampoco los considero la vanguardia de la conciancia obrera ni por supuesto la quintaesencia del liderazgo espiritual aunque se hayan especializado en cielos y rutas siderales… Son trabajadores; realizan un servicio público, independientemente de si sus empresas lo son o no; echaron un pulso a su patronal… se pasaron tres pueblos y medio… les pararon los pies con contundencia, y que los tribunales al efecto dicten su sentencia cuando sea, más pronto que tarde.

          Todo Estado, gobierno, tribunal, patrón o simplemente quien representa la autoridad «pactada» socialmente, es por su función «represor» cuando actúa limitando los excesos de sus «representados» o de los que tiene bajo su responsabilidad… ¿No era tu «seño» una represora? ¿El segurata de la estación? ¿Tu jefe si lo has tenido? ¿La pareja de la guardia civil que te hace la prueba del alcohol? Bueno, Nacho… te admito el Ministro del Interior como represor… Pues aun así y todo no se me ocurre llamar a un país democrático, represor como principal sustantivo…

          Otra cosa es que quieras situarte en los extremos. Entonces, para ti la pela, Nacho Rivera… Todo, todito, todo, es racista, nazi, represor, xenófobo, machista, feminista, violento, atoritario, franquista, marxista-leninista-estalinista-maoista… (vamos, que es una caquita de mundo y para qué arreglarlo… mejor nos borramos de la lista y a reencarnarnos en ala de paloma en la próxima; mira que cagan esas jodidas palomas).

          Puestas así las cosas: sí, el gobierno ha cometido un acto represivo, autoritario… ¿Y qué? Es decir, ha cometido un «pecado» democrático… ni más ni menos. Ya veremos lo que dicen los jueces por mucho que se le hinchen los huevos al ministro Blanco y prejuzgue y sentencie de boquilla… o el coro de catastrofistas se rasguen las vestiduras. Mientras tanto han resuelto un problema con autoridad, o autoritariamente, como prefieras…

          Y sigo manifestando lo que decía en mi comentario anterior. La España de mis desamores no tiene nada que ver ni con una dictadura ni es un estado policial convencional ni por el forro se parece al estado franquista que conocí y padecí en muchos aspectos. Como tampoco llamaría a la gente del PP fascistas o a la del PSOE «nacional-socialistas» o a los de CIU terroristas separatistas… Ay, lo que uno tiene que leer…

          Y por cierto, utilizar los términos «despótico» o «autoritario» no es lo mismo que «dictatorial» o «fascista» o «estalinista»… Cualquier diccionario de Ciencias políticas te lo explicará mejor que yo; además ya tengo un sueño «irreprimible»…

          Siento que no podré contestar tu segura réplica hasta mañana… Y mira que me gusta contestar a quien me interpela.

          Saludos metafóricos… Pau Llanes

          1. Nacho Rivera

            Mi voluntad no era quitarte el sueño ni molestarte por mi cariñoso abrazo, que por culpa mía, cosas de no mirarnos a los ojos,no has sabido interpretar. Repito, culpa mía.

            Mi comentario va encaminado hacia la parte. Si lo interpretas como el Todo, te confieso que no era esa mi intención. Pido disculpas.

            Todo lo demás son proyecciones tuyas, que está muy bien que las saques a la superficie. Pero que no van conmigo.

            Un abrazo.

            1. Pau Llanes

              Como te dije, te escribo en mi media mañana.

              Hombre, la cosa tampoco es para autoflagelarse verbalmente, que si culpa, autodisculpas, etc… Es simplemente un debate de opiniones, una confrontación de convicciones, cada uno con sus propias palabras… Te aseguro que si esta discusión la hubiéramos tenido a medio metro de distancia mis palabras habrían sido parecidas, y los contenidos los mismos. En realidad la pantallita en donde te leo está a un par de palmos de mis narices y no me cuesta imaginarte ni imaginar otras palabras que no éstas, salvo que entonces serían estereofónicas, Nacho…

              Y en cuanto que no he sabido interpretar tus palabras, una salvedad: no es que sepamos o no interpretar las palabras ajenas, tal cual, sino que a lo peor erramos en la interpretación de los sentidos e intenciones con los que fueron escritas… Pero como en este caso desconozco tus intenciones, y además me parecen secundarias, me debo atener a tu texto literal, a tu sintáxis, y responder estrictamente al contenido de las mismas.

              Por supuesto creo que no es necesario que me hagan una prueba PISA para valorar mi capacidad de comprensión lectora y de significados en castellano… o especificamente sobre tus palabras; como tampoco te exigiría nunca un certificado de suficiencia expresiva antes de leerte o comentarte y asegurarme que no estoy perdiendo el tiempo. Nacho, te leo desde hace meses, más de un año, y sé que sabes expresar precisamente lo que quieres decir… así que menos lobos, caperucita… (Sonrisas)… Ojala en este tiempo hubieras concluido que yo también sé interpretar al menos correctamente y expresarme «suficientemente» claro…

              Y en cuanto a las proyecciones que me adjudicas, no sé qué responderte… porque no sé en qué sentido lo dices y no quiero malinterpretarte… Desde luego me molestaría que lo hicieras con ánimo psicoanalista, que supongo no es el caso. Ni tampoco para sembrar dudas de cualquier tipo en nuestros respectivos lectores.

              Nuestras palabras, más que proyecciones que emergen en la superficie, etc., son puro lenguaje, el medio que elegimos para trasmitir nuestros pensamientos y comunicarnos… participar en un debate. Cualquier otra consideración al respecto la entiendo como innecesaria y prescindible.

              Va otro abrazo a tu cos-tado, con acuse de recibo… Pau Llanes

            2. Pau Llanes

              Por cierto, acabo de leer que el Presidente de Uruguay, José Alberto Mújica, ex-guerrillero contra la dictadura y lider de la Izquierda Frente Amplio, va a decretar el Estado de Alerta Sanitaria en el país por la «calamidad» sanitaria que sufre Uruguay en estas últimas semanas por la huelga de anestesistas, entre otras huelgas coincidentes…

              Ya ves, Nacho, qué ingrato es gobernar a veces… (imagina qué gracia le haría a Mujica que le gritaran en sus narices: «Mujica, traidor… esbirro represor»… (por ejemplo). En fin…

              Te renuevo mis saludos… Pau

      2. Joaquín Tamames

        Yo estoy contigo. La graduación de las palabras es esencial en todo lenguaje. La indignación y la irritación permanenente no son buenas. Siempre hay cosas que mejorar, desde luego.

        1. Meizoso

          Quizá estimado Joaquín el llamamiento deba ser más a la prudencia que a la espera.

          Es decir, vivimos momentos de tensión y es más fácil que nunca perder la compostura, despojarnos de toda responsabilidad y levantarnos cada mañana con ganas de que alguien se mueva para echarle la culpa de lo que nos sucede, supongo que es momento de calma, de pensar más en soluciones que en problemas, de liderar con lo que tenemos y de medir más que nunca nuestras palabras porque serán escuchadas o leídas y cualquier chispa puede desembocar en violencia.

          Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad y quizá será más constructivo trabajar de forma directa en desarrollar una Sociedad Civil ejemplar y una vez que estemos preparados, en vez de señalar cada día a los malos, ayudarlos, y señalarles a ellos las soluciones.

  2. Fernando Santos

    Vivimos en tiempos de futuros inmediatos y sin un compás de espera, que no permite la suave caricia del reposo.

    Todo se hace más inconstante, más inmediato, sin permitir que la experiencia certera de la madurez, se transforme en la reserva personal y habite en Nosotros mismos.

    Quizás no sólo la inconsciencia del YA, no permite paladear el acierto de la noble tradición sino que lo erróneo de la urgencia, es en sí misma, una falta de dedicación.

    No nos permitimos el lujo de envejecer pues parece llevar implícito, una perdida cuantitativa del AHORA. y ese es nuestro fallo cotidiano, al no querer y no saber, lo muy importante que es dejarse mecer por el suave del paso del tiempo, ya vencido.

    Es tiempo de SOLERA, la paciencia y el tiempo escriben bellos pasajes en el libro de la Vida.- F.S.

  3. EOLO

    Hablamos de espera, de sosegada espera. Quizas el silencio nos ayude a comprender.

    Gracias por el escrito

    EOLO
    uuuuuuffff

  4. Pau Llanes

    Ernesto, leo con atención tu texto, pulcramente escrito, cómo no, intenso y sugestivo, y no sé qué pensar, o mejor dicho, qué puedo compartir de tus reflexiones y cuáles me son distantes y descreo… Esperar sin más no es lo mismo que saber esperar o tener esperanza… Aunque entiendo muy bien qué quieres decir y el sentido que le das a la palabra “espera” en cada caso en tu texto… Pero tal polisemia o ambigüedad semántica también puede inducir a errores, a confusiones. Sé que no es tu intención, pero alguien lo puede interpretar así… Además tenemos la literatura, los escritores y filósofos, tan obsesionados por este estado del alma, de la psique, lo que significa para cada uno de ellos…
    No es lo mismo esperar a Godot, como hacen los personajes de la inquietante (y literariamente, extraordinaria) obra teatral de Samuel Beckett… que esperar uno mismo su oportunidad, estar atento, vigilante, también esperanzado… ¿Recuerdas “Esperando a Godot”? Dos personajes vagabundos, a la orilla del camino, en un paisaje desolado, esperan a Godot, a quien ni siquiera conocen ––“hoy no vendrá; mañana lo hará seguramente”… y Godot nunca llega… y además parece que nada sucede mientras tanto; todo se repite y se repite y se repite… y Godot nunca viene para intervenir y solucionar esa nada existencial y sus sinsentidos…

    Otra es la espera activa, vigilante, del “guerrero” de la que escribía Carlos Castaneda en su “Rueda deTiempo” ––y aunque Castaneda sea un falsario, habla con sabiduría por boca de Don Juan: “Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera; y mientras espera no desea nada, y así cualquier casa que recibe, por pequeña que sea, es más de lo que puede tomar. Si necesita comer, encuentra el modo porque no tiene hambre; si algo lastima su cuerpo, encuentra el modo de pararlo porque no tiene dolor. Tener hambre o tener dolor significa que el hombre no es un guerrero, y las fuerzas de su hambre y de su dolor lo destruirán” (…) “Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera; y mientras espera, deleita sus ojos en la contemplación del mundo. El logro definitivo de un guerrero es disfrutar con la alegría del infinito” (…) “Cuando un guerrero deja de tener cualquier clase de expectativas, las acciones de la gente ya no le afectan. Una extraña paz se convierte en la fuerza que rige su vida. Ha adoptado uno de los con¬ceptos de la vida del guerrero: el desapego” (…) “Los chamanes creen que es la posición del punto de encaje lo que hace que el hombre moderno sea un ególatra homicida, un ser totalmente atrapado en la imagen de sí mismo. Habiendo perdido cualquier esperanza de regresar a la fuente de todo, el hombre corriente busca consuelo en su egoísmo” (…) “La clave del camino del guerrero es destronar la importancia personal. Todo cuanto hacen los guerreros se dirige a lograr esta meta” (…) “Los chamanes han desenmascarado la importancia personal y han descubierto que se trata de autocompasión disfrazada”…

    Esperar por esperar, Ernesto, puede ser una especie de autocompasión disfrazada de esperanza… ni más ni menos.

    Como también los son las esperas de algunos de mis autores preferidos–– Kafka, Pavese, Borges o Jabés; esperas y desesperaciones que no son las mías aunque les admire… En unos casos se trata de la espera ineludible de la muerte, la única seguridad irrefutable, a la que se aguarda con cierta impaciencia y resignación: “Yo tengo setenta y ocho años, de modo que estoy esperando la muerte, esperándola con una gran esperanza, porque sé –es el único acto de fe que profeso– que la muerte será definitiva, que no habrá otra vida” (Borges). O la espera dolorosa, maltratada, de quien lucha por la escasa recompensa de su supervivencia… manteniéndose apenas a flote sobre el oleaje de la duda, fatalmente herido de melancolía: “Lo que espero está siempre más lejos”…“La esperanza se encuentra en la siguiente página. No cierres el libro. He pasado todas las páginas del libro sin topar con la esperanza. La esperanza quizá sea el libro” (E. Jabés; El libro de las Preguntas). O la rabiosa desesperación y malestar de quien se sintió defraudado por la vida y le pide explicaciones, la desafía mirándole a los ojos, y reclama con urgencia: “Saber que alguien te espera, que alguien te puede pedir cuentas de tus gestos y de tus pensamientos, que alguien te puede seguir con los ojos y esperar unas palabras, todo esto te pesa, te empacha, te ofende. Por eso es lo que el creyente está sano, también carnalmente: sabe que alguien le espera, su Dios”… (Cesare Pavese; El Oficio de Vivir).

    Creo en la esperanza, y también en saber esperar, que es un arte, desde luego, similar por no decir igual que el de la prudencia, aquella de la que hablaba Baltasar Gracián en el “Arte de la Prudencia”: “Saber esperar. Hacerlo demuestra un gran corazón, con más amplitud de sufrimiento. Nunca apresurarse… Si uno es señor de sí, lo será después de los otros. Hay que caminar por los espacios abiertos del tiempo hasta el centro de la ocasión oportuna. La espera prudente sazona los aciertos y madura los secretos pensamientos”… ¿Qué pensamientos, te preguntarás?

    La esperanza como medida áurea del mundo y las longitudes de nuestra vida; esperar como estado del ser y del sentir, sí; como condición inexcusable de nuestra humana precariedad (de seres limitados, incompletos, solitarios)… pero también esperar acontecimientos que deseo: respuestas, encuentros largamente aplazados, certezas en las cuales confiamos (o dudamos, qué más da)… o incluso esperar por esperar de vez en cuando, para pasar el tiempo, porque no hay nada más que pueda sacarnos de esa libertad condicional a la que nos someten y sometemos sin demasiada resistencia ni escaso entusiasmo, por casi nada… Mi esperanza es metafísica, primordial, nunca circunstancial ni contingente, ni necesitada de mínimas fisicidades. Se trata de una espera sucesiva, permanente, un tejer ininterrumpidamente esperanzas y deseos, anhelos, voluntad de hacer y querer hacer (como Penélope, confiando en el retorno de Ulises) sin solución de continuidad… Así, ni espero ni desespero, Ernesto, fatalmente… Lo mío es una esperanza activa, por supuesto: que lleguen los deseos a convertirse en realidad, con su escándalo de risas o de pestañas abanicando las sorpresas… y luego que los deseos se conviertan en recuerdos, exhaustos de haber vivido otra vez lo debido o demasiado… ¿por qué no? Yo camino… y miro a lo lejos mientras tanto…

    Bueno… deseo (más que espero) no haberos parecido demasiado ingenuo ni pedante… Saludos a media noche… Pau Llanes

  5. Eliseo de Bullón

    La espera como construcción mental que nos aleja del ahora.

    «¿Habitualmente usted está esperando algo? ¿Cuánto tiempo de su vida gasta esperando? Lo que yo llamo “espera a pequeña escala” es esperar en la cola del correo, en un embotellamiento de tráfico, en el aeropuerto, por la llegada de alguien o el final del trabajo. La “espera a gran escala” es esperar las próximas vacaciones, un empleo mejor, que los hijos crezcan, una relación realmente significativa, el éxito, hacerse rico, ser importante, alcanzar la iluminación. No es raro que la gente pase toda la vida esperando empezar a vivir.

    Esperar es un estado mental. Básicamente significa que usted quiere el futuro, que no quiere el presente. No quiere lo que tiene. Con cualquier tipo de espera usted crea inconscientemente un conflicto entre su aquí y ahora, en el que no quiere estar, y el futuro proyectado, en el que desea estar. Esto reduce enormente la calidad de su vida pues lo hace perder el presente.

    Abandone la espera como un estado mental. Cuando se sorprenda a sí mismo cayendo en ella… salga inmediatamente. Vuelva al momento presente. Simplemente sea y goce el ser. Si usted está presente, no hay nunca necesidad de esperar por nada. Así que la próxima vez que alguien diga: “Siento haberte hecho esperar”, puede contestar: “Está bien, no estaba esperando. Estaba parado aquí divirtiéndome, en el gozo de mí mismo”

    Eckhart Tolle
    El poder del ahora.
    http://www.caminosalser.com/contenidos/libros/Tolle_Eckhart-El_Poder_del_Ahora.pdf

  6. juanarmas

    Sucede que la atenta espera sin juicios se ha confundido con relegar en poderes externos responsabilidades propias o compartidas.

    En lo social, seguimos como nación condicionados al rol del papá estado y no hemos asumido aún nuestra responsabilidad para con nuestra vida. Esa clase de espera, frusta y desespera.

  7. felix de valois

    Muchas veces,y cada vez con más frecuencia,encontramos por la red multitud de opiniones ya sean en foros blogs de opinión o plataformas de individuos alrededor de una firma específica. Ya sea para comentar una actitud,ya para criticar una accion de gobierno,ya para condenar un agravio,lo cierto es que en la gran mayoría de los casos la gente se pregunta qué puede hacer para cambiar este estado de cosas. Se sienten impotentes ante las acciones gubernamentales que ellos mismos alimentan ya sea con su aportación en las urnas ya en la sustentación de los mismos sobre la base de permitir su continuidad. Obviamente dejamos fuera a aquellas naciones donde el ciudadano no ostenta ninguna representatividad. La multiplicación de las criticas se advierte en estos períodos de crisis sistémicas que de cuando en vez venimos padeciendo.Los cambios de modelos económicos suelen traer una inmensa riada de dannificados que se ven desplazados de la órbita económica debido sobre todo a la voracidad salvaje del propio sistema que no es capaz de absorver ni reunificar toda la masa humana que antes formaba parte de su interioridad. Pero donde mas se vé esa disfunción es en la actividad política del dia a dia; es aquí donde se notan las desigualdades que sin embargo los agentes incrustados en las distintas administraciones no son capaces de ocultar lo que crea un fuerte e inapelable rechazo hacia los dirigentes,al manejo de la función publica y al desprecio que manifiestan en la gerencia de los bienes puestos a su disposición por el estado,es decir,por todos los integrantes de esa sociedad.
    Esa desorientación es cada vez más puesta de manifiesto pero sin embargo no se hallan los cauces donde canalizar algo tangible capaz de hacer llegar de manera efectiva esos descontentos. Ciertamente,a veces,algunas iniciativas ciudadanas gozan del privilego de hacerse notar pero es el propio sistema el que es capaz,por sí solo,de anilarlas sin tener que hacer grandes esfuerzos ni de disponer,siquiera,de una pequeña maquinaria al efecto. ¿Y como es esto posible? Sencillamente dejando que aquellas voces fluyan,al pairo, para que ellas por sí solas se disuelvan al albor de una nueva voz anulando la anterior.
    Se actua sin ser; esto es,se permite las voces discrepantes,las iniciativas o los gritos para que se disuelvan en el cuerpo constricto del individualismo o,por contra,otras voces individuales,pero de signo contrario son capaces o de anular a las primeras o de nivelar cuando menos en su función de altavoz.
    Contrarrestar estas actitudes solo sería posible con alianzas,con agrupaciones o con asociaciones; pero esto es cuasi imposible donde todo el mundo cree tener razón y,por contra,se niega la del otro. Por sistema.
    Saludos cordiales

  8. Nacho Rivera

    Gracias por el artículo. Magnífico.

    La espera es sí misma es una transformación. El no saber esperar lleva al ahogo hasta al mejor nadador…

    Un abrazo.

  9. Calicles

    «Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.» (Carta del Apóstol Santiago, capítulo V, versículos siete y ocho)

  10. Osnofla

    Muchas gracias Ernesto por un artículo muy interesante. ¿Qué es el arte de esperar? ¿A qué? ¿A quién o quiénes? ¿Por qué? ¿Para qué? Y tantas preguntas que recuperando a mi niño interior me surgen ahora y siempre.

    Cántame una canción cuya letra ponga yo, dime qué música quiero, y en que lugar me gustaría escucharla. Son las verdaderas razones de mi existir y del existir de lo Universal, lugar donde todos somos 1 y donde el Ser Universal lo es Todo, el Todo.

    La esperanza, el Silencio, el buen decir y meditar, y otras tantas más, son las claves de un existir siempre impuesto mientras no seamos, en el haciendo, capaces de renunciar y denunciar los estados de vida actuales propuestos por los arquetipos de los poderes conocidos, sean pasados, presentes o incluso futuros.

    Hablas del Ser Adulto, hablas de los Niños, hablas de todos nosotros… Pero somos cada uno los que debemos tomar las correctas decisiones de –poder decidir- acceder a vías de solución, a las correctas vías de solución.

    Yo descubrí que esperar es la mejor manera de caminar en el haciendo continuo de mi dicha diaria. Igual que al sentir ese camino, descubrí que mi espera es la mejor manera de caminarlo, pues nunca deje de esperar y siempre olvide la espera para hacer sin miedos, sin esperar a otros, sin dejar de ser yo para acercarme al Yo tuyo, que es otra vez mi Yo, y por consiguiente tú Yo. Lo que ocurre es que no queremos ser ni nuestro Yo, y mucho menos el Yo del otro.

    In lak´ech – Alak´em

    Yo soy Tú – Tú eres mi Ser

  11. Joaquín Tamames

    Gracias Ernesto por tu sugerente texto.

    Sólo aportar como pequeño contraste a lo que dices que en muchos niños he visto gran sosiego y calma, pues son capaces de jugar horas y horas con sus “legos”, sentados en el suelo casi en una posición yóguica, absortos en lo que hacen. Y a edades de 5-6 años. He reflexionado mucho sobre esa calma que traen esos niños. Mi conclusión es que están todavía en buena parte en “ese otro mundo” del que vienen, del que venimos.

    Por lo demás, lo que escribes son magníficas pautas para entrar en ese estado de armonía que según se frecuenta más y más reconocemos como el estado natural al que puede y merece aspirar la humanidad.

  12. gheisa

    Gracias por el texto; es de lo mejor que he leído en mucho tiempo; me identifico totalmente con él, me destenso en el silencio y me recargo en la inactividad del pensante.

  13. Javier León

    Es uno de los textos más interesantes y lúcidos que he leído… Conozco a Ernesto y le felicito desde aquí… Es una pena que esté sumido en la Escritura del No…

  14. Hipocampo

    Gracias por compartir este texto, Ernesto.
    Ha sido un gozo leerte.
    Si estamos en nuestro centro, el espíritu no tiene tiempo para tener prisa.
    ¡Ojalá seamos cada vez más los que trabajemos nuestro interior para lograr ser personas comprometidas con el Arte de Esperar para así vencer al hombre masa!

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