La filosofía derrotista del TINA -there is no alternative-, sólo conduce al pasotismo generalizado, seca la capacidad de innovación y trae consecuencias desastrosas, como nos muestra la historia de la Gran Depresión.
La política económica de contención del déficit , seguida por los países de la Unión europea, se asemeja mucho a aquella que siguieron los Gobiernos a principios de los años 30 , y que provocó la Gran Depresión. ¿Hemos acaso olvidado a Keynes? Sólo Norteamérica propugna otra política distinta, basada en el crecimiento.
No conseguiremos superar esta crisis, si nos empeñamos en imitar, como clones, las fórmulas inútiles que ensayaron nuestros abuelos.Se imponen actitudes independientes, formas de pensar que lleguen a descubrir nuevos modos de dirigir los complejos Sistemas socioeconómicos actuales.
Leibniz procuró que Occidente aprendiese de la sabiduría moral práctica de los chinos. De esa civilización milenaria , Occidente puede recibir no sólo dinero, sino ejemplos de conducta práctica, como el de elegir a personas de talento y virtud para los cargos públicos.
Un Manifiesto de profesores universitarios insiste en lo de Garzón. Nuestros debates públicos no deben reducirse a esto. Hay que centrarse en lo esencial: cómo cambiar nuestras formas de pensar, de gestionar y dirigir nuestras Organizaciones -Empresas, Administraciones Públicas, Gobiernos-.
La Historia demuestra que una sociedad civil fuerte no es un seguro de vida frente al totalitarismo, aunque es mejor tenerla que carcer de ella. Por eso se impone una doble tarea:además de fortalecer nuestra sociedad civil, se impone sobre todo fortalecer nuestras Instituciones políticas. Ello se puede lograr desde fuera, desde la sociedad civil, usando la influencia por ejemplo de Fundación Civil.
El sentido de nuestra Fundación, su razón de ser, ya se ha dado en otras épocas de nuestra Historia. Me remonto al caso de Antonio Maura, con su «revolución desde arriba». Y en la actualidad, me remito a lo que comenta J. Estefanía en El País del 4 de junio, sobre el «desapego ciudadano» y la necesidad de un pacto transversal. Nuestra Fundación tiene cosas que aportar en este sentido.
El modelo constitucional de 1978, por mal diseñado y peor ejecutado, no da más de sí. Entre todos debemos construir un nuevo Sistema político de ordenada y pacífica convivencia.
La posesión de conceptos claros, el pensar adecuadamente, se acaba reflejando en las conductas. Esto tiene especial relevancia en la Dirección de Empresas, tan colonizada en los últimos decenios por la doctrina anglosajona que tan malos resultados nos ha dado –doctrina nefasta del Shareholder Value–. Se impone una nueva forma de pensar en la Dirección de nuestras Empresas.
Nuestro país necesita reformar urgentemente su legislación, de forma que tanto las diferentes Administraciones públicas como las empresas privadas, se vean obligadas por ley a implantar en su seno un sistema de control interno, parangonable al que existe ya prácticamente en todos los países del mundo, pero del cual en España nuestras organizaciones carecen, la mayor parte de las veces sencillamente porque no hay norma legal que se lo imponga.