Mucho se está hablando en España en el último quinquenio acerca del fenómeno psicosocial de la homosexualidad. En ese sentido, me gustaría cruzar esa temática tan en boga en nuestra sociedad occidental en general, y de nuestro país en particular, con el interesante -a mi juicio- estado del celibato eclesiástico extrapolado en mi tesis, al resto del mundo laico de las personas humanas que abrazan voluntariamente esa forma de entender su sexualidad.
No descubro nada nuevo al afirmar que, la Iglesia ha creído siempre en la superioridad del estado de celibato entre sus miembros. Pero es preciso comprender bien lo que quiere esto significar. Esta superioridad no significa que la abstención sexual o la no interacción carnal con otra persona sea mejor que la actividad sexual, o que la vocación al celibato o asexualidad supere a la vocación al clásico y tradicional matrimonio heterosexual de toda la vida de Dios, entre un varón y una mujer, o que los solteros y solteras o personas que aversionan el sexo como tal, sean más perfectos que los casados/emparejados, activos sexuales o incluso, los/as promiscuos/as. Seguir leyendo