Es bueno quitarse máscaras cada poco. Puede resultar muy doloroso para la autoestima (me considero el pajarraco peor que conozco) pero, al menos, obedeces a algo de una naturaleza que no quiero considerar de orden superior pero si que te concede una mínima dignidad. Para la multitud de los seres que conozco, transitar por la vida consiste en colocar un pie delante de otro sin tropezar con las compras. Vivir como una simplona maniobra horizontal sin grandes profundidades, sin surco. No soy amigo de las concesiones y no encuentro sentido en gran parte de las vidas que conozco. Creo que el armadeddon consiste en eso. Es el día en el que todas las vidas pierden sentido.
Me repugna esa muletilla perpetua con que termina cada encuentro epistolar. Un abrazo. Ese buenismo de cafetería que impregna nuestra vida y aligera cualquier compromiso con la certeza total de los actos. Palabras como consenso, éxito o progreso definen muy bien esa nausea. Un salto del lenguaje que nos vacía de verdad y lucha y, ¿que puede ser una vida sin algo que te haga luchar? Entre esos conceptos devastados se encuentran el del AMOR; ya casi una convención de registro, o apadrinamiento por conveniencia fiscal.
He leído, a fuer de sinceridad casi de casualidad, que la fundación banco de Santander -tampoco tenía constancia cierta de su existencia- convocó unas jornadas, quizás un ciclo, con un título global muy sugerente: “El mundo que viene: las huellas de la crisis”. Quizás sea yo mas bien raro en las aproximaciones a titulaciones de este cariz, pero a mi, personalmente a mi, leer esa frase me sugeriría algo así como: “señores, la crisis terminó, nos quedan huellas, pero eso es todo”. ¿Qué son huellas? Pues eso, señales que quedan en el camino, que no le afectan demasiado, por no decir absolutamente nada. En todo caso indican como seguir caminando por la misma senda. ¿Planteamiento lampedusiano? Pues seguramente, y no nos debe extrañar que lo sea, porque lo asombroso, atendiendo a eso que los estructuralistas llaman sujeto, objeto, lugar y tiempo, sería que alguien, en semejante foro, hablara de crisis de sistema, por emplear nuestra terminología. 
Quizás recuerden ustedes la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban paseando por la calle cuando vieron delante de ellos a un hombre que levantaba algo del suelo y, después de mirarlo, se lo guardaba en el bolsillo. El amigo preguntó al diablo:
En Chaguazoso, como en algunas otras localidades de esta zona, la fiesta de Reyes, mejor sería llamarles Magos como el sacerdote que oficia, tiene características muy peculiares. Por ejemplo, dura varios días. Bueno, en realidad su duración viene determinada por el agotamiento de la carne, en el sentido de que se mata un ternero, se pone a disposición del pueblo y cuando no queda carne que comer las fiestas se dan por concluidas. Mientras tanto, en salones comunitarios todos los vecinos tienen acceso al desayuno, comida y cena, con baile incluido, para disfrutar de estas fiestas. Merecería la pena explayarse mas sobre el origen de estas tradiciones, y la verdad es que Galicia está plagada de festejos cuyo origen se remonta, con nitidez, a épocas precristianas, aunque hallamos perdido el sentido profundo que se esconde tras ellas. Estamos en ello, pero profundizar no es fácil porque el acervo documental es corto, y no podemos confiar solo en la memoria de los mayores porque es excesivo el tiempo transcurrido sin constancia fiable. 

